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Ciudades inteligentes

admin - 1 diciembre, 2016

Lic. Ramiro Alaniz Martín/Director de consultoría PwC/ramiro.alaniz@mx.pwc.com

En un entorno globalizado, sobrepoblado y altamente cambiante resulta fundamental encontrar soluciones inteligentes e innovadoras a los problemas de la sociedad, que ayuden a aumentar la calidad de vida de la población por medio de proyectos conjuntos entre la iniciativa privada y el gobierno

Además, en los últimos años hemos experimentado una urbanización mundial acelerada; la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proyecta que para 2030, alrededor de 4.9 mil millones de personas habitarán las zonas urbanas. En 2015 se contabilizaron 22 mega ciudades alrededor del mundo con población de al menos 10 millones de habitantes y el número va en aumento.

Este fenómeno de urbanización, presente desde hace algunas décadas, ejerce mayor presión en los servicios públicos que son responsabilidad de los gobiernos. Mayor densidad poblacional en un espacio con infraestructura limitada, tiene un impacto negativo en la calidad de vida de sus habitantes, ya sea por circunstancias relacionadas con movilidad y seguridad, así como la disponibilidad de recursos naturales, contaminación, oportunidades laborales, entre otros.

En los últimos años, hemos sido testigos de la aparición de Smart Cities o ciudades inteligentes. Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de ciudades inteligentes? De acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), una ciudad inteligente y sostenible:

[…]

Es una ciudad innovadora que aprovecha las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y otros medios para mejorar la calidad de vida, la eficiencia del funcionamiento y los servicios urbanos y la competitividad, al tiempo que se asegura de que responde a las necesidades de las generaciones presentes y futuras en lo que respecta a los aspectos económicos, sociales, medioambientales y culturales.

Es decir, las ciudades inteligentes utilizan las nuevas tecnologías para establecer una nueva relación entre los actores de la sociedad y lograr un mejor desempeño de los gobiernos, mientras que aumenta la calidad de vida de las personas. La innovación tecnológica que hemos experimentado en los últimos años ha permitido desarrollar diversas herramientas que ayudan a encontrar soluciones que sirven, entre otras cosas, para mejorar los servicios públicos provistos por el gobierno como alumbrado público, manejo de desechos, movilidad, entre otros. Sin embargo, hablar de ciudades inteligentes no se limita únicamente a discutir el ámbito de la tecnología, sino también de los beneficios, las consecuencias y el impacto que pueden tener en los diferentes sectores de la sociedad.

Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés), definido como la interconexión digital de dispositivos cotidianos con Internet, está comenzando a estar presente en muchas áreas de nuestra vida. Según la firma de investigación IDC se espera que para 2020 los dispositivos conectados a Internet lleguen a los 200 billones, y esto incluye desde alumbrado inteligente, estacionamiento inteligente, vialidades con ajustes inmediatos, de acuerdo con valores específicos, autos conectados y otros proyectos que apenas alcanzamos a vislumbrar.

Un caso concreto: la ciudad de San Francisco, California, ha conectado varios miles de sus parquímetros mediante sensores, de manera que los conductores, mediante una app puedan encontrar sitios disponibles más rápido. Además, para garantizar un nivel razonable de disponibilidad de espacios de estacionamiento, el programa y los sensores ajustan, constantemente, los precios de acuerdo con la demanda, es decir: tarifas dinámicas.

Imaginemos que las ciudades puedan utilizar la gran cantidad de datos que los ciudadanos generan mediante sus dispositivos como teléfonos o relojes inteligentes, tabletas o computadoras portátiles para, por ejemplo, detectar concentraciones mayores de personas y modificar los rondines de las patrullas, los servicios de recolección de basura o una gestión más inteligente de cámaras y alumbrado.

Por supuesto que las ciudades nunca deberían ver datos individuales por medio de las redes WiFi; en cambio, deberían ver información considerada anónima sobre la población en general para desarrollar y adaptar sus estrategias. Incluso esa información debería ser pública y transparente. Las ciudades están obligadas a respetar la privacidad de sus ciudadanos, es importante que ellos sepan qué información están compartiendo y por qué.

EL CIUDADANO 360°

Para llevar a cabo proyectos que tengan este impacto positivo es necesario contar con una visión centrada en el ciudadano, que permita a los tomadores de decisiones emprender proyectos más significativos con base en información relacionada con sus intereses y preocupaciones.

Una empresa o corporativo tiene como objetivo prioritario su rentabilidad, que se logra con la satisfacción de sus clientes. Pero en el caso del gobierno, el ciudadano toma la posición de cliente, convirtiéndolo en uno de los ejes principales de sus iniciativas. Debido a esto, las ciudades inteligentes no suelen enfocarse en sectores específicos, sino que buscan mejorar, de manera integral, la situación en la que se encuentran sus habitantes. Esto va desde asegurar que los servicios sean de calidad hasta simplificar los trámites que se requieren realizar, buscando beneficiar a todos los actores presentes.

Para alcanzar los mejores resultados en una ciudad es necesario crear sinergias entre los tres principales actores: gobierno, iniciativa privada y ciudadanía, que les permitan trabajar en los principales ejes de las ciudades: gobierno, personas, forma de vida, movilidad, economía y medio ambiente.

La visión centrada en el ciudadano busca que se le invite a participar en la toma de decisiones, aportando valor al ayudar a identificar las necesidades reales del ciudadano y las problemática más importantes presentes en las ciudades. Por ejemplo, si se está trabajando en un proyecto para hacer que las vialidades se adapten a las características de los vehículos, entonces se buscará que si el ciudadano quiere hacer el menor tiempo posible de un punto A, a un punto B, entonces deberá atender a los señalamientos que se le presentan. En caso de que no lo haga, la vialidad podrá bajar la velocidad y activar topes para forzarlo a cumplir con las reglas establecidas, evitar frenados innecesarios y que llegue de la manera más eficiente a su destino.

No es sorpresa que los ejemplos más desarrollados y las mejores prácticas de ciudades inteligentes se encuentren en Europa y Asia. Sin embargo, para hablar de ciudades inteligentes debemos considerar su entorno: no es lo mismo el contexto latinoamericano que el europeo o asiático. Por ejemplo, mientras que países desarrollados se pueden enfocar en temas de renovación urbana o mantener una calefacción eficiente, en Latinoamérica nos enfocamos en temas relacionados con ordenamiento urbano, seguridad, manejo y aprovechamiento de deshechos y ampliación de redes. Estas prioridades están relacionadas directamente con el nivel de madurez de las ciudades.

CASO MÉXICO

De acuerdo con el censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en el año 2010, la República Mexicana tiene una población de 117.9 millones de habitantes, de la cual, 13% se concentra en las grandes ciudades. Aunque la Ciudad de México es la más grande y compleja del país –cuenta con más de 20 millones de habitantes– hay otras ciudades que se están enfrentando a los problemas de las grandes urbes debido a problemas de planeación y una urbanización acelerada.

El Gobierno Federal está llevando a cabo proyectos que siguen la tendencia internacional de una mayor digitalización. En 2013, con la Reforma Constitucional, el acceso a Internet se convirtió en un derecho universal. Además, en ese año se publicó la Estrategia Digital Nacional, la cual tiene el objetivo de incorporar las tecnologías de información y comunicaciones para hacer más eficiente a la administración pública.

Al interior del país encontramos que los estados de Puebla, Ciudad de México y Colima han tenido proyectos exitosos que han sido compartidos en foros internacionales y que están ayudando a sentar las bases para una transformación digital. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados, las ciudades mexicanas todavía cuentan con niveles bajos de madurez con respecto a las ciudades inteligentes europeas.

Si bien será necesario invertir una serie de recursos para convertir a las ciudades mexicanas en ciudades inteligentes, es posible comenzar a sentar las bases e irlas desarrollando poco a poco. Para ello, se requiere de una visión estratégica que permita discernir entre las necesidades de la ciudadanía, aquellas que se pueden traducir en un mayor impacto para todos.

CONCLUSIÓN

Implementar una ciudad inteligente es similar a armar un rompecabezas de tercera dimensión con bloques o usando legos, en los cuales las piezas son complementarias, están conectadas entre sí y ciertos conjuntos de piezas tienen una funcionalidad específica.

Lo primero que las ciudades deben reconocer es que no pueden encarar estos retos por sí solas. Las ciudades inteligentes no son iniciativas exclusivamente gubernamentales, sino que se deben desarrollar sociedades y ecosistemas que trasciendan a proyectos individuales, en los que se deberá incluir a la iniciativa privada. Estas alianzas son requeridas por el conocimiento y especialización necesarias, así como para obtener los recursos necesarios para su implementación y lograr mayores beneficios para la sociedad.

Como puede verse, existe un sinfín de oportunidades relacionadas con el uso inteligente de las TIC. El reto es, ¿por dónde debo comenzar?, ¿qué iniciativas debo emprender?, ¿cuánto debo invertir?, ¿tengo tiempo suficiente para generar esos beneficios a la población? La respuesta comienza a partir de la generación de un plan estratégico que considere, entre muchos otros, tres elementos clave: pensar primero en el ciudadano; proyectos ágiles, considerando prototipos y beneficios a corto, mediano y largo plazo; así como retorno de inversión, o rentabilidad social.

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