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ISSN 2594-1976
Artículos

Desaparición del euro

admin - 6 julio, 2010

Los últimos acontecimientos en Grecia y otros países europeos han puesto en duda la viabilidad respecto a que se mantenga la unidad monetaria en ese continente. Existen visiones encontradas que van desde quienes piensan que la caída de la moneda europea es inminente, hasta los que creen que es imposible que suceda. Resulta interesante recordar por qué se impulsó la implementación del euro con el fin de dar rumbo a esta discusión.
A principios de la década de 1990, muchos países europeos habían alcanzado cierto desarrollo económico y la integración comercial se empezó a dar de manera natural. Esto hizo factible la conformación de un bloque comercial que permitiera abatir costos administrativos y de transacción. Debido a ello, surgió la necesidad de crear una moneda única que pudiera eliminar la volatilidad del mercado cambiario. En el Tratado de Maastricht se establecieron los criterios que los países debían cumplir para ser miembros de la Unión Monetaria. Entre ellos, se impuso como norma tener un déficit fiscal máximo de 3% del PIB y una deuda pública no mayor a 60% del mismo. Por desgracia, estos parámetros quedaron definidos sólo como reglas y no se establecieron mecanismos formales que permitieran garantizar su cumplimiento.

Los acontecimientos recientes en Europa muestran las consecuencias de este error. Las enormes asimetrías económicas que hay entre los países miembros han originado que la Unión Monetaria funcione como una “camisa de fuerza” que resta flexibilidad para corregir, al menos en parte, los desequilibrios que presentan países como Grecia. Si este país tuviera su propia moneda podría devaluar y recobrar cierta competitividad externa, pero al no ser así, Grecia estará destinado a corregir sus problemas mediante un fuerte recorte al gasto y mayores impuestos.
Debido a esto, han surgido opiniones que ponen en duda la viabilidad de que se mantenga el euro como moneda única. Para añadir argumentos a esta discusión, debe tenerse en cuenta lo ocurridoen Europa a principios de la década de 1990. Los países desarrollados registraron una actividad económica baja (su PIB en conjunto creció 2.1% en 1990; 0.3% en 1991; 1.5% en 1992) y un incremento de su desempleo (la tasa se ubicó en 6.1% en 1990; 7.1% en 1991 y 7.8% en 1992).
Las causas de ese mal desempeño tienen que ver con las políticas monetarias restrictivas que se establecieron con el fin de contener el avance de los precios que estaba ocurriendo (la inflación promedio en 1988 y 1989 fue de 3.6% y se incrementó a 5.2% en 1990). Los costos de mantener las tasas de interés elevadas fueron una menor actividad económica y el surgimiento de tensiones en los mercados financieros en torno al futuro del Consejo de la Comunidad Europea. En 1992, algunos países europeos presentaban un panorama particularmente complicado, por ejemplo, la tasa de desocupación de España se ubicó en 20%, mientras que la de Italia en 11%.

Además, los desequilibrios fiscales de algunos países del Sistema Monetario Europeo (SME), las diferencias estructurales de cada país, el sobreendeudamiento y la política monetaria altamente restrictiva de Alemania ante un persistente déficit fiscal aumentó el nerviosismo de los agentes económicos y se presentaron ataques especulativos en contra de las monedas del SME, así como devaluaciones.

La banda de flotación que establecía el Mecanismo de Tipos de Cambio (MTC) del SME se estrechó de 6 a 2.25% en enero de 1990 con el propósito de promover una mayor estabilidad de las monedas. Sin embargo, la lira italiana cayó hasta su menor nivel en junio y las Reservas Internacionales (RI) disminuyeron 14% en el mismo mes, en un esfuerzo por contener las presiones sobre la moneda. La misma suerte corrió la libra esterlina el 26 de agosto, por lo que los gobiernos de Inglaterra e Italia anunciaron el retiro momentáneo de sus monedas del MTC.
Estos eventos provocaron un mayor nerviosismo en los mercados financieros y un recrudecimiento de los ataques especulativos. El 8 de septiembre, Finlandia abandonó el esquema cambiario de tipo de cambio fijo, ocasionando una devaluación inmediata del marco finlandés de 15%; el 13 de septiembre Italia, prácticamente ya sin RI, devaluó la lira 7%. El 16 de septiembre el Comité Monetario de la Comunidad Europea rechazó la propuesta de Inglaterra de suspender definitivamente el MTC y autorizó una devaluación de 5% de la peseta. Los países que se negaron a modificar su paridad cambiaria incurrieron en una pérdida cuantiosa de RI. Por ejemplo, Francia perdió32 mil millones de dólares (mmd) en una sola semana durante septiembre tratando de defender al franco y Suecia abandonó el esquema de tipo de cambio fijo que mantenía con el ecu el 19 de noviembre, luego de perder 26 mmd en seis días, algo así como 10% de su PIB.
En noviembre de 1992, la peseta y el escudo se devaluaron 3%, mientras que el 10 de diciembre Noruega abandonó su tipo de cambio fijo con el ecu. De septiembre a finales de noviembre, la libra esterlina se devaluó 16% y la lira italiana 14%. En 1993 continuaron los ataques especulativos. El 30 de enero de este año, Irlanda devaluó su moneda 10% dentro del MTC y España, ante la pérdida de RI, se vio obligada a hacer lo mismo en 8% el 13 de mayo. Con ello, se recrudecieron los ataques contra el escudo de Portugal que se devaluó nuevamente 6.5%.
Con estos antecedentes, la aversión al riesgo se concentró en el país que más había aguantado devaluar su moneda, es decir, Francia. En un día, el 29 de julio de 1993, Francia perdió casi 32 mmd defendiendo al franco. Si esta moneda caía, las posibilidades de llegar a consolidar el objetivo de una Unión Europea prácticamente se esfumaban. En una medida extrema, los gobernadores de los bancos centrales de Europa decidieron ampliar 15% las bandas del MTC en agosto de 1993. Con un mayor margen de flotación de las monedas, los riesgos de perder apostando en contra de las monedas europeas aumentaron y se logró aminorar la especulación.

El principal mecanismo usado para contener los ataques especulativo fue el incremento de las tasas de interés y, cuando esto no fue suficiente, el uso de casi todas las RI. El resultado fue un pobre desempeño económico y un incremento en la tasa de desempleo en los siguientes años. La historia de las devaluaciones en Europa muestra lo complicado y doloroso que es para una economía, tan relacionada e integrada comercialmente como la europea, contar con diversos tipos de cambio sujetos a una gran volatilidad.

Es difícil pensar que los países europeos quieran regresar al esquema anterior al euro. Sin embargo, tendrán que hacer ajustes importantes para que no se vuelvan a presentar situaciones en las que los desequilibrios presupuestales pongan en tela de juicio la viabilidad del euro. Las medidas se asocian a la creación de una institución que permita ordenar, administrar y supervisar la política fiscal de todos los países que forman parte de la Unión Monetaria.

Es decir, el equivalente del Banco Central Europeo (BCE) que tiene como objetivo emitir la moneda y regular la política monetaria de todos los países miembros.

En conclusión, los costos de retirar al euro del mercado serían enormes. Entre ellos se encuentran la volatilidad de las monedas y el mensaje de no tener la capacidad de sanar las economías con mayores desequilibrios. Por ello, se aprobó el paquete de apoyo de casi un billón de dólares -750 mil millones de euros (mme)- y la disposición del BCE de comprar los bonos de los países con problemas. Sin duda, tendrán que hacerse ajustes específicos para garantizar la viabilidad del euro, pero el costo será mucho menor que volver al esquema anterior.

Lic. Manuel Guzmán Moreno
Director de Análisis y Estrategia Económica
Ixe Grupo Financiero
mguzman@ixe.com.mx
Lic. Janneth Quiroz Zamora
Analista
jquiroz1@ixe.com.mx

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