Contaduría Pública diciembre 2021

E l objetivo de este artículo es adentrarse en lo que significa el fe - deralismo fiscal, tanto en su concepción como en su práctica co - tidiana de las relaciones entre los tres órdenes de gobierno que constituyen el entramado federal mexicano, particularmente en materia impositiva en nuestro país. El sistema federal mexicano es el resultado de múltiples luchas histó- ricas y amplios debates, que durante casi dos siglos han concentrado parte importante de la atención de los actores políticos principales. Las diversas Constituciones que han regido la vida de nuestro país han dado cuenta de esa disputa. El debate se ha dado en escenarios diversos. En una primera etapa, por la vía armada, que enfrentó a las corrientes federalistas y centralistas de nuestro país durante buena parte del siglo XIX. Posteriormente, en la etapa conocida como el “Porfirismo”, la disputa se sostuvo al interior de un sistema autoritario que presentaba la paradoja de un federalismo formal y una realidad centralista. Este escenario encontró condiciones favorables para reproducirse a lo largo del siglo XX. De manera paulatina, se fueron adicionando faculta- des a los poderes federales en detrimento de las facultades de las enti- dades federativas. Desde su origen, el federalismomexicano tuvo por objetivo unir sin fusionar, y diferenciar sin dividir. Asimismo, la Constitución de 1824, primera de la Re - pública, estableció el régimen federal y otorgó facultades, tanto a la Unión como a los estados, a fin de que cada uno procurara, en su ámbito de com - petencia, la prosperidad de la Nación y el bienestar de sus habitantes. El federalismo fiscal y hacendario Años después, en 1847, se planteó la necesidad de una distribución competencial que delimitara, tanto el poder federal como el estatal, evitando la recíproca invasión que lo mismo atentaba contra la soberanía de los estados, que amenazaba el futuro de la Unión. La idea que finalmente prevaleció fue que los po - deres federales debían limitarse solo al ejercicio de las facultades que, de manera expresa, les otorga la Constitución de la República. El sistema nacional de coordinación fiscal Antes de la aparición de los primeros antecedentes claros de la coordinación fiscal, la situación existen - te en esta materia en México se caracterizaba por la multiplicidad de tributos federales, estatales y muni- cipales; por la complejidad del sistema tributario, y la existencia de leyes fiscales a menudo contradictorias y las exacciones desproporcionadas e inequitativas en gravámenes concurrentes. Para corregir esta situación se realizaron, inicialmen- te, las convenciones nacionales fiscales. La historia de las convenciones es la historia de la lucha por mejorar un sistema fiscal y de participacio - nes congruente con la realidad socioeconómica en que se vive. Con este propósito se realizaron las Con- venciones Nacionales Fiscales de 1925, 1933, 1947 y la última celebrada el 5 de febrero de 2004. Sin duda, las Convenciones Nacionales Fiscales constituyeron un esfuerzo de unión, de colaboración y de ordenamiento de la concurrencia y las potesta- des tributarias, orientado a pactar acuerdos entre los gobiernos de las entidades federativas y el Gobierno Federal, así como para compartir el rendimiento de los impuestos. Así, a finales de 1953 se crea la Ley de Coordinación Fiscal que unió a algunos estados me- diante un convenio que los obligaba a derogar contri- buciones locales a cambio de recibir participaciones de la Federación. Hasta 1972 se habían coordinado solamente 18 esta - dos de la República; a partir de 1973, todos los esta - dos fueron coordinados al reformarse la Ley Federal sobre Ingresos Mercantiles, con una tasa única gene- ral de 4% aplicable en toda la República, en lugar de la tasa federal que existía de 1.8% y la tasa de 1.2% de los estados que se coordinaran. Posteriormente, la Ley de Coordinación Fiscal de 1980 deroga la Ley de 1953 y origina lo que hoy conocemos como el Sis - tema Nacional de Coordinación Fiscal. En México la coordinación fiscal se ha centrado fun - damentalmente en el aspecto del ingreso. Sin embar- go, en las últimas décadas se iniciaron procesos de descentralización del gasto federal en educación y salud, transfiriéndose recursos a los estados con fa - cultades limitadas, en un modelo insuficiente que no responde a las necesidades actuales. Si bien es un hecho incuestionable que las haciendas públicas de las entidades federativas y de sus muni- cipios se han fortalecido en el contexto de la Coordi- nación Fiscal en estas tres décadas, también es cierto que este sistema se encuentra prácticamente agota- do y debe ampliarse su horizonte hacia una coordi- nación integral del ingreso, el gasto y la deuda entre los tres órdenes de gobierno; todo ello encaminado al urgente fortalecimiento del federalismo mexicano que debe ser, no sólo fiscal, sino también hacendario. Hoy, transcurrido poco más de 17 años de la última Convención Nacional Hacendaria y Fiscal, es im - perante la búsqueda de un nuevo federalismo, que fortalezca las haciendas públicas estatales, dé reno- vado impulso al desarrollo regional y transforme el actual esquema de la Federación. El bienestar de la población exige una serie de ajus- tes profundos que permitan al Estado adaptarse a una nueva realidad, para así lograr un desarrollo in- cluyente y equitativo. Un aspecto fundamental de la transformación del Esta- do mexicano es el sistema federal. Un sistema federal adecuado fortalece la práctica democrática, la gober- nabilidad, la representación, la participación política, la soberanía nacional y, ante todo, la justicia social. En nuestro país, se ha hecho fundamental la relación entre el sistema federal y la democracia. El sistema fe- deral permite el ejercicio cercano del poder a gobier- nos libres y soberanos que velan por las necesidades de su región. La democracia dispone que sean los ciudadanos de cada región quienes elijan a sus gober- nantes y les exijan que sus actos tomen en cuenta sus especiales características y potencialidades. Además, es en el ámbito local donde se desarrolla con mayor profundidad la cultura cívica y política de los ciudadanos. Por ello, se requiere un adecuado sistema federal, que dote de las facultades necesarias a los es- tados y municipios para responder a las necesidades de su región, este promovería una mayor participación de la población en los asuntos públicos, porque la ciu- dadanía encontraría sentido a participar en un sistema capaz de dar respuestas a sus demandas. No obstante, en la actualidad, México se desenvuelve bajo un régimen político que derivó en: > Un sistema que ha concentrado la dinámica po- lítica y los recursos en los Poderes Federales. M tro . V icente A naya C adena Integrante de la Academia Mexicana de Auditoría al Desempeño, A.C. vicentea0@gmail.com MISCELÁNEO 58 CONTADURÍA PÚBLICA 59

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