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ISSN 2594-1976
Artículos

Catarsis de la seguridad social

admin - 1 noviembre, 2012

Lic. Jorge Eugenio Martínez Vargas
Especialista en materia de Seguridad Social
Director de Martínez Vargas & Co.
martinezvargasycia@terra.com.mx

Según Aristóteles, la catarsis es la facultad de la tragedia de redimir (o purificar) al espectador de sus propias bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra, y al permitirle ver el castigo merecido e inevitable de estas; pero, sin experimentar dicho castigo él mismo. Al involucrarse en la trama, la audiencia puede experimentar dichas pasiones junto con los personajes, pero sin temor a sufrir sus verdaderos efectos. De modo que, después de presenciar la obra teatral, se entenderá mejor a sí mismo, y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final

¿Se puede considerar que existe una catarsis en la obra teatral de la seguridad social en México?
Claro que sí, desafortunadamente, somos espectadores de lo que sucede en la seguridad social de nuestro país. Instituciones tan nobles como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT) han sufrido de esa catarsis y benevolencia de nuestras autoridades, así como de la pasividad e indiferencia de nosotros.
No es posible que permitamos que se sigan dispendiando sus recursos y, peor aún, el objetivo que les ha dado vida a dichas instituciones sociales, ¿a qué me refiero? a una cuestión muy simple, ha habido decisiones muy trascendentes en las finanzas de ambos institutos que, desde luego, no solo han mermado su salud financiera, sino también el otorgamiento de sus beneficios, es decir, podemos sintetizar que el desarrollo del IMSS se planeó de forma muy correcta y ecuánime; sin embargo, su primer gran violación es darle la calidad de fiscales a sus cuotas, ya que se buscaba la cobertura nacional en forma por demás razonable y, sobre todo, cuidadosa.
De esta manera tenía administradores que por ley debían de estarse a las valuaciones actuariales que le permitían al mismo Instituto saber con anticipación el peso de su equilibrio financiero. Así estuvo, hasta que en 1973 nace la segunda Ley del Seguro Social, con las cuotas y las percepciones de los trabajadores más elevadas, omitiendo considerar al enemigo natural de las finanzas “la inflación”.
Sin embargo, a inicios de los años ochenta se nota ese drástico declive en su situación, cuotas y gasto cada vez más elevados y menos servicio social. De aquí se desprende el comentario popular que cita: “vivir fuera del presupuesto es un error”, la maquinaria del Seguro Social estaba excedida en el aparato administrativo y deficiente en el médico; no obstante, las soluciones fueron muy sencillas: mayores cuotas; cambio de la ley, importando como siempre modelos externos a nuestro país, no sin antes hacer una gran alharaca del famoso autodiagnóstico del Seguro Social para sí mismo; es decir, el Instituto iba a definir cuáles eran sus enfermedades y su curación, omitiendo considerar que el director general, ahora ya gozaba de facultades que antes solo las tenía el Consejo Técnico del Instituto, y se daba paso a una verdadera simulación tripartita.
Después, viene la tercera y actual Ley del Seguro Social, que genera un parteaguas para evitar pagar pensiones conforme a las leyes anteriores, pero dejando como segura una pensión equivalente al salario mínimo general y favoreciendo a las Afores, que se llenan las manos de dinero permanente por las altísimas comisiones que cobran a los trabajadores, así entonces, tenemos pensionantes futuros con importes escasos y Afores muy ricas por sus cuotas. Qué decir de los servicios del Instituto, no hay médicos ni medicinas suficientes, casi siempre quien atiende es la enfermera, sobre todo a primer nivel, al fin gobierno, se sienten con poder, la peor enfermedad mental del ser humano y más de quien tiene en sus manos la salud y la vida de sus verdaderos patrones, ya que quienes pagan son los trabajadores y los patrones.
¿Qué hemos hecho como derechohabientes? Nada, observar simplemente, ver sufrir a este Instituto y remediar en la medida de las posibilidades de cada quien su situación, resignarse a los designios de los que están dentro y que, en muchas ocasiones, no solo hay que aportar previamente las cuotas correspondientes, sino en las enfermedades o accidentes hay que llevar el material de curación, casi no hay humanidad en la atención médica y mucho menos en las finanzas del Instituto, en donde las oficina para cobros se lleva las palmas para desalentar la permanencia de las fuentes de trabajo. Es decir, se sientan a desmantelar empresas, a embargar cuentas bancarias y a recuperar sus carteras afectando a quien les da vida, los trabajadores, por ello, la empresa afectada por la mala administración o por cuestiones reales y ajenas a los socios, debe ser atendida para salvaguardar no a las cuotas del Seguro Social, sino la permanencia de las fuentes de trabajo.
En el caso del INFONAVIT, la situación no es muy diferente, nace de una genial ocurrencia, es buena para un país joven y con amplios territorios, pero tuvo un gran lastre, el corporativismo oficial, con lo cual se desvirtuó a dicho Instituto, puesto que vivió épocas de distribución corporativa de sus beneficios, en donde quienes estaban en el juego eran quienes jugaban y no todos los que aportaban, haciendo nugatoria la integridad de sus beneficios.
Directores van y vienen; sin embargo, a últimas fechas, se ha establecido una dirección con sentido más bancario que social, lo cual también desvirtúa el origen de dicho instituto, estamos en contra del proteccionismo, pero si el pretexto de la solidaridad es lo que da la vida a las cuotas del IMSS y del INFONAVIT, por qué desaparecerlo y hacer una institución social mixta, en donde la faceta bancaria es la que afecta más a los trabajadores en sus finanzas, las soluciones no son fáciles pero si viables, a saber:
PRIMERO. El tripartidismo debe de ser efectivo y no simulado, el director general debe ser respetado, pero debe someterse a las decisiones del Cuerpo Colegiado en el que se encuentre.
SEGUNDO. Los nombramientos de los directores generales no deben seguir siendo ajenos a la dinámica de la seguridad social, deben tener una propuesta presidencial a lo más y una confirmación de la Asamblea General de cada Instituto. Con vigencias trianuales y previa evaluación podrán ser ratificados o removidos, la administración de ambos institutos debe estar permanentemente monitoreada por objetivos cumplidos y no por recaudación que origina todo tipo de conductas de cualquiera de las partes involucradas en ello.
TERCERO. Las aportaciones voluntarias deben tener el mismo respaldo legal que las obligatorias, tanto para el Seguro Social como para el INFONAVIT.
CUARTO. El Consejo Técnico del Seguro Social y el Consejo de Administración del INFONAVIT, deben ser los órganos normativos nacionales de las directrices de cada uno de los Institutos, y no lo que diga su Director General o los funcionarios de menor jerarquía, no debe existir la premisa de que “el fin justifica los medios”.
QUINTO. Ambos Institutos, deben dejar de ser lugares para los gabinetes presidenciales, para volverse instituciones sociales en beneficio de la población y no de los políticos.
SEXTO. La evolución social se logrará cuando las personas que integran el Seguro Social, dejen de considerarse autoridades y sean simples ciudadanos que prestan un servicio de mayor importancia para los aportantes y para el país en general, no corromperlos con facultades de autoridad que es de los peores síntomas del ser humano.
SÉPTIMO. Una verdadera y equilibrada Ley del Seguro Social y Ley del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, permitirán el cumplimiento moderno, civilizado y consiente de los sujetos obligados, con una operación clara y transparente, pero, a su vez, con represión enérgica para quienes hagan incumplimiento voluntario y doloso de sus obligaciones.
OCTAVO. Las instituciones de seguridad social deben fomentar la permanencia de las fuentes de trabajo, no su desaparición o promover la simulación a través de actos fiscalizadores agresivos o en el ejercicio indebido del poder.
NOVENO. Las cuotas del Seguro Social y del mismo INFONAVIT, pueden y deben ser voluntarias dentro de un rango mínimo y un máximo ilimitado, para permitir precisamente el crecimiento armonizado de los fondos futuros de los pensionantes, las Afores deben dejar de cobrar comisiones por los manejos de los fondos, que al final de cuenta no manejan nada y solamente son entidades receptoras por ley de los fondos de los trabajadores, ya que quien invierte los fondos es a través de las SIEFORES, tan mal manejadas se encuentran esas Afores que, a la fecha, no son las mismas que iniciaron, de igual forma nos parece inconstitucional que el INFONAVIT, sea el propietario y no los trabajadores de los recargos, sanciones y multas.
DÉCIMO. Se deben permitir las aportaciones voluntarias con la seguridad de las obligatorias, para incrementar los fondos reales de los aportantes y manejar sus fondos en forma voluntaria, y no con la represión actual, alguien tiene que velar por los intereses de los trabajadores.
UNDÉCIMO. Quienes hayan elaborado las valuaciones actuariales de ambos institutos, deben tener una obligación solidaria de sus afirmaciones y no ser exentos de su responsabilidad.
DUODÉCIMO. Se debe fomentar el cumplimiento voluntario de las obligaciones, ofreciendo no solo las ventajas de ello o de los programas de regularización, sino también debe haber una sanción alta para las conductas debidamente tipificadas como delictivas.

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