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ISSN 2594-1976
Artículos

Rompe la cadena de la corrupción

admin - 16 junio, 2016

C.P.C. y P.C.FI Silvia R. Matus de la Cruz/Socia de Consultores y Asesores de Negocio PKF México, S.C./Vicepresidenta de Comunicación e Imagen del Colegio de Contadores Públicos de México/silvia.matus@pkf-mexico.com

El pasado 27 de enero, por primera vez el Instituto Mexicano de Contadores Públicos de México, A.C., y el Colegio de Contadores Públicos de México, A.C., unieron esfuerzos para realizar el “1er. Foro Anticorrupción”, en el cual se reunieron distintos actores de la sociedad para hablar sobre este flagelo

En este evento se contó con la participación del Lic. Virgilio Andrade Martínez, de la Secretaría de la Función Pública (SFP); del C.P.C. Juan Manuel Portal Martínez, de la Auditoría Superior de la Federación (ASF); del Lic. Aristóteles Núñez Sánchez del Servicio de Administración Tributaria (SAT); del Lic. Alberto Elías Beltrán, Director General de Asuntos Normativos de la oficina de la Unidad de Inteligencia Financiera; del Lic. Manuel Luciano Hallivis Pelayo, del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa (TFJFA); del Lic. Sandro García Rojas Castillo, Director en Prevención de Lavado de Dinero de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV); del Lic. Humberto Lozano Avilés, de la Cámara de Comercio de la Cd. de México; de la Lic. Edna Jaime Treviño de las organizaciones México Evalúa, A.C.; y del Lic. Rodrigo Rafael Núñez de la Vega de la Fundación Mexicana para el Desarrollo Administrativo de las Instituciones Públicas, A.C.

La conferencia magistral estuvo a cargo del Lic. Carlos Hernández Vázquez de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés). A continuación compartimos parte de la información que esta oficina viene trabajando por considerarla importante para debatir el tema.

Al respecto, son muchos los actores en nuestro país que ya tienen una opinión sobre la corrupción; sin embargo, en este artículo nos centraremos en una parte del trabajo internacional que tiene la ONU.

Rompe la cadena

En 2003, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió proclamar el 9 de diciembre como Día Internacional contra la Corrupción, creando así un espacio para resaltar y visibilizar los esfuerzos de los países en la prevención de este delito y la promoción de una cultura de legalidad en la comunidad.

La corrupción existe tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, y los hechos demuestran que contribuye a la inestabilidad y a la pobreza, y que es un factor dominante que lleva a países frágiles al fracaso estatal. Asimismo, este flagelo está vinculado a otros delitos, en particular a la delincuencia organizada, incluyendo el lavado de dinero, el terrorismo y otras amenazas a la seguridad ciudadana.

Ese mismo año la UNODC y el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) unieron fuerzas en la campaña internacional contra la corrupción, con el mensaje Rompe la cadena de la corrupción, centrándose en cómo este fenómeno tiene un impacto en la educación, la salud, la justicia, la democracia, la prosperidad y el desarrollo.

Con frecuencia se piensa que se está a merced de la corrupción y de que esta no es más que un modo de vida; sin embargo, toda sociedad, todo sector y todo ciudadano se beneficiarían si rompieran la cadena de la corrupción en su vida diaria.

La corrupción es el mayor obstáculo al desarrollo económico y social en todo el mundo. Cada año se paga un billón de dólares en sobornos y se calcula que se roban 2.6 billones de dólares anuales mediante la corrupción, suma que equivale a más de 5% del producto interior bruto mundial.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo se calcula que en los países en desarrollo, debido a la corrupción se pierde una cantidad de dinero diez veces mayor que la dedicada a la asistencia oficial para el desarrollo. Pero la corrupción no solo se lleva el dinero de donde más se necesita, sino que además, debilita a los gobiernos y ello, a su vez, puede exacerbar el problema de las redes de delincuencia organizada y fomentar delitos como la trata de personas, el tráfico de armas y migrantes, así como la falsificación y el comercio de especies en peligro de extinción. En consecuencia, la corrupción nos afecta a todos y esta puede provocar lo siguiente:

Menor prosperidad. La corrupción impide el desarrollo económico, debilita el estado de derecho y despilfarra el talento y los recursos valiosos. Cuando la corrupción está muy extendida, las empresas son reacias a invertir, porque los costos de hacer negocios son considerablemente mayores. En los países corruptos que son ricos en recursos naturales la población no suele beneficiarse de esa riqueza. La corrupción, además, debilita las estructuras de seguridad como, por ejemplo, la policía. A la larga, la corrupción impide a las personas, a los países y a las empresas desarrollar su potencial.

Menor respeto por los derechos. La corrupción socava la democracia, la gobernanza y los derechos humanos, debilitando las instituciones públicas que son la base de una sociedad justa y equitativa. La compra de votos en las elecciones perjudica al proceso democrático, y la justicia queda en entredicho cuando los delincuentes pueden librarse de las consecuencias de sus actos mediante sobornos.

Los pueblos indígenas y las mujeres son especialmente vulnerables a la corrupción, ya que debido a su exclusión geográfica y social y a su falta de acceso a la protección jurídica de que disponen otros miembros de la sociedad, sus derechos económicos, sociales y culturales se ven amenazados por la corrupción.

Menos prestación de servicios. La corrupción desvía los fondos destinados a prestar servicios básicos como la atención sanitaria la educación, el suministro de agua limpia y la vivienda. Un funcionariado corrupto obstaculiza enormemente la capacidad del gobierno de cubrir las necesidades básicas de sus ciudadanos. En los países en que la ayuda internacional tiene por objeto mejorar la calidad de vida, la corrupción lo imposibilita y puede poner en peligro financiaciones futuras.

Menor empleo. Cuando se adjudican empleos sin tener en cuenta los méritos de los candidatos, sino recurriendo al nepotismo, se deniegan oportunidades. Muchas veces la corrupción significa todavía menos acceso al empleo para los pobres, las mujeres y las minorías. Además, como la corrupción desalienta la inversión extranjera, se crean todavía menos oportunidades de empleo. Erradicar la corrupción se ha convertido en un elemento fundamental para alcanzar metas como objetivos de desarrollo sostenible. Combatir ese flagelo es una gran prioridad estratégica para los organismos de desarrollo y un número cada vez mayor de países.

Todos pagamos un precio con la corrupción

Cualquiera puede ser víctima de la corrupción. Cuando hay prácticas corruptas, hay un perjuicio, sin excepciones. Como se demuestra en estos ejemplos, la sociedad sufre las consecuencias de la corrupción.

Corrupción: ¿desarrollar la infraestructura de un país o enriquecer cuentas privadas?

Cuando hay en juego contratos lucrativos, el soborno, el fraude y la malversación pueden plagar los grandes proyectos de infraestructuras. Si se roba dinero, puede que la infraestructura en cuestión no se construya, se construya a medias o se construya sin cumplir los requisitos de calidad mínimos, lo cual puede resultar peligroso. También puede ocurrir que no se asignen fondos a los sectores con más necesidades, sino a aquellos que ofrecen más posibilidades de enriquecimiento personal. Por ejemplo, tal vez se necesite urgentemente un hospital, pero sobornando a quienes están en el poder se podría dar prioridad a un proyecto mucho menos necesario.

En última instancia, cuando se adjudican contratos a empresas que no ofrecen las garantías necesarias, se pone en peligro la calidad del trabajo. El resultado puede ser la ruina económica, lo que seguiría perpetuando el subdesarrollo. Hasta las catástrofes pueden servir para que los corruptos saquen provecho. Tras una catástrofe hay que reconstruir puentes, túneles y tal vez comunidades enteras. Algunos peritos han denunciado prácticas contables y de licitación corruptas, trabajos de mala calidad, planificación y diseños deficientes y problemas con los derechos sobre la tierra en zonas afectadas por desastres, lo que dificulta la recuperación a largo plazo y la reconstrucción.

Corrupción: la educación, el fraude y el futuro de nuestros hijos en juego

Los ejemplos de corrupción en la educación son abundantes. El fraude académico, por ejemplo, está extendido en muchos países y se considera una amenaza grave a la integridad y la fiabilidad de las titulaciones de enseñanza superior. En el sector de la educación, el despilfarro en la contratación (por ejemplo, en relación con los edificios de enseñanza, costos de mantenimiento falsos y libros de texto pagados que nunca se reciben) salen caros a los contribuyentes. Los profesores absentistas que figuran en la lista de profesores en activo en los colegios son una gran sangría para el gasto público.

En consecuencia, el rendimiento académico de los sectores más pobres de la población se ve afectado gravemente y se socava la capacidad del sistema para ofrecer resultados. No obstante, para medir el impacto de la corrupción en la educación no basta con sumar los costos financieros inmediatos. Velar por que los fondos destinados a la educación se inviertan y administren con justicia y transparencia protege el bien más preciado de un país: sus niños.

Si los jóvenes creen que el ingreso en una escuela o universidad y las notas de los exámenes se pueden comprar, el futuro económico y político del país está en peligro y es posible que se consolide una cultura de la corrupción, ya que tal vez se gradúen alumnos con conocimientos insuficientes, que no podrán contribuir debidamente a la economía y al sector público.

Un perjuicio para su salud

La corrupción provoca la pérdida de enormes cantidades de recursos públicos que deben destinarse a la sanidad. Por ejemplo, se ha calculado que en los países desarrollados el fraude y el abuso en la atención sanitaria cuestan a cada gobierno entre 12.000 y 23.000 millones de dólares cada año.

El gasto anual en productos farmacéuticos es enorme (hasta 50.000 millones de dólares), y un mercado tan grande es extremadamente vulnerable a la corrupción. Según cálculos recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta 25% del gasto público en medicamentos puede perderse debido al fraude, el soborno y otras prácticas corruptas.

En algunos países el sistema de salud pública se percibe como la institución pública más corrupta, un problema que, sin duda, afecta al desarrollo. Según la OMS, los países con un alto nivel de incidencia de la corrupción tienen tasas de mortalidad infantil más altas.

Un sector sanitario que funcione bien es uno de los servicios más importantes que los gobiernos prestan a sus ciudadanos. Sin embargo, la corrupción hace que los presupuestos nacionales de salud se agoten, lo que reduce la capacidad de los gobiernos de ofrecer medicamentos básicos y aumenta el riesgo de que haya productos inseguros o ineficaces en el mercado. Además, se desvían las inversiones en infraestructuras necesarias como hospitales, consultorios y facultades de medicina.

En algunos países en desarrollo el gasto farmacéutico supone hasta 50% del gasto total en sanidad. Debido a su alto valor en el mercado, los productos farmacéuticos resultan muy atractivos para el robo, la corrupción y las prácticas poco éticas. Los preparados fraudulentos o de calidad insuficiente, así como los medicamentos que se autorizan indebidamente, causan a los pacientes un sufrimiento innecesario con consecuencias que pueden llegar a ser mortales.

Con la corrupción suben los impuestos sin que se dé cuenta

El Foro Económico Mundial calcula que la corrupción aumenta el costo de hacer negocios hasta en 10% como promedio. La corrupción dificulta el desarrollo económico, perjudica la integridad del sector privado y desvía los fondos destinados a reducir la pobreza. Actúa como una especie de impuesto oculto, un gasto indirecto ilegal que disuade a los inversores, lo que causa pérdidas de empleos y en última instancia mantiene al país sumido en la pobreza.

La corrupción también entorpece la creación de pequeñas y medianas empresas que podrían generar riqueza para los países. Cuando desaparece la confianza empresarial, los beneficios se resienten, aumentan los precios y cae la calidad de los servicios.

Se vende el planeta Tierra

A pesar de las grandes posibilidades que ofrecen las industrias extractivas de generar financiación para el desarrollo, el riesgo de que se desvíen recursos y de sufrir las consecuencias de la corrupción sigue siendo alto, lo cual es un problema que hay que resolver. Los datos demuestran que el sector extractivo está relacionado con altos niveles de corrientes financieras ilícitas.

La gestión de los recursos es extremadamente importante para hacer frente a esos riesgos. Si se instituyen sistemas sólidos de gestión financiera, en los que se presente la información sobre la producción, los ingresos y los pagos de manera abierta y transparente, se reduce el riesgo de malversación y corrupción.

Fomentar la transparencia y la rendición de cuentas tanto en las empresas multinacionales como en la administración pública es el modo más eficaz de garantizar una gestión responsable de los ingresos en el sector extractivo. El mundo se enfrenta a desafíos ambientales de enormes proporciones y muchos de ellos se ven agravados por la corrupción.

Algunas especies protegidas están desapareciendo rápidamente, debido en parte al comercio ilícito de flora y fauna, y la corrupción contribuye a ese problema, ya que los traficantes suelen utilizar documentación fraudulenta para transportar partes de especies en peligro y madera ilegal a través de las fronteras.

Los vertidos ilegales suelen producirse como resultado de sobornos a funcionarios. Una consecuencia de esa práctica es la contaminación en los ríos, que deja a comunidades enteras sin apenas poder cubrir sus necesidades diarias de agua. Entretanto, la corrupción en el sector del agua pone en peligro la vida de miles de millones de personas y ralentiza las labores de desarrollo y de reducción de la pobreza.

Los grandes proyectos de infraestructura de abastecimiento de agua como presas, canales, túneles, pozos y desagües son muy vulnerables al soborno y al fraude en los procesos de contratación, y se pueden adjudicar contratos a empresas que no ofrecen las garantías necesarias.

¿Qué se puede hacer? Las soluciones

Para prevenir y combatir la corrupción es preciso aplicar un enfoque integral, lo cual solo es posible en un clima de transparencia, rendición de cuentas y participación de todos los miembros de la sociedad. Los gobiernos, el sector privado, los medios de comunicación, las organizaciones de la sociedad civil y el público en general deben trabajar juntos para poner freno a ese delito.

A continuación figuran algunos ejemplos de cómo esos sectores de la sociedad pueden contribuir a mejorar la situación.

Los gobiernos

En el plano internacional se han firmado importantes tratados para luchar contra la corrupción, como la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción y la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, así como instrumentos regionales y sectoriales como el Convenio de la OCDE sobre la lucha contra el soborno de los funcionarios públicos extranjeros en las transacciones comerciales internacionales. En el plano nacional los gobiernos pueden promover reformas legislativas para establecer marcos jurídicos e institucionales contra la corrupción que incluyan sólidas medidas punitivas y de aplicación de la ley.

El sector privado

Las empresas deberían adoptar una actitud de tolerancia cero ante la corrupción y aplicar políticas relativas a cuestiones como los obsequios, las cadenas de suministro y los denunciantes de irregularidades, con el fin de promover un entorno justo y equitativo.

Los medios de comunicación

Aprovechando la posición, a menudo única, de que gozan en la sociedad, los medios de comunicación pueden servir de control ante la participación de los gobiernos y el sector privado en prácticas corruptas. Los medios, además, ofrecen un servicio esencial: informar al público de los progresos alcanzados y apoyar a quienes adoptan una postura contraria a la corrupción.

Los ciudadanos y la sociedad civil

Muchas organizaciones de la sociedad civil trabajan duro para concienciar, llevar información de los ciudadanos a los gobiernos y ejercer presión en favor de un compromiso político contra la corrupción. El público, a medida que se va cansando cada vez más de los líderes corruptos, exige una mayor responsabilidad. Los ciudadanos de a pie, incluidos muchos jóvenes, demuestran cada vez más su firme decisión de luchar contra la corrupción en sus comunidades y sus gobiernos.

Como parte de ese proceso, los ciudadanos pueden —y deberían— informarse acerca de lo que hacen sus gobiernos para combatir la corrupción, y hacer que los representantes que han elegido respondan de sus actos. La acción también resulta esencial: es necesario denunciar los incidentes de corrupción ante las autoridades, enseñar a los niños que la corrupción es inaceptable y negarse a pagar o a aceptar sobornos.

Un propósito común

La lucha contra la corrupción nos incumbe a todos. La corrupción socava la capacidad de los gobiernos de servir a sus ciudadanos porque corroe el estado de derecho, las instituciones públicas y la confianza en los líderes. La corrupción actúa como un freno para el desarrollo y niega a millones de personas de todo el mundo la prosperidad, los derechos, los servicios y el empleo que necesitan desesperadamente y que se merecen. Donde impera la corrupción se ve amenazada la democracia, requisito previo para el desarrollo.

Por lo anterior, el desarrollo sostenible no es solo un objetivo en sí mismo, sino también es el antídoto más eficaz contra la corrupción. Con la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, el mundo cuenta con un poderoso instrumento para luchar contra una lacra mundial. Usemos las medidas de gran alcance que contempla la Convención para ayudar a impulsar el desarrollo, sacar a los países de la pobreza y construir sociedades más justas y equitativas. Como dice el dicho: “Que empiece por mí”. Rompamos la cadena de la corrupción.

Referencia

UNODC, 2013, “La corrupción y el desarrollo”, marzo 2015. Recuperado de: www.anticorruptionday.org/document/actagainstcorruption

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