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ISSN 2594-1976
Artículos

Cerebro lateralizado. Causa de la angustia-estrés

admin - 1 junio, 2012

Todos deseamos ser amados,
en su defecto, ser admirados,
en su defecto, ser temidos,
en su defecto, ser odiados y despreciados.
Deseamos despertar una emoción en quien quiera que sea el otro.
El alma se estremece ante la vida y busca el contacto, sin importar a qué costo
—Hjalmar Söderberg—

C.P. Manuel Arturo Esquerra Aragón
Maestro en Economía y Diplomado en Terapia Anatheorética
Director del Plantel CONALEP Iztapalapa IV
mea.direcc.225@df.conalep.edu.mx

Es la nuestra una cultura que nos impele a que busquemos satisfacciones materiales incompletas; que nos agotemos en una constante lucha competitiva con los demás; que permitamos que otros decidan cuáles son nuestras necesidades, preferencias y gustos; que realicemos actividades laborales insatisfactorias, que nos impiden el gozo de la creatividad; que vivamos en una sociedad carente de sentido profundo, sin valores auténticos, sin raíces familiares poderosas; que nos hallemos en un mundo que nos obliga a una búsqueda de satisfactores externos: televisión, viajes de fin de semana o los más largos en vacaciones; pero no logramos la paz, sino que sentimos angustia-estrés. Son las nuestras, entonces, una cultura y una sociedad estresantes. ¿Qué hacemos para contrarrestar ese estrés? ¿Qué hacemos para que el estrés no se agrave y se convierta en una depresión? No estamos obligados al sufrimiento que provoca la angustia-estrés. No estamos obligados a que la angustia-estrés se desenvuelva y nos provoque síntomas y enfermedades. Hagamos caso a las señales de nuestro cuerpo, al mensaje que este nos envía de manera preventiva.
El impacto fisiológico de la culturización
El cerebro (neocórtex) está constituido por dos hemisferios: derecho e izquierdo. El primer hemisferio cerebral (HCD –derecho-), de acuerdo con un electroencefalógrafo, contiene tres ritmos cerebrales, con distintas velocidades y actividades cada uno de ellos:

  1. Delta, 1 a 4 ciclos por segundo: sueño recuperador.
  2. Theta, 4 a 8 ciclos por segundo: emocionalidad.
  3. Alfa, 8 a 14 ciclos por segundo: paz, calma, tranquilidad, serenidad.

El segundo hemisferio cerebral (HCI –izquierdo-), solo tiene un ritmo:

Beta, 14 a 35 ciclos por segundo: vigilia
Si lo vemos como un todo, el neocórtex presenta dos hemisferios cerebrales, cuatro ritmos distintos y cuatro actividades diferentes.
En término de ritmos, el único del HCD se corresponde con el más lento del HCI: 14 ciclos por segundo, como si fueran dos CD que se desplazaran dentro de una computadora a dos velocidades: uno más lento y el otro más rápido. En esta metáfora, el disco HCI —14 a 35 ciclos— siempre accede antes que el HCD —1 a 14 ciclos—. Mientras estamos en vigilia —despiertos—, el HCI desplaza al HCD. En el sueño, los papeles se invierten: el HCD desplaza al HCI.

Un gigante de pie montado en los hombros de un personaje pequeño
Desde los griegos, en el año 800 a.C., con la utilización del alfabeto que los fenicios llevaron a Grecia desde la India, comienza un proceso cultural de diferenciación en la utilización de los hemisferios cerebrales, que prioriza el HCI con respecto al HCD. El proceso avanza lentamente durante siglos hasta finales de la Edad Media.
A partir de los siglos XV, XVI y XVII, el proceso cultural diferenciado del neocórtex, con la invención de la imprenta, la colonización continental que realizaron los europeos, las investigaciones de Isaac Newton y el desarrollo de las matemáticas, las teorías de René Descartes, avanzó a pasos de gigante. Después vinieron los procesos de industrialización, investigación y desarrollo científico-tecnológico de los siglos XVIII y XIX, que propiciaron más todavía la utilización y el desarrollo del HCI con respecto al HCD, como si un gigante se montara en los hombros de un pequeño personaje.
En el siglo XX, el proceso cultural diferenciado alcanzó la cima, de manera claramente paradójica. Hay un desarrollo científico-tecnológico sin precedentes en la historia de la humanidad y un atraso en el conocimiento de los seres humanos. Hay un avance en el conocimiento del neocórtex, especialmente del HCI, pero un retroceso en las investigaciones del HCD, en lo que respecta al cerebro límbico —emocional— y al cerebro primitivo —instintivo—.
El proceso cultural diferenciado, paradójicamente, eleva las características del HCI y oculta –o casi– las del HCD. Por ejemplo, un razonamiento sin sentimiento; una moral –bueno o malo– sin ética, por eso la pérdida de los valores universales; un recuerdo no vivenciado; capacidad analítica –lógica analítica– desprovista de lo holístico –la totalidad–, considera la cantidad sin tomar en cuenta la calidad y confiere mucha importancia a lo material y poca –o ninguna– a lo espiritual.
El proceso cultural agudiza la separación de los hemisferios hasta alcanzar la lateralización, la exclusión, la separación, la desintegración de ellos, provocando que el HCI sea el consciente y el HCD se vuelva el inconsciente –individual, familiar, social y mundial–. La consecuencia de esta lateralización cerebral es el conflicto entre estos dos hemisferios, que los conduce al antagonismo y la enemistad y provoca procesos de angustia-estrés y de enfermedades. El proceso cultural es, en consecuencia, el causante de la angustia-estrés y las enfermedades.
Por lo tanto, la sanación de este proceso cultural y, consecuentemente, de la angustia-estrés y las enfermedades, reside en la creación de una cultura de cerebro sincronizado, con hemisferios cerebrales cuyas características pasan de la lateralidad a la complementariedad, de la desintegración a la integración, de la enemistad a la amistad, de la exclusión a la inclusión, de la guerra a la paz.

Preguntas acerca de la angustia-estrés

¿Está generalmente excitado(a)?
¿Se irrita fácilmente?
¿Sufre de miedos?
¿Es aprehensivo(a)?
¿Está tenso(a), crispado(a)?
¿Siente opresión en el pecho, un nudo en la garganta, sofocaciones?
¿Fuma demasiado?
¿Sufre frecuentes dolores de cabeza?
¿Siente una presión en el vientre?
¿Sufre de palpitaciones?
¿Tiene frecuentes diarreas?
¿Tiembla mucho?
¿Experimenta sudoración excesiva?
¿Muestra algún tic nervioso?
¿Tiene dificultades sexuales?
¿Se siente cansado(a)?
¿Sufre pesadillas?
¿Se concentra con dificultad?
¿Tiene miedo a la oscuridad, a los animales, a las multitudes, a los ascensores, a la altura, etcétera?

Si usted responde sí a once o más preguntas, no tenga dudas, está en el ámbito del estrés. No permita que este amenace su vida.

Hormonas del estrés
¿Cómo un estado de angustia–estrés imperceptible –o casi–, puede ocasionar perturbaciones dolorosas y, a la larga, dolencias mortales?
La glándula pituitaria o hipófisis crea la hormona sematotrófica (STH), la cual origina la sintomatología de estar enfermo: fiebre, dolores, postración, pérdida de apetito, etcétera, ante la infección. La STH actúa como una alarma de advertencia corporal –síntomas– para cuidarnos; además, moviliza el sistema inmunitario contra la infección, pues pone en movimiento a los anticuerpos, los fagocitos, etcétera. Algo de verdad positivo, porque sin la STH, un resfriado nos mataría. Tan beneficiosa al inicio de una enfermedad, la STH deja de serlo cuando sus efectos se prolongan durante mucho tiempo, porque entonces provoca otras enfermedades.
¿Qué es lo que causa que la STH actúe durante mucho tiempo en nuestro organismo? Un estado constante de angustia-estrés, por el lado de las emociones negativas.
En una infección contrarrestada por los mecanismos del sistema inmunitario, la producción de STH se detiene automáticamente. Pero, en un estado emocional continuado, la alarma suena alocadamente, aunque no haya ladrones y la STH los sigue buscando. También el sistema inmunitario sigue sin parar. Un proceso de producción exagerada de STH, provoca las llamadas enfermedades del estrés, terribles y mortales algunas de ellas.
La creación ininterrumpida de STH provoca la generación de otra hormona llamada adrenocorticotrófica (ACTH) que, a su vez, actúa sobre las glándulas suprarrenales o adrenales, estimulándolas para que secreten cortisona y noradrenalina.
Sucede algo más grave. Las emociones de tipo desagradable y agresivo estimulan, por sí mismas, la secreción de ACTH y ocultan, por lo tanto, la acción nociva del proceso de producción exagerada de STH. Ponemos el ejemplo de un proceso de angustia-estrés que se manifiesta en forma de asma. La secreción de ACTH hace que los síntomas del asma desaparezcan temporalmente, pues el estrés persiste. En cuanto las emociones de tipo agresivo se atenúan, el asma regresa.
La conclusión, científicamente comprobada, es que las emociones negativas –las agresivas- son fuente de enfermedades, algunas de ellas causantes de muertes. El proceso constante de angustia-estrés crea una fuente permanente de enfermedades. La angustia-estrés es un estado permanente de agresiva desdicha emocional.

Herramientas de sanación del proceso de angustia-estrés
Las emociones positivas –las placenteras- devuelven nuestras glándulas, pituitaria y suprarrenales, a un funcionamiento armónico, equilibrado, balanceado, pues la naturaleza nos quiere felices, saludables y con larga vida.
¿Cómo puedo lograr gratificación con emociones positivas y gozosas si mi problema consiste en que me encuentro dominado por las emociones negativas y agresivas?
¡Claro que se puede! El proceso de angustia-estrés es el causante de los tres tipos de perturbaciones: psicológicas, psicomotoras y neurovegetativas. Eliminemos este proceso de angustia-estrés.
Según los doctores Liddel y Moore, realizando dos horas diarias de relajación profunda (aún dormidos), se rompe el ciclo constante de acción de la STH y, consecuentemente, de la ACTH, es decir, de las llamadas hormonas del estrés. Se impide el goteo ininterrumpido de la STH y de la ACTH y se evita la angustia-estrés del día a día, más grave y dañino. Las glándulas pituitaria y suprarrenales dejan de secretar sus hormonas STH y ACTH, respectivamente, pues las emociones negativas se armonizan, se equilibran, se balancean y se integran con las emociones positivas.
Lograr relajarse un mínimo de dos horas al día (mientras duerme) resolvería, casi totalmente, su problema de angustia-estrés. Es preciso acallar la mente, sosegarla –sofronizarla-, calmarla, tranquilizarla, colocarla en los ritmos lentos del cerebro, en los ritmos del HCD.

Ejercicio: respiración sofrónica (acallar la mente)

  • Posición:
    • Acostado(a) si pretende dormirse.
    • Acostado(a) o sentado(a) muy cómodo(a) y en un ambiente tranquilo.
    • Los ojos cerrados.
  • Ejercicio:
    • Inicie una inhalación y una exhalación de aire lo más profunda y relajada posible. Inhale y exhale aire por la nariz, no por la boca.
    • El aire de la inhalación –sosegada y fluida- impúlselo hasta diez centímetros de distancia.
    • No importa si realmente son o no diez centímetros, basta con que sea su sensación.
    • Ahora observe la inhalación y la exhalación como si las siguiera con la mente –sin esfuerzo-, una especie de columpiarse en ellas, de dejarse llevar por las dos. Su mente –sin esfuerzo- va y viene al compás de las inhalaciones y las exhalaciones.
    • Después de unos segundos observará que no hay ideas en su mente; que solo hay conciencia de las inhalaciones y de las exhalaciones, como algo que lo mece y adormece.
    • De manera gradual, irá perdiendo conciencia de las inhalaciones y las exhalaciones; finalmente dejará de sentirlas, las “olvidará” y, en su lugar, habrá una gran tranquilidad mental, sin un solo pensamiento, con la mente acallada.
  • Observaciones:
    • Cuando haga este ejercicio por la noche -acostado(a) en la cama-, con el deseo de quedarse dormido(a), ayúdese con un mantra sofrónico; por ejemplo, “voy a dormirme”, dígalo mentalmente varias veces.

 

Síntesis
El proceso cultural de occidente ha provocado enemistad entre hemisferios cerebrales y ha producido angustia-estrés y enfermedades.

Bibliografía
Grau Martínez, Joaquín. Tratado teórico-práctico de Anatheóresis. Las clave de la enfermedad. Editorial J.G.M., tercera edición, España 2006.
Grau Martínez, Joaquín. Nazca a una nueva vida. Editorial J.G.M., segunda edición, España 1991.

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