Contaduría Pública abril 2021

Gráfica 1 Evolución del poder de compra del salario mínimo Fuente: elaboración propia con base en Aguirre (2020) en: mexicomaxico.org/Voto/SalMinInf.htm#tabla Asesoría para el crecimiento de la microempresa, ¿es voluntariado? En varios círculos de conversación he escuchado el tema de la homologación de los honorarios de los contadores públicos. Aquí también hay tela de don- de cortar. Tal vez seamos 800,000 colegas contado- res (con y sin cédula), estimando que solo el 5% se ha colegiado. Vuelta al tema de la oferta y la demanda, somos cada vez más, a un ritmo de crecimiento que supera al número de empresas (considerando las que mueren). Pero el tema realmente es el propósito de las microempresas (MICRO). Ya en número, son poco más del 97% del tejido empresarial. Muchas de ellas naci- das para soportar la carga de ingreso familiar, o bien para sustituir al empleo perdido. Muy pocas con visión o cultura emprendedora. También, aprendiendo en el camino, buscan al Contador más económico como es- cudo fiscal, desaprovechando la asesoría que en mate- ria de negocios puede darle. En un ambiente de franca competencia, los servicios que se ofrecen a cambio del costo (escaso para el profesionista, innecesario, caro e insalvable para el microempresario) son muy pocos. Igualmente, pareciera el servicio profesional a la MI- CRO una labor de voluntariado, donde “muchos pocos hacen un mucho” para solventar los costos que el ser- vicio implica. Desconfianza en el uso de nuestros impuestos La desconfianza acerca del uso de nuestros impuestos no ha disminuido. Gobiernos han ido y venido, con mayor o menor esperanza de la gente de que sus im- puestos sean utilizados adecuadamente. Retomando el tema de la confianza en la auditoría referido al ini- cio de este trabajo, y centrando la atención en la au- ditoría gubernamental, el grado de desconfianza en los alcances es alto. En el embrollo de definir la enti- dad auditada, y las potestades que la ley confiere para el manejo de las dependencias, la percepción de la población hacia el desempeño gubernamental es que no administran bien nuestros impuestos. Factores como la corrupción, la falta de conocimiento técnico sobre los asuntos de la dependencia, las reducciones/ ampliaciones de los presupuestos y la discrecionali- dad sobre su uso, contribuyen a la desconfianza. De este modo, estrategias que van desde la elusión hasta la evasión de los impuestos son buscadas por los pro- pietarios de negocios MICRO. Otras vertientes, más de moda que de beneficios reales, son el outsourcing , el “arrendamiento puro”, los “seguros reembolsables” y otras ofertas que circulan en el mercado; estas bus- can disminuir la base imponible para reducir el pago de contribuciones, bajo el argumento de insatisfac- ción con los servicios que presta el Estado y el desti- no de “los dineros”. Es un desafío para la profesión clarificar el tema de los impuestos, aunque no ayudará mucho si el Estado no clarifica el uso de lo recaudado. “Estrategias” de evasión no son la solución, ya que contravienen a nuestros postulados de ética. Pero poco podemos hacer en un país con menos de 5% de los colegas colegiados. Conclusión En un mundo turbulento, en una época de confina- miento, en un momento electoral intenso, vienen a la mente las responsabilidades éticas de la profesión (colegiada o no). Valores que hemos defendido por varias generaciones están siendo golpeteados por el oportunismo de negocio y por las ganancias ex- traordinarias. La honestidad, integridad o probidad del profesional de la Contaduría Pública podría ser cuestionada. La diligencia, imparcialidad, objetivi- dad y la competencia profesional se han destacado en nuestra profesión, y han sido valoradas positiva- mente por aquellos a los que les prestamos nuestros servicios. La pobreza no es nuestra responsabilidad, sin em- bargo, nuestros conocimientos profesionales deben ir más allá de lo técnico y apuntar hacia el beneficio social. En este sentido, las oportunidades de nego- cio no solamente son para lucrar, sino que deben apuntar a la resolución de problemas sociales como la pobreza, los residuos, el crecimiento económico y el ingreso insuficiente. Las nuevas tendencias en los negocios siempre se- rán amenazas para los existentes. La creatividad y el sentido social deben ser la brújula que guíe el rumbo. Asesorar a las MICRO no es solo calcularles los im- puestos, es hacer crecer su potencial, en un ejercicio de inversión de nuestro tiempo y conocimiento para que dé frutos en un mundo mejor para las siguientes generaciones. Y los impuestos no son “el mal nece- sario”, sino el vínculo sociedad-Estado para la mejo- ra. Nos toca ser vigilantes, críticos y participativos, hacer permear esos valores en los que creemos para las futuras generaciones de profesionistas; que sean el argumento para su unión y no el pretexto para la no afiliación. El Contador Público que se precie de serlo es actor acti- vo, participativo y crítico, y es valorado por su objetivi- dad, imparcialidad y actualidad profesional. Hagamos que nuestra influencia contribuya a la disminución de la pobreza y las desigualdades, a mejorar las con- diciones del empleo, a la conciencia fiscal, al empleo racional de los recursos públicos, y a considerar todas las responsabilidades que incurren los empresarios en sus negocios (con todos los costos que implica, aún los postventa y reciclaje). Abandonando el temor por citar una cifra que sea co- rrecta, la realidad nos muestra que la pobreza va in crescendo , a un nivel de casi 67 millones de personas (CEPAL), de una población estimada de 127 millones (INEGI); es decir, 52.7% de la población. En una realidad entendida de los negocios, donde todos los costos de estos (incluidos los fiscales) son trasladados al consumidor, es preocupante que el sector empresarial prefiera la carga fiscal al incremento del mercado poten- cial que representaría incrementar los salarios. Pero sí que se pone agudo este sector cuando se intenta resar- cir la falta del ingreso familiar vía subvenciones sociales de gobierno. Así, se alimenta el círculo vicioso: "necesito más ventas, pero no las tengo. No puedo incrementar mis costos para no salirme de mercado ni perder el mar- gen de utilidad. No gano lo que espero porque no vendo lo que necesito. Y el poder de compra de mis clientes es cada vez menor". Así las cosas. La economía circular ¿amenaza u oportunidad? Diferentes fuentes periodísticas refieren que, solo en la Ciudad de México, 13,000 toneladas al día son des- perdiciadas, acabando en la basura. Las presiones so- bre el reciclaje son cada vez mayores, esperando el tan ansiado momento de la economía circular, donde todo se recicle y se aproveche. Empero, parecería ser la eco- nomía circular una amenaza a las personas que logran arrancarle algo de recursos económicos a los desperdi- cios. Llámense latas, pet, ropa o plástico (comida, in- clusive), los desechos son la oportunidad que el sector de más bajos potenciales de ingresos tiene para vivir (¿sobrevivir?). Se ha mencionado a la logística como causal de los desperdicios en alimentos (el transporte, la refrigera- ción, el gap entre la oferta y la demanda y la falta de planeación). Esto representa un desafío para la ciencia mexicana para que se aprovechen los desperdicios en alimentos, convirtiéndolos en propuestas alimenticias para la población. Asimismo, los desperdicios plásti- cos pudieran hacer la diferencia al convertirlos en ma- teriales de construcción de bajo costo. En un discurso que aún no termina de construirse, queda al aire quién es el responsable del reciclaje: ¿la empresa productora del bien, el consumidor, el estado? Dado que el problema mayúsculo empieza siéndolo en casa, máquinas recicladoras en casa (como tenemos lavadoras) deberían hacer el primer trabajo de recicla- je. Ayudas públicas del gobierno podrían estimular al fortalecimiento del sector del reciclaje; asimismo, un amplio programa que aproveche el Know How pepena- dor (desdeñado, pero vital) para hacer circular nueva- mente esos recursos, y no depositarlos bajo tierra (o tirarlos a ríos y mares). Así, la oportunidad de negocio puede serlo para el sec- tor pepenador, reciclador por naturaleza. Pero, la ame- naza surge al reducir el tipo de desechos por los que pueden recibir algún dinero, ya de por sí pequeño. Recuerdo una modificación a las NIF que pide consi- derar en el valor del bien su valor de disposición. ¿No pudiera hacerse lo mismo con el costo del producto reciclable? Admiro a los profesionales de la salud comprometidos con su trabajo. ¿Tendremos a corto plazo los Contado- res la conciencia ecológica comprometida con nuestro medio ambiente y nuestros semejantes que incluya los costos de la disposición final de los productos (y su equivalente en los servicios) para que, en justa medida con los stakeholders , contribuyamos a la economía cir- cular? Así, con la valentía de enfrentar a lo que no ve- mos, pero que sabemos que es dañino para los demás. DOSSIER 58 CONTADURÍA PÚBLICA 59

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