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ISSN 2594-1976
Artículos

Situación del empleo en México

admin - 23 septiembre, 2013

C.P.C. Leobardo Muñoz Tapia
Integrante de la Comisión de Desarrollo Profesional de Seguridad Social Sur del Colegio de Contadores Públicos de México
leobardo.munoz@biadvisory.com.mx

Pese a la relativamente baja tasa de desempleo que se registra en México, la informalidad, el crecimiento débil en los empleos formales y la precariedad en los mismos muestran una radiografía laboral más cruel

Se dice que el panorama laboral en México es estable, si se compara con otras economías pero existen datos que avalarían este supuesto. La tasa de desempleo en el país es de alrededor de 5.2%, similar a la de Alemania y por debajo del promedio de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).

Se mide la ocupación, no el empleo
En la medición anterior se deja afuera el empleo informal, predominante en el país, pues 29.3 millones de personas laboran bajo este esquema; es decir, seis de cada diez personas trabajan sin ningún tipo de seguridad social, de acuerdo con los registros del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Muchas veces se ha criticado la forma en que el INEGI mide el empleo en el país, incluso ha hecho cambios en su metodología para medir con mayor precisión cuánto de este empleo es informal. Para José Luis de la Cruz, director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, el problema no es la metodología, sino otros aspectos que se escapan de la misma.
“El INEGI mide la desocupación similar a como se hace en la mayoría de los países desarrollados, donde tienen un seguro de desempleo y la gente sin trabajo no tiene incentivo para ocuparse en otras cosas. En México los salarios son tan bajos que si las personas pierden su ocupación tienen que buscar otros ingresos y trabajos”, explica el académico.

No todo el trabajo formal es nuevo
En el sexenio pasado se crearon cerca de 2.3 millones de empleos. El expresidente Felipe Calderón, quien durante su campaña se proclamó el “Presidente del empleo” prometió crear un millón de plazas nuevas cada año. El máximo de trabajos formales que se crearon fueron 732,400 en 2010, de acuerdo con registros del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Pero no todos los empleos registrados significan plazas nuevas, muchos ya existían pero una mayor fiscalización de las autoridades implicó que se formalizaran. En el IMSS tenemos dos posibilidades: se está creando empleo, o que una mayor fiscalización haga que se revise y registre el trabajo informal. Sin embargo, el número de plazas registradas ante el IMSS ya no crece de forma tan vigorosa como en años pasados. Por ejemplo, de enero a marzo de 2013, el número de empleos formales creados fue de 219 mil plazas, 36% menos que en el primer trimestre de 2012.

Efectos de la recesión
Desafortunadamente, en México la recesión ha golpeado en el peor momento: cuando la pirámide demográfica se ensancha con mayor rapidez en su parte media –formada por adultos en edad de trabajar— y cuando el flujo anual de jóvenes que ingresan a la fuerza de trabajo es más vigoroso.
Esta avalancha de nueva población joven que demanda ingresar al mundo laboral se está topando con un crecimiento exasperadamente débil del empleo formal que se advierte desde hace ya varios años y que ha obligado a la fuerza de trabajo a buscar otras salidas, algunas de ellas típicas de nuestro país.
Estas válvulas de escape habían sido hasta hace algunos meses las siguientes:

  • El sector informal que desplazó al empleo formal como fuente principal de trabajo de la población.
  • La emigración laboral que en el primer quinquenio de este siglo rondaba en un promedio de 500 mil trabajadores anuales, posiblemente la más alta del mundo.

No obstante, derivada de esta recesión ha aparecido un nuevo fenómeno: el de lo que hemos dado en llamar los Ni-Ni, formado por población joven que ni estudia ni trabaja, lo que está constituyendo una situación muy preocupante de la llamada “generación perdida”. En un principio, este fenómeno pasó desapercibido en las estadísticas, ya que esta población —que debería ser parte de la fuerza de trabajo de nuestro país- pasó a formar parte de la Población no Económicamente Activa (PEI), por lo que salió de la estadística que debería conformar el desempleo y al salir de la PEA, quedó encubierta.
Los Ni-Ni son personas en edad laboral que no están incapacitadas, no están jubiladas, no están a cargo de tareas del hogar y cuentan con un nivel de escolaridad superior al de las generaciones pasadas; sin embargo, no estudian ni buscan empleo.
Muchos de ellos declaran estar disponibles para trabajar, pero no realizan una búsqueda activa de empleo por estar desalentados al haberlo intentado y no lograrlo.

El panorama no mejorará a corto plazo
El diagnóstico sobre la radiografía laboral en México ya es conocido:

  • Informalidad dominante.
  • Creación insuficiente de empleos.
  • Bajos salarios.
  • Condiciones precarias.

Aunque no siempre se repara en las horas trabajadas, ya que somos de los países donde más se trabaja y menos se descansa, esto no se traduce en mayor productividad; aunado a esto, hay que considerar lo siguiente:

  • De acuerdo con la OCDE, en México cada persona trabaja en promedio dos mil 250 horas al año, muy por encima del promedio que son mil 748 horas.
  • Comparado con otros países, México es de los que menos días de vacaciones por ley tiene al año, con solo seis, cuando otras naciones como el Reino Unido, España, Italia, Brasil, Argentina y Venezuela, tienen más.
  • También salimos bajos en el balance deseable o saludable entre trabajo y vida. Inclusive, México tiene el mayor desequilibrio entre estos dos aspectos de todos los países que integran la OCDE.

La reforma laboral, aprobada el año pasado, mejorará el panorama en cuanto a la flexibilización del mercado, facilitando las contrataciones y despidos en las empresas pero las condiciones de precariedad se estima que continuarán al menos a mediano plazo, por lo que habrá más trabajo pero con las mismas condiciones o incluso peores; la situación no se espera que cambie, al menos por un tiempo.

Comentarios finales
Es importante reiterar que la crisis actual, la más severa en toda nuestra generación que se inició como una crisis financiera, ha tenido un fuerte impacto en el empleo y todo apunta a que será prolongada. Lo más grave es que no se percibe aún un detonante para reanudar el crecimiento.
Por lo tanto, es urgente echar a andar, nuevamente, los motores de la economía y emprender cambios cualitativos profundos. Las medidas remediales de coyuntura, aunque necesarias, no bastan. El reto es monumental: implica llevar a cabo reformas importantes y que se consoliden como la energética, de telecomunicaciones, la financiera y la fiscal, así como repensar el futuro del empleo y el modelo de crecimiento de nuestro país, para lo cual es imprescindible replantear la estrategia económica, rediseñar las instituciones del trabajo, la seguridad social y dar a la educación mayor prioridad.
No es posible afirmar que la crisis en el empleo ya quedó atrás, cuando la ocupación precaria y el desempleo en el país se encuentran en sus máximos niveles históricos y cuando muchos de nuestros jóvenes están experimentando la frustración de la ausencia de trabajo, en un fenómeno que hoy la propia OCDE ha dado en llamar “la generación perdida”.

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