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ISSN 2594-1976
Artículos

Valores en los estudiantes Formación como Profesionales Integrales

admin - 25 mayo, 2010

En el marco de la educación en el siglo XXI, el tema de la cultura y los valores marcan la diferencia entre la formación puramente en la ciencia o disciplina de que se trata y en la formación profesional en la misma, generando personas capaces que puedan resolver problemas y tomar decisiones para enfrentar los retos de la sociedad a nivel global, bajo un enfoque ético y de responsabilidad con el entorno.

El reto de la educación moderna a nivel superior es formar profesionales capaces de enfrentar los retos que implica una sociedad sujeta a constantes cambios, provocados por la globalización, el avance de la tecnología, los descubrimientos científicos y la variabilidad económica.

Lo anterior implica la formación en competencias específicas de la profesión; sin embargo, este enfoque no es suficiente si no está ligado estrechamente con otros aspectos genéricos que llevan a la formación integral, entre ellos sobresalen: el correcto manejo de las relaciones humanas, el desarrollo de habilidades de comunicación, capacidad de reflexión, habilidades de autoaprendizaje y una sólida formación en valores.

Formar profesionales con las competencias genéricas y específicas de cada especialidad, dará lugar a personal altamente calificado para desempeñar funciones de liderazgo que contribuyan al desarrollo sustentable, en beneficio de la comunidad nacional e internacional, además de contribuir a difundir y adoptar valores que permitan la interacciones humanas de calidad.

La educación superior del siglo XXI debe hacer frente a los retos que representan las nuevas tecnologías, abriendo oportunidades para producir, organizar, difundir y acceder al saber. Resulta fundamental promover el acceso equitativo a estas tecnologías en todos los niveles de los sistemas de enseñanza, para fomentar la formación integral de profesionales capaces de atender las necesidades que van surgiendo en forma acelerada, tanto en el ámbito social como en el de los negocios.

Para encontrar soluciones a estos desafíos y emprender un proceso substancial de reforma de la educación superior, la UNESCO convocó a una “Conferencia Mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI: visión y acción”. Como parte de los preparativos de la Conferencia, la UNESCO publicó en 1995 su documento de orientación sobre “Cambio y desarrollo en la educación superior”. Entre sus aspectos más importantes se mencionan los derechos humanos, la democracia, el desarrollo sostenible y la paz.

El capital humano es fundamental en la sociedad del conocimiento: en este tipo especial de sociedad, la educación y el conocimiento tiene una relación estrecha. La educación, de la cual el conocimiento es sólo una parte, está, a su vez, ligada con otros fenómenos tales como: el crecimiento económico, el empleo y el bienestar social. Mediante la educación se accede al conocimiento y éste es un insumo fundamental para el desarrollo económico y el empleo de las naciones; o también, como se ha dicho: en la sociedad del conocimiento la educación sería el centro y la escuela la institución clave (Villa y Parada, 2004, Pág. 27).

Debido a lo anterior, se considera que un aspecto prioritario es que el conocimiento permanezca accesible para todos a lo largo de toda la vida, lo que hace necesario implementar medidas para asegurar la coordinación y cooperación entre los diversos sectores, al interior de cada uno de éstos y, en especial, entre los diferentes niveles educativos.

Es indispensable que en este milenio, la educación superior haga prevalecer los valores e ideales de una cultura de paz, y que se maneje a nivel de una comunidad internacional, con el fin de que los conocimientos y habilidades adquiridos sean empleados de manera benéfica para la humanidad.

En las Instituciones de Enseñanza Superior (IES) debe promoverse la transformación y expansión de la educación, la mejora de su calidad y su pertinencia. Es esencial tomar en cuenta que para resolver las principales dificultades que acechan a la sociedad del conocimiento, deben participar los gobiernos e instituciones de educación superior, así como todas las partes interesadas, comprendidos los estudiantes y sus familias, los profesores, el mundo de los negocios y la industria, los sectores público y privado de la economía, los parlamentos, los medios de comunicación, la comunidad, las asociaciones profesionales y la sociedad, asumiendo mayores responsabilidades para con la sociedad y rindiendo cuentas sobre la utilización de los recursos públicos y privados, nacionales o internacionales.

Mediante la educación se accede al conocimiento y éste es un insumo fundamental para el desarrollo económico y el empleo de las naciones»

Los sistemas de educación superior deben aumentar su capacidad para vivir en medio de la incertidumbre, para transformarse y provocar el cambio, para atender las necesidades sociales y fomentar la solidaridad y la igualdad; preservar y ejercer el rigor y la originalidad científicos con espíritu imparcial por ser un requisito previo decisivo para alcanzar y mantener un nivel indispensable de calidad; y colocar a los estudiantes en el primer plano de sus preocupaciones en la perspectiva de una educación a lo largo de toda la vida, a fin de que se puedan integrar plenamente en la sociedad mundial del siglo XXI.

M. en C. Marcela Rojas Ortega
Subdirectora de Servicios Educativos e Integración Social
Escuela Superior de Comercio y Administración, Tepepan
Instituto Politécnico Nacional
marojas@ipn.mx

Los egresados de las diversas profesiones: se deberán formar en ambientes que les permitan abordar y proponer alternativas de solución a los complejos problemas del entorno,… que requieren de mayores habilidades y conocimientos, en un mundo en el que los valores y actitudes son imprescindibles para garantizar la convivencia con el medio ambiente y el respeto a la diversidad (Villa y Parada, 2004, Pág. 68).

M. en C. María de la Luz Pirrón Curiel
Presidenta de la Academia de
Asignaturas afines del Área Humanística
Escuela Superior de Comercio y Administración, Tepepan
Instituto Politécnico Nacional
mpirron@ipn.mx

Por lo tanto, es fundamental iniciar acciones que permitan desarrollar valores en los estudiantes como actores principales del proceso educativo, lo que permitirá trascender a la parte puramente técnica de cada profesión, y tener un marco de referencia sólido desde el cual el estudiante pueda tomar decisiones sobre el avance y el ejercicio de su profesión.

El modelo educativo propone la reestructuración de los programas de estudio a nivel superior de acuerdo con las recomendaciones de la UNESCO, haciéndolos más flexibles, de carácter integral, con opción a transitar entre programas y modalidades.

El modelo contempla:

• La formación integral.

• La combinación de conocimientos, habilidades, actitudes y valores.

• La combinación de la teoría con la práctica para contribuir con el desarrollo sustentable.

En cuanto a los aspectos culturales, “actitudinales” y “valorales”, la formación integral: considera el desarrollo armónico de todas las dimensiones del estudiante. Es decir, implica por una parte, la formación en los conocimientos propios de la profesión y de los conocimientos básicos, aquéllos que proporcionan las herramientas intelectuales esenciales para el aprendizaje permanente y la resolución de problemas complejos que requieren la concurrencia de diversas disciplinas (Villa y Parada, 2004, Pág. 74).

El modelo educativo recomendado por la UN ESCO contempla: formación integral; combinación de conocimientos, habilidades, actitudes y valores; y combinación de la teoría con la práctica, para contribuir con el desarrollo sustentable»

La anterior perspectiva, se refiere a la formación en valores humanos y sociales como: respeto, tolerancia, honestidad, responsabilidad, consideración, orden y justicia.

Situación actual

La educación superior ha dado sobradas pruebas de su viabilidad a lo largo de los siglos y de su capacidad para transformarse y propiciar el cambio y el progreso de la sociedad. Debido al alcance y el ritmo de las transformaciones, la sociedad cada vez tiende más a basarse en el conocimiento, razón de que la educación superior y la investigación formen, hoy en día, parte fundamental del desarrollo cultural y socioeconómico, ecológicamente sostenible en las comunidades y las naciones.

Para hacer frente a imponentes desafíos, la propia educación superior debe emprender la “transformación y la renovación más radicales que jamás haya tenido por delante” (Conferencia mundial para la educación,1998), tomando en cuenta que la sociedad contemporánea vive una profunda crisis de valores y que es necesario trascender las consideraciones meramente económicas y asumir dimensiones de moralidad y espiritualidad más arraigadas, que permitan el desarrollo de la humanidad.

Se hace necesario que los sistemas de educación superior desarrollen capacidades para enfrentar lo que implica vivir en la incertidumbre, para transformarse y promover cambios que permitan atender las necesidades sociales y fomentar la solidaridad y la igualdad; poniendo en práctica el rigor y la originalidad científica para alcanzar y mantener el nivel de calidad deseable. Lo anterior, centrando en el primer plano de atención a los estudiantes, con la perspectiva de comprometerlos con una educación a lo largo de toda la vida, con el fin de que puedan integrarse plenamente en la sociedad mundial del siglo XXI.

Como se observa, los valores son fundamentales para lograr los objetivos del modelo educativo actual, así como las características de los estudiantes. En lo que se refiere al nivel cultural de los estudiantes, éste matiza su aprendizaje y la forma en que será empleado lo aprendido. Es fundamental que el alumno cuente con las bases necesarias, en cuanto a: manejo del lenguaje, cultura general, valores y ubicación social, aprovechando óptimamente los contenidos teóricos y prácticos de su formación profesional, para que, posteriormente, pueda aplicarlos con eficiencia en el contexto laboral.

De Viana, sostiene que los procesos económicos y los nuevos tipos de negociaciones han provocado, a nivel mundial, la necesidad de reconformar los valores éticos: ya que se ha comprendido que la falta de ética es el mayor desencadenamiento de la autodestrucción de la sociedad (Molina et.al., 2007). En algunos países se observa que hay un escaso desarrollo de la conciencia ética, lo cual no significa que no tengan valores, pero sí que los valores se distorsionan con facilidad.

En la actualidad vivimos una época con visos de deshumanización, ya que los valores éticos entre profesores y alumnos se han perdido, en buena medida, debido a que el docente sólo se interesa por dar información y descuida el crecimiento personal. Lo cual implica que para cambiar estas actitudes se requiere de un gran esfuerzo para salir de la crisis.

La educación superior debe ofrecer mejores oportunidades para que los estudiantes logren su desarrollo personal, que no sólo implica adaptación, sino también la optimización del ambiente natural, social y cultural. Tomando en cuenta que todo cuanto atente contra la dignidad personal, psicológica o social, es inmoral, incluido aquello que atenta contra la salud y lo que pueda contribuir a fomentar antivalores, como la ignorancia, la violencia, la corrupción.

La educación debe ser vista como un arma para la superación del hombre: la educación no hace al hombre, sino que hace mejor al hombre, le da una cualidad; la educación perfecciona al hombre y en definitiva es el conjunto de hábitos operacionales bueno, que ayudan a desarrollar al hombre en sus facultades; estos hábitos inciden sobre las facultades específicamente humanas: la inteligencia y la voluntad (Molina et.al., 2007).

Hoy en día, la educación de los valores es una exigencia social, igualmente confronta vicisitudes por el hecho de tener que partir de la realidad existente. La autoestima en sus niveles más bajos, debido a la crisis material y espiritual, agobia a un buen sector de la población estudiantil. La creatividad se ha mezclado con frecuencia con la picardía debido, unas veces a la viveza natural y otra motivada por la imitación. La ética se ha matizado por una visión mercantilista, donde comúnmente se espera algo inmediato a cambio de lo que se hace, ésta es una de las principales desventajas que forman parte del marco de referencia al cual debe enfrentarse el docente, quien debe contribuir a cambiar este aspecto moral.

Al respecto, Guadalupe (2000), propone que para facilitar la labor educativa, pueden implementarse diversas medidas para afrontar los problemas en el área de valores y cumplir con el propósito de formar hombres capaces de superar las más grandes dificultades. Este autor menciona que a partir de su experiencia como catedrático, los valores que deben fomentarse en la educación superior son: amistad, creatividad, libertad, alegría, autoestima, igualdad, humildad, respeto, dignidad, sensibilidad.

Un valor que se debe fomentar es la sabiduría, tomando en consideración que vivir sabiamente no significa saber muchas cosas, sino saber vivir en plenitud, dando significado a la totalidad de la existencia. La sabiduría no procede en el cultivo de las capacidades mentales o la acumulación de conocimientos, tampoco de las habilidades corporales. La sabiduría procede más bien de despertar las múltiples inteligencias que nos permitan conocer y conocerse para vivir conscientes. En la medida en que los docentes interioricen esto y lo plasmen en su forma de actuar, ayudarán a sus alumnos a ser hombres y mujeres capaces de interiorizar el conocimiento dándole un significado, para lograr ser personas plenas.

Otro valor importante es la verdad: no vive en la verdad quien simplemente acepta y cree determinadas formulaciones de la misma. La verdad es algo externo al hombre: es una realidad viviente y actuante (Guadalupe, 2000). Vive verdaderamente quien, en consecuencia, es coherente consigo mismo.

Estos valores nos marcan un camino por recorrer y un proyecto de vida para acentuar más nuestro crecimiento y aportar al sistema educativo y al país. Para que la educación a nivel superior parta de una educación en valores.

Cuando el docente como persona y educador, se percata de la gran misión que tiene entre sus manos, la educación adquiere una nueva connotación y es cuando toma un nuevo sentido, el docente se considera con una misión a cumplir, se acaban los discursos y se comparten las propias vivencias. Esta manera de vivir la educación, debe estar enmarcada en una normativa, cuyo conocimiento se supone, en quien está inmerso en una verdadera formación docente, ya que las leyes y normas contienen en sí misma la filosofía que sustenta al sistema educativo y determinan los valores que configuran el perfil deseado.

Cada día la sociedad demanda con más fuerza a las universidades, la formación de profesionales competentes. La calidad en la formación del profesional depende no sólo de los conocimientos y habilidades que desarrolle en el currículum universitario, sino también de los intereses y valores que regulan su actuación profesional.

Conclusión

El amor a la profesión, la responsabilidad y la honestidad constituyen valores esenciales reguladores de la actuación de un profesional competente, los cuales deberían reforzarse y difundirse a partir de la educación. Para una educación acertada de los valores, es conveniente tomar en cuenta los siguientes criterios: valorar la responsabilidad, cambio, social, creatividad, autonomía, cooperación y el bien común en contraposición al individualismo.

Estos retos implican una visión muy amplia que permita integrar planes y programas de estudio que contemplen la formación integral del estudiante, al considerar que todo conocimiento o habilidad debe emplearse con valores que contribuyan al crecimiento sostenido de la sociedad, tomando en cuenta lo que esto implica. Los conocimientos desvinculados de una visión humanista pueden convertirse en un peligro para la comunidad mundial, mientras que los valores permitirán darle un sentido y aplicación a lo aprendido, lo cual redundará en beneficio de todos.

Por lo anterior, se propone que para enfrentar la situación actual, los planes de estudios de las diferentes profesiones incluyan asignaturas o módulos en los que se reflexione sobre temas relacionados con los valores y su trascendencia, además de incluir, como parte de la formación en cada una de las asignaturas, un enfoque integral que permita la reflexión sobre los valores en la aplicación de cada una de las competencias adquiridas, mediante actividades específicas de aprendizaje.

Bibliografía

Ramos, Ma. Guadalupe, Para educar en valores, Colección
Vivir 1, Ed. Paulinas, Caracas, 2000, Pág. 121.
Molina, Pérez, Suárez y Rodríguez, La importancia de formar
en valores en la educación superior. Venezuela, Revista estudio
Pro, volumen 46, N°1, 2008.
Villa Rivera, Enrique y Parada Arias, Efrén, Un nuevo modelo
educativo para el IPN, Instituto Politécnico Nacional, México,
2004.


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