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ISSN 2594-1976
Artículos

Encuesta Sobre Delitos Económicos

admin - 3 junio, 2010

La Quinta Encuesta Global sobre Delitos Económicos llevada a cabo de julio a septiembre de 2009, se publicó por PricewaterhouseCoopers junto con la Escuela de Negocios IN SEAD , en noviembre de 2009. Esta encuesta contó con la participación de 3,037 organizaciones en 54 países, siendo nuestro país uno de los más activos participantes. En ésta participó todo tipo de organizaciones, sin distinguir el tamaño, la industria en la que se desenvuelven o la estructura accionaria de las mismas

Es importante destacar la frecuencia de los delitos económicos, aun en organizaciones que no estiman haber sido afectadas por la mencionada crisis económica. Por ello, consideramos que existe una correlación entre el riesgo de fraude y la crisis económica, siendo la presente, la más severa que ha experimentado la mayoría de las economías en los últimos 100 años; sin embargo, los delitos económicos tienen un ciclo de vida por sí mismos y pueden transcurrir algunos meses o años, desde su génesis, antes de que un delito económico sea descubierto. Esto es, conoceremos con mayor precisión la correlación entre el riesgo de fraude y la crisis económica, en nuestro siguiente estudio bienal.

En 2009, las organizaciones participantes en México reportaron haber sido víctimas de fraude en 51% de los casos; es decir, más de la mitad de las organizaciones que fueron entrevistadas reportaron haber sufrido incidentes de fraude, más allá de lo reportado en 2007, año en que la cifra fue de 46%; mientras que, en 2005, 42% reportó casos de fraude.

El hecho de que nuestro país se encuentre entre los países que reportaron un mayor porcentaje de fraudes es un reflejo de cierto nivel de maduración que han alcanzado las organizaciones mexicanas, gracias a una mayor apertura para discutir el tema y compartir experiencias y estrategias para su prevención, detección y combate. Si bien es cierto que México tiene un largo camino por recorrer en materia de transparencia e índice de corrupción, creemos que esa apertura será positiva para mejorar estos aspectos que han representado un foco de atención para los potenciales inversionistas.

El delito económico es un fenómeno que ataca por igual a organizaciones grandes, medianas o pequeñas, con independencia del ciclo económico particular al que se enfrenten»

Las organizaciones mexicanas, al igual que las de otros países, reportaron este fenómeno como algo constante que no descansa o se detiene, porque la empresa esté en medio de una crisis económica o en una época de prosperidad. Es decir, el delito económico es un fenómeno dañino para las organizaciones, ya que las ataca por igual sin importar que sean grandes, medianas o pequeñas, con independencia del ciclo económico particular al que se enfrenten.

L.C. Juan Manuel Navarrete
Director en el área de Servicios Forenses-Servicios de Asesoría
Financiera, PricewaterhouseCoopers
juan.manuel.navarrete@mx.pwc.com

Otro aspecto a destacar es que tanto las organizaciones participantes que cuentan con un esquema de compensación fijo para la alta gerencia como aquéllas con un esquema de compensación variable sufrieron fraudes. De las organizaciones mexicanas con una porción variable del esquema de compensación de la alta gerencia, 50% reportó haber sufrido fraude, mientras que 54% para el caso de las que tienen un esquema de compensación fijo para la alta gerencia. Lo anterior sugiere que el delito económico es inmune a la estructura de la compensación de la alta gerencia; otra posible explicación es que se necesitan mejorar los procedimientos y el compromiso de las organizaciones para detectar la participación de miembros de la alta gerencia en los delitos económicos, mediante el uso de herramientas de investigación más sofisticadas.

Los tres principales tipos de fraude reportados son: malversación de activos, corrupción y mordida, y fraude contable

La amplia presencia del fraude en las organizaciones mexicanas se manifiesta en
todas las industrias, pero algunas de ellas reportaron un mayor número de incidentes que otras. Por ejemplo, el sector de los servicios financieros y la industria manufacturera fueron los casos más relevantes con 17 y 15% de los casos de fraude reportados, respectivamente. También es sobresaliente que todas las empresas de la industria química que fueron encuestadas reportaron incidencias de fraude. La lección que podemos aprender de lo anterior es que no hay una sola industria que se considere a salvo de este fenómeno.

En cuanto a las consecuencias de los delitos económicos, fundamentalmente las hemos dividido en dos:

• Las financieras, que se refieren a los costos directos asociados a los delitos económicos.

• Las no financieras, que se refieren a los daños colaterales cuyo cómputo es muy complicado, pero no por ello menos significativo.

En cuanto a las consecuencias financieras de los delitos económicos, 29% de las organizaciones participantes que los reportaron estimaron que tuvieron un impacto superior a US$500,000 y un tercio de los que reportaron fraude contable ubicaron dicha cifra en más de US$1,000,000. En relación con las consecuencias no financieras las principales fueron las relativas a la moral de los empleados, la reputación de las organizaciones, afectaciones de las relaciones de negocios, con agencias reguladoras, el precio de la acción, etc. Debido a la subjetividad de este tema, creemos más importante destacar que existe un costo, en general, de los delitos económicos que precisar una metodología de cálculo para conocer el impacto financiero y no financiero del fraude.

Cerca de 60% de las organizaciones participantes reportaron un declive en su desempeño financiero en los pasados doce meses, y poco más de la mitad también declaró percibir un incremento en el riesgo de delitos económicos. En cuanto a la frecuencia en el número de incidencias de fraude comparado con los doce meses anteriores: 54% reportó un mayor número de casos de fraude, 25% no experimentó ningún cambio, 19% indicó que hubo una disminución en el número de incidencias y 2% no tuvo respuesta. La combinación de una mayor percepción del riesgo de fraude y un mayor número de casos de fraude resulta letal para algunas organizaciones que carecen de los recursos necesarios para disminuir el riesgo de fraude e incrementar las labores de vigilancia para el combate del fraude.

Por otro lado, 52% de las organizaciones atribuyó la existencia de un mayor riesgo de fraude a los incentivos/ presiones que reciban los potenciales defraudadores, mientras que 31% opinó que las reducciones de costos causan debilidades en los sistemas de control que provocan el mismo fenómeno, el 17% restante reportó que el proceso de racionalización para cometer un delito económico fue la causa que contribuye a incrementar el riesgo de fraude.

Las organizaciones participantes reportaron que los principales factores que favorecen el incremento de presiones son: miedo a perder el trabajo en medio de la crisis económica y tratar de alcanzar metas financieras irreales o difíciles; 80% estima que las reducciones de personal generan un mayor número de oportunidades para cometer delitos económicos porque esas reducciones tienden a debilitar los controles establecidos, las actividades de supervisión y/o monitoreo, y 57% consideró que los defraudadores justificaron sus acciones debido a su deseo de mantener un estándar de vida. La diversidad de razones no justifica de ninguna manera la comisión de un fraude; sin embargo, nos permite entender mejor este fenómeno en cuanto a su origen, lo cual acompañado de una disminución de las oportunidades para cometerlo contribuirán a un combate más efectivo.

Los tres principales tipos de fraude reportados son:

• Malversación de activos (71%).

• Corrupción y mordida (27%).

• Fraude contable (23%).

Si bien el fraude contable es el menor de los tres aquí mencionados, por otra parte, ha sido el de mayor crecimiento, ya que de 2007 a 2009 ese crecimiento fue de 187%. Debido a su naturaleza, el fraude contable requiere un mayor tiempo promedio para su descubrimiento y tiende a ser el de mayor impacto financiero para las organizaciones, porque genera desconfianza en inversionistas potenciales y actuales, clientes, proveedores y la comunidad financiera en general.

También, 75% de los defraudadores trabajan para la organización defraudada y el análisis por industria nos mostró que los defraudadores internos fueron los autores en todos los casos de estos fraude reportados, como son: tecnología, entretenimiento, farmacéutica, ingeniería y construcción, transportación y logística, energía, servicios públicos y minería, automotriz, entretenimiento y servicios profesionales. Del mismo modo, quedó establecido el aumento significativo de los fraudes cuya autoría fue atribuida a la gerencia media que pasó de 19% en 2007, a 44% en 2009, de los casos reportados, con el propósito principal de mantener su nivel de vida.

Las organizaciones tienen al enemigo en casa y deben prepararse para combatirlo con todos los medios a su alcance, evitando que los controles sean anulados por distintas circunstancias o que dependan de la confianza depositada en una persona.

En cuanto a los métodos de detección inicial de fraude, 48% de los casos reportados ocurrió por métodos no planeados o controlados como son: la denuncia interna, la denuncia externa y los detectados por accidente. Esta cifra es muy superior a los casos reportados por otros métodos más formales, como son la evaluación de riesgos de fraude o sistemas electrónicos automatizados de reporte de transacciones sospechosas, que reportaron 2% de las incidencias de fraude, por cada método.

La época actual demanda de las organizaciones un esfuerzo decidido para prevenir y detectar activamente los delitos económicos. Las decisiones que adopten esas organizaciones suelen ser costosas y deben enfrentar los retos económicos inherentes, porque invertir en la prevención y detección de fraude parece ser un lujo en una época de crisis; sin embargo, debemos reconocer que las empresas requieren decisiones de largo plazo para visualizar que es más costoso para ellas enfrentar las consecuencias de un fraude, comparado con el costo de implantar mecanismos apropiados de prevención y detección.

Las organizaciones encuestadas reportaron que aproximadamente 25% de ellas no llevó a cabo una evaluación del riesgo de fraude en los pasados doce meses; 47% no cambió la frecuencia de dichas evaluaciones, comparados al año anterior y más de la cuarta parte de ellas no hizo cambios en su proceso de prevención de fraude y control para reflejar los cambios en el nivel de amenazas de fraude.

El hecho de no llevar a cabo una evaluación del riesgo de fraude o mantener sin cambio la frecuencia de su ejecución, es inconsistente con el compromiso de la alta gerencia que desea mitigar el riesgo de fraude e incrementar su nivel de detección en las etapas más tempranas de los fraudes. Las organizaciones podrán enfrentar con mayor éxito los cambios en el nivel de las amenazas de fraude en la medida que reaccionen con mayor oportunidad ante ellas y fortalezcan los mecanismos a su alcance para la prevención y detección de los delitos económicos.

Las organizaciones tienen al enemigo en casa y deben prepararse para combatirlo con todos los medios a su alcance»

Las organizaciones encuestadas a menudo han subestimado su futura exposición
al fraude, como es el caso de la malversación de activos. Las organizaciones mexicanas reportaron en 2007 que estimaban que se consideraban expuestas a este delito en 15% de los casos; mientras que, en 2009, 36% del total de las empresas encuestadas reportó haber sufrido malversación de activos, es decir superó la expectativa de las empresas en 140%. En otras palabras, para que las organizaciones estén mejor preparadas para enfrentar los riesgos de fraude específicos, deberán hacer un análisis minucioso de sus riesgos particulares que les permita diseñar y establecer mecanismos que mitiguen su exposición a un fraude en particular.

El análisis de los funcionarios y/o empleados asignados para responder a esta encuesta, encontró que sólo 38% de los casos reportados se llevó a cabo por miembros de la alta gerencia, lo cual refleja un bajo nivel de participación de la misma. Las mejores prácticas corporativas establecen que los miembros de la alta gerencia deben predicar con el ejemplo, para establecer las expectativas y niveles de tolerancia en lo que respecta al fraude y comunicar claramente a todos los miembros de una organización el cero nivel de tolerancia respecto al fraude.

El Suplemento México y la Quinta Encuesta Global de Delitos Económicos están disponibles para su consulta en:

www.pwc.com/survey

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Contaduría Pública es una publicación mensual editada por el Instituto Mexicano de Contadores Públicos, A.C. (IMCP), Bosques de Tabachines 44 Fracc. Bosques de las Lomas 11700. Ciudad de México +5255 5267 6400 / ISSN 2594-1976 www.imcp.org.mx

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