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ISSN 2594-1976
Artículos

Cerebro femenino. En el mundo profesional

admin - 1 septiembre, 2011

Mtra. Marcela Infante Fernández
Directora del Área de Salud y Psicoterapia
Reencuadre, S.C.

Es un hecho innegable de la naturaleza que hombres y mujeres fuimos programados para ser diferentes. Aunque algunas diferencias son el resultado de la educación y el entrenamiento social y familiar, la verdad es que somos diferentes en términos biológicos, y si nuestra biología es diferente, por conclusión lógica, nuestra experiencia de la realidad no puede ser la misma. La forma en que nuestros cerebros están estructurados y cómo funcionan no es igual. No existe el cerebro sin sexo. Nuestros cerebros son distintos desde antes de nuestro nacimiento

Por siglos nuestra civilización occidental ha descansado sobre la base del paradigma patriarcal; es decir, se ha fundamentado en la autoridad de los hombres sobre las mujeres. De esto es fácil deducir que nuestro sistema de creencias acerca de lo que es o no verdadero, posible o deseable, también sigue reglas de tendencia masculina.
Tenemos un antiguo y arraigado rechazo a lo femenino. Es tan profundo y de alcances tan enormes que lo mismo afecta a hombres que ha mujeres y subyace en la mayoría de nuestras decisiones y elecciones, ya sean cotidianas o extraordinarias.

La evolución debe comenzar en el yo individual…*

El cerebro
El cerebro es el motor que nos suministra energía en la vida y la sede de nuestros pensamientos y nuestra consciencia. Por medio de él procesamos todo aquello que percibimos mediante los sentidos y le otorgamos significados, materia prima con la que tejemos nuestra realidad personal. Dirige nuestros impulsos, valores y la interpretación del mundo que nos rodea.
Conocer la manera en que está estructurado y cómo funciona se vuelve, por lo tanto, un camino necesario para conocernos a nosotros mismos y aprender a respetar al sexo contrario.
Aceptar las diferencias en la programación de los sexos ayuda a liberarnos de expectativas poco realistas y permite aceptarnos mutuamente como somos. Podremos transformar en ventajas aquello que en principio nos pudo parecer un obstáculo y descubrir que en el mundo laboral, el hombre y la mujer somos complementarios, si nos permitimos trabajar como un verdadero equipo.

Reconocer y respetar nuestras diferencias
Para crear una nueva perspectiva de la vida y dejar escapar la convención social debemos empezar por nosotros mismos. Como lo sostiene Joe Dispenza, D.C., en su libro Desarrolle su Cerebro: “la evolución debe comenzar en el yo individual”. Es tiempo de que las mujeres nos conozcamos con profundidad y aprendamos a valorar nuestra unicidad, convirtiendo a nuestra femineidad en la mejor de nuestras aliadas para alcanzar el éxito y dejar una huella en el mundo. Es tiempo de reconocernos capaces desde nuestra muy particular manera de ser y de percibir, y convertir todo aquello que nos caracteriza en un conjunto de recursos y fortalezas. Es tiempo de que dejemos de compararnos, auto-denigrarnos y obligarnos a ser lo que nunca hemos sido ni seremos: ¡hombres! Es tiempo de que reconozcamos que precisamente en el hecho de ser mujeres se encuentra nuestra mayor riqueza, sin que por ello caigamos en el error de devaluar o denigrar al sexo opuesto. Si queremos ser valoradas por quiénes somos, tenemos que empezar por conocernos, aceptarnos y valorarnos a nosotras mismas.

Diferentes rutas al éxito
A la fecha no se ha encontrado ninguna diferencia en el éxito que hombres y mujeres podemos alcanzar en nuestros proyectos, pero sí se ha visto que existe una diferencia significativa en la manera de lograrlo.
Hay dos aspectos de nuestra programación neurológica y bioquímica que desempeñan un papel fundamental en las diferencias existentes entre ambos sexos:

  • El manejo de la agresión. Por agresión se entiende la energía e impulso que nos lleva a superar obstáculos, enfrentar riesgos y alcanzar nuestros objetivos. Es gracias a ella que somos capaces de alcanzar nuestras metas.
  • Las metas son el otro aspecto que subyace tras todo lo que nos hace tan diferentes. Aquello que es importante para los hombres a nivel cerebral y social es muy diferente a lo que le importa a las mujeres, y siendo nuestras metas e intereses tan distintos, naturalmente, el empleo de nuestra energía proactiva sigue procedimientos y direcciones sumamente distintos.

Como lo señala Louann Brizendine en su libro El cerebro femenino, para el cerebro de la mujer lo importante es establecer conexiones, crear comunidad y organizar sus relaciones más significativas, de tal manera que ella sea el centro de las mismas. Por lo tanto, cuando se compara a la mujer con el hombre, se puede cometer la equivocación de creer que la mujer no tiene la energía agresiva necesaria para encaminarse a sus metas, enfrentar y superar retos, pero esto es solo una apreciación superficial.
Es cierto que el hombre posee 20 veces más energía agresiva que la mujer; sin embargo, no siempre es un factor que facilita el alcance de los objetivos, por el contrario, bajo ciertas circunstancias puede, incluso, ser un obstáculo. Por su parte, la mujer tiene la necesaria y suficiente agresión para conseguir lo que busca, solo hay que enfatizar que eso que busca, dista mucho de ser lo que el hombre desea. Lo que la mujer quiere implica ser parte de toda comunicación, relación o contacto profundo que esté teniendo lugar en un momento dado, y no una parte cualquiera, sino una parte fundamental. Sabe que ser abierta y frontal como los hombres puede poner en peligro sus relaciones. En lugar de ello, y al servicio de sus objetivos, la utilización de la agresión femenina implica métodos de inclusión más que de exclusión.
La mujer no busca sacar al contrincante de en medio, sino ganárselo a tal punto que ella sea su centro de atención. Frente a una situación estresante o crítica, la mujer responde con acciones nutritivas y la creación de redes sociales de apoyo. Para lograrlo utiliza su mejor y más desarrollada herramienta: el lenguaje.

La comunicación verbal
En el cerebro femenino, el área cerebral que maneja la agresión está conectada a la comunicación verbal, no hacia la acción directa como en el masculino.
En porcentaje, las mujeres dedican mucho más tiempo a hablar y a escuchar en comparación con los hombres. En promedio, una mujer habla de dos a tres veces más palabras por día que un hombre, y más rápido. Gracias a esta cualidad, la mujer es extraordinariamente hábil para crear ambientes fraternos, esforzarse por mantener relaciones sociales y comunitarias, sanas y cercanas, gestionar actividades y espacios recreativos adecuados, así como otras actividades que de alguna forma han sido el fundamento de nuestras vidas en el seno familiar.

Tendencias organizacionales
Lo interesante es que las últimas investigaciones sobre las organizaciones han develado datos que confirman que este tipo de actividades llamadas “de gestión”, son de fundamental importancia y redundan en ambientes más sanos, de mayor motivación e integración, y de mayor productividad. Por el contrario, el esfuerzo que realizan algunas mujeres por desempeñarse en formas más parecidas a los hombres en el espacio laboral no deriva en un mejor ambiente ni en un alto desempeño.
Esto ha quedado corroborado por el experto Mitch McCrimmon, quien sostiene que los retos actuales han obligado a las empresas a volverse cada vez más femeninas, en el sentido de enfatizar y revalorar las habilidades interpersonales. Como ejemplo señala que 15 de las 500 empresas más importantes del mundo están hoy dirigidas por mujeres. McCrimmon publicó un artículo en Management Issues, en el cual hizo mención a los prejuicios que se asocian con los hombres, describiéndolos como agresivos en exceso, individualistas y competitivos, así como carentes de ciertas habilidades interpersonales que son muy codiciadas y valoradas por las compañías.
Otro descubrimiento relativamente reciente sobre el cerebro humano es el de la existencia de ciertas neuronas dedicadas solo a realizar la tarea que se conoce como “espejear”. Los científicos han comprobado que su número es mayor en los cerebros femeninos que en los masculinos. Esto hace que las mujeres sean capaces de “leer” en rostros, cuerpos, tonos de voz, etc., con enorme facilidad, entender las emociones de sus interlocutores incluso antes que ellos mismos y empatar con el mundo interno del otro con gran naturalidad.
Un estudio llevado a cabo por profesores de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia y de Maryland concluyó que las empresas que promocionan a las mujeres a puestos directivos o de mayor responsabilidad obtienen mejores resultados económicos. Según sus autores, David Gaddis Ross, de la Universidad de Columbia y Cristian Dezsö, de la Universidad de Maryland, este comportamiento económico es debido al estilo de dirección femenino y en concreto a su capacidad para gestionar las relaciones interpersonales dentro de la empresa, así como para conseguir que los empleados sean escuchados.
Desde este punto de vista, es un error imponer a las mujeres un estilo de funcionamiento masculino en el interior de las organizaciones, porque bajo estas condiciones se les obliga a limitar sus dones y capacidades naturales, para encasillarse en un patrón masculino esperado, lo cual reduce su capacidad creativa y habilidades interpersonales.

Soft Skills
Las llamadas soft skills o habilidades blandas, relacionadas con la comunicación, asertividad, coordinación, motivación, organización, adaptabilidad, flexibilidad y sentido del humor, son habilidades femeninas que redundan en mejoras muy productivas dentro de las organizaciones, las cuales son realizadas por las mujeres de forma natural cuando son libres de expresarse profesional y laboralmente.
Por mucho tiempo, la cultura organizativa de las empresas en que dominaba la presencia masculina, tendía a crear ambientes de feroz competencia, falta de comunicación y actitudes individualistas. Hoy en día son obvias las ventajas del trabajo en equipo, para el cual las mujeres están biológicamente diseñadas.
Los hombres que disfrutan y valoran el trabajar al lado de mujeres tienden a desarrollar una competencia más saludable, a practicar más la inter-independencia y a crear en la organización grupos de trabajo más homogéneos. De ellas suelen reconocer junto con su capacidad profesional: su carácter comprensivo, sensibilidad y empatía con los demás; cualidades que declaran echar de menos en sus jefes del sexo masculino. Esto de acuerdo con la firma consultora Hay Group, la cual ha investigado y concluido que cuando se trata de liderazgo empresarial, el femenino apunta más hacia las relaciones con los miembros de su equipo, en lugar de imponerse como una figura autoritaria, busca crear armonía entre los empleados y construye compromisos entre ellos.
La biológica representa el fundamento de nuestras personalidades y de nuestras tendencias conductuales. Cuando hacemos consciencia y comprendemos nuestra biología y programas neurológicos podemos elegir hacer de ellos nuestras más grandes cualidades. No se trata de alimentar la siempre inútil guerra entre los sexos. El objetivo es comprendernos a nosotras mismas y al sexo opuesto, de manera que podamos generar equipos de trabajo y de vida que nos lleven a alcanzar nuestros objetivos, para darnos el equilibrio y la satisfacción que todos deseamos en la vida.

Bibliografía
Louann Brizendine, M.D., The Female Brain, Broadway Books.
Joe Dispenza, D.C., Desarrolle su cerebro, Ed. Kier.
Dr. Christiane Northrup, Cuerpo de mujer, Sabiduría de mujer, Ed. Urano.
*Mitch McCrimmon, artículo en Management Issues, “Fresh Thinking About Leadership”.
David Gaddis Ross y Cristian Dezsö, citados en Mujeres al Mando: Empresas más Rentables.

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