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ISSN 2594-1976
Artículos

Entrevista con Jaime Hernández Martínez

Administrador - 1 febrero, 2018

Entrevista con Jaime Hernández Martínez. El director general de la Comisión Federal de Electricidad expone la estrategia de la paraestatal al convertirse en una empresa productiva con estructura de gobierno corporativo.

La reforma energética hizo mucho énfasis en la parte petrolera y de hidrocarburos, pero poco en la del sector eléctrico y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), por lo que existe un gran desconocimiento al respecto; por ello, el director general de la CFE nos platica las acciones que están realizando, la estrategia que tienen como sector, dónde se ve la mayor modernización y el mayor reto y, un punto en particular, cómo cambia la CFE al convertirse en una empresa productiva del Estado, y tener una estructura de gobierno corporativo, generar otro tipo de información y contar con consejos de Administración; además, de mencionar si habría un riesgo importante para México en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte

Coincido en que la reforma al sector eléctrico fue, en buena medida, la parte silenciosa de la transformación, se discutió mucho más públicamente el tema de hidrocarburos, pero eso permitió, a mi juicio, realizar una reforma significativa, profunda, a las reglas con las que opera el sector eléctrico en México. La reforma genera y crea un mercado eléctrico; abre a la participación privada la generación de la electricidad y también la comercialización. En el centro de esta cadena de valor está la transmisión y distribución que permanece en manos del Estado, por medio de la CFE.

La reforma crea un mercado que funciona a partir de un principio elemental: la energía más barata se despacha primero. Antes de la reforma, el operador del sistema eléctrico nacional era la CFE y, en realidad, era el único jugador relevante, aunque había la figura de auto abasto, con pequeñas unidades generadoras en todo el país. A partir de la reforma en 2013, la CFE ha vivido un cambio verdaderamente profundo en su estructura corporativa y también en su visión de negocios. El principal reto es proveer, adaptarnos a un entorno de competencia que significa cambiar la cultura de la empresa, crear las nuevas reglas con las cuales ahora operamos, construir una visión moderna de la participación de una empresa del Estado en un entorno competitivo y modernizar la tecnología que hoy tenemos en los diferentes procesos.

Describo la nueva estructura de la CFE: tenemos 13 nuevas empresas, seis empresas de generación que compiten entre ellas y con el sector privado, una empresa de transmisión (es una sola a escala nacional, por motivos de seguridad en el sistema); una empresa de distribución que tiene 16 unidades de negocio al interior, que están divididas por región. Esto permite enfocarnos de mejor manera en los distintos retos que enfrentamos en las zonas tan diversas del país. Tenemos ahora dos nuevas empresas de comercialización de la energía, una se llama de Suministro básico, que atiende a nuestros pequeños clientes en todo el país, principalmente, usuarios domésticos y pequeños comercios, y una empresa filial de Suministro calificado. Esta empresa enfrenta ya también competencia en el nuevo mercado eléctrico y atiende a los clientes industriales, que son mucho menores en número, pero muy significativos desde el punto de vista de su consumo de energía eléctrica. La reforma energética estableció también un umbral que ha bajado en los últimos meses y se ubica hoy en un mega watt de consumo a partir del cual se puede considerar un gran usuario o un usuario calificado. Estos usuarios calificados tienen ahora, en el contexto de la reforma, varias oportunidades para resolver esos retos de energía eléctrica. Una opción es que establezcan un contrato bilateral con un generador privado, o bien, con la CFE. Otra alternativa es que vayan al mercado eléctrico mayorista, que funciona como vía de adelanto y en este resuelvan sus necesidades hacia adelante.

Asimismo, la reforma crea un nuevo mercado para certificados de energías limpias, que ya está funcionando y que nos va a permitir como país avanzar en las metas, ciertamente retadoras, de energías limpias a futuro. El país estableció como meta que en 2024, 35% de la energía que se genere provenga de fuentes limpias, hoy nos ubicamos en cerca de 20% y de este porcentaje alrededor de tres cuartas partes provienen de energía generada por la CFE, lo cual para nosotros es un gran orgullo, pero, además, permite acreditar el enorme compromiso con el cuidado al medio ambiente; aunque revela también otra realidad que se ha ido resolviendo a lo largo del tiempo, sobre todo en esta última etapa, el viejo dilema que había entre poder tomar una decisión que fuera responsable con el medio ambiente y una buena decisión de negocio.

Ahora los precios han bajado significativamente en las tecnologías limpias y renovables, y eso permite que una decisión que sea responsable económicamente también sea una decisión responsable con el ambiente. Más adelante les platicaré qué estamos haciendo en esta dirección.

Y, finalmente, respecto a la estructura de la CFE, tenemos dos nuevas empresas para la comercialización de combustibles. La reforma energética le otorga a la CFE, por primera vez en su historia, la oportunidad de participar de manera directa en este mercado. Para nosotros es fundamental, porque es cerca de 80% del costo de generar energía eléctrica que depende del costo de los combustibles que se utilizan en el proceso. Ahí las oportunidades para capturar ahorros son verdaderamente significativas y como el mercado nos pone a competir con la tecnología más moderna de nuevos generadores, para nosotros es muy relevante, no solamente modernizar la nuestra, sino también ser eficientes en todos los procesos. Esta es la nueva estructura de la CFE.

si Comparamos el antes y el después de la reforma energética, ¿ya estaban organizados en forma de una cadena de valor como lo están ahora?

Antes era una empresa verticalmente integrada. Si pudiéramos dibujar en una hoja cuál era la estructura del sector eléctrico de México, hubiera sido un gran rectángulo a lo largo de toda la hoja que diría CFE. Si ahora se presentara ese diagrama son 13 nuevas empresas, un Consejo de Administración corporativo, cada una de las 13 empresas tiene su propio Consejo de Administración que también le reporta al Consejo Corporativo; contamos con la participación en el Corporativo de cuatro consejeros independientes, afortunadamente tenemos un consejo realmente de lujo, pues está Enrique Zambrano, Blanca Treviño, Luis de la Calle y Rubén Flores. Y la comparación entre las discusiones y la manera de tomar decisiones en el modelo anterior a la reforma, donde había una Junta de Gobierno sin participación de independientes, es muy significativa.

Ha sido verdaderamente útil para la empresa, porque nos ha permitido retar y mejorar muchas de las decisiones que hemos tenido que tomar en este periodo y, en esa medida, fortalecer a la empresa. Esta nueva estructura nos ha llevado también a replantear la visión de negocio de la CFE.

Claramente el cambio más significativo es dejar de ser un monopolio y enfrentar un entorno de competencia y, al mismo tiempo, desarrollar con rapidez las habilidades comerciales de la CFE para enfocarnos en nuestros clientes; poder desarrollar, como haría cualquier otra empresa eléctrica del mundo, lealtad en nuestros clientes por medio de un servicio de mayor calidad y a precios competitivos. Y para eso, la reforma energética le da a la CFE las herramientas que necesita para competir con éxito en el nuevo mercado. La visión de negocios, básicamente para los próximos cinco años, plantea que en el caso de la generación debemos continuar modernizando nuestras centrales, seguir invirtiendo en nuevas centrales con tecnología de punta y menores costos y asegurar el desempeño operativo con estándares de calidad comparables con el resto de la industria en nuestras centrales de generación. Es un parque muy grande, muy diverso, con diferentes tecnologías y combustibles, con diferentes años en operación y esto hace que a lo largo del tiempo la CFE deba planear adecuadamente su crecimiento.

El mercado eléctrico en México crece a una tasa anual promedio de 3%, lo cual es relevante porque permite anticipar que habrá espacio para la participación creciente y vigorosa del sector privado, pero también hay un espacio significativo para que la CFE continúe creciendo y modernizando su parque de generación. Este año la empresa cumplió sus primeros 80 años de vida y, en el caso de generación, el contraste es muy ilustrativo: la empresa nació con una central de generación y hoy tenemos cerca de 170 centrales con diferente tecnología en todo el país.

¿cuál es el porcentaje de cobertura eléctrica que tiene la CFE en el país?

Cuando se creó la CFE, en 1937, se le encomendó como misión central acelerar la electrificación del país. En aquel año la cobertura era de 38%; en 2017 estábamos en alrededor de 98.6% y estimamos que en este 2018 llegaremos a 99% de cobertura eléctrica.

Continuando con la visión de los negocios, en el caso de la transmisión y distribución hay dos grandes retos: el primero, modernizar nuestros sistemas de medición, de manera que podamos tener redes inteligentes. Esto significa tener información puntual, oportuna y ágil que permita tomar decisiones para ofrecer servicios a la medida y necesidades de cada cliente. Tenemos hoy, en el último corte disponible, más de 42 millones de clientes; cuando nació CFE atendía cerca de 100 mil. Ha sido un crecimiento constante, pues en los últimos cinco años, el número ha crecido alrededor de un millón de clientes al año. Como se mencionó, un reto es la modernización tecnológica de las redes, tenemos redes de transmisión de más de 100 mil kilómetros y redes de distribución de más de 800 mil kilómetros en el país; en sí mismos, son sistemas que, por su longitud, son más grandes que los sistemas eléctricos de países desarrollados de Europa como Reino Unido, Francia o España. Esto revela la enorme complejidad de brindar un servicio de calidad.

El segundo reto en transmisión y distribución es disminuir las pérdidas de energía. Nosotros, para seguimiento interno, las clasificamos en dos grandes canastas: la primera son las pérdidas técnicas, generadas a partir de fallas en los sistemas de conducción, en los cables, en los transformadores; la segunda son las pérdidas no técnicas, es decir, el robo de la energía eléctrica que lamentablemente continúa ocurriendo en el país. En el último corte del mes de octubre de este año, estas pérdidas están ligeramente abajo de 12%. La referencia internacional es que los países de la OCDE pierden cerca de 6% de la energía que generan. El reto es grande y hemos sido capaces de avanzar a un ritmo de un punto porcentual por año, de manera que entre 2012 y 2016 logramos una disminución de cerca de 23% en estas pérdidas, que se concentran sobre todo en la región central de nuestro país. La buena noticia es que hoy ya tenemos regiones que pierden menos de 6%, lo cual significa que en México es posible, con las condiciones que tenemos a lo largo del país, tener ese nivel de pérdidas y es posible para la CFE, con nuestra tecnología y nuestro equipo operativo, tener este desempeño. Sin embargo, el reto es cada vez más grande, conforme se avanza en este rubro.

¿El cambio de medidores de luz está relacionado con el proceso de modernización de la CFE?

El cambio de medidores de luz nos permite mejorar la medición y de manera muy ilustrativa podemos decir que hay muchos medidores en el país, hay 42 millones de clientes en el país, cada cliente equivale a un medidor. Hay muchos medidores que tienen una antigüedad promedio de 30 y 40 años, una buena parte de estos medidores no operan de manera adecuada y esto nos lleva a no medir correctamente los consumos y a cobrar menos de lo que deberíamos en el consumo de un hogar o de algún comercio. Los medidores más modernos son mucho más sensibles al consumo eléctrico, a los diferentes aparatos que se conectan en la casa o en la oficina y esto nos permite ser más precisos en la medición y, en consecuencia, mitigar las pérdidas de energía. La meta que nos fijamos fue que para este 2018 estemos en un nivel de entre 10 y 11%, vamos caminando en la dirección de alcanzar ese objetivo. Para ello, ha sido necesaria una inversión muy significativa en nuevos equipos y la mejora constante en las tácticas y estrategias operativas para enfrentar aquellos puntos difíciles en la red eléctrica.

En la parte de comercialización observamos un enorme potencial de crecimiento. Aquí el reto central es enfocarnos en las necesidades de nuestros clientes, de modo que si en un hogar el cliente está principalmente en horas nocturnas en su hogar podamos desarrollar alguna estructura energética que le permita satisfacer sus necesidades a un menor costo, con mayor comodidad. En eso estamos trabajando, además de poder enfrentar de manera creativa las necesidades de competir con éxito en el nuevo mercado.

En el tema de combustibles estamos tratando de optimizar nuestras compras de combustibles, lo cual genera ahorros importantes para la CFE. Asimismo se lanzó un programa piloto para optimizar los tanques de almacenamiento de combustóleo y diésel, que antes usábamos de manera muy intensiva en las centrales de generación.

Uno de los grandes cambios en la generación es que estamos migrando del uso de combustóleo y diésel, que contaminan más y son más caros, al gas natural o energías renovables, que son de menor costo y más amigables con el medio ambiente. Conforme progresamos en esa agenda estos tanques en el modelo anterior a la reforma energética, se hubieran quedado ociosos, porque la CFE no tenía los incentivos para buscar nuevas fuentes de ingreso, particularmente ahora en nuestras empresas de generación, que son las propietarias de estos activos. La reforma energética las ha puesto a competir, a reducir costos y, en esa medida, a buscar cualquier ingreso adicional que les permita tener un balance financiero más robusto; para ello, lanzamos un programa piloto en Baja California y en Sonora.

A principios de 2017, el secretario de Energía revelaba un dato muy interesante; él decía que la capacidad de almacenamiento de gasolina en México, en algunos puntos en el tiempo, es de solo tres días, cuando una referencia internacional razonable es de cerca de 30 días. En consecuencia, tenemos mucho por hacer para mejorar la seguridad energética del país y lo que estamos haciendo con esta estrategia es poner a disposición del sector privado tanques que la CFE ya no está utilizando y que ofrecen muchas ventajas: ya están construidos, tienen resuelto el esquema logístico para su operación y la modernización de los mismos para guardar gasolina, es relativamente menos costosa y mucho más rápida de alcanzar.

En la cifra de cómo mejora la seguridad energética, en el caso de Baja California se va a incrementar a cerca de 10 días su capacidad de almacenamiento de gasolinas, de acuerdo con el consumo actual; en el caso de Sonora, cerca de 14 días. Y durante los próximos 10 años, conforme nosotros hayamos completado esta agenda de transformación y se hayan liberado todos los tanques que hoy tenemos, prácticamente duplicaremos la capacidad actual de almacenamiento de gasolinas en el país. En el sector energético, esto va de la mano con la estrategia de liberalización del mercado de gasolinas para ofrecerle mayores alternativas a los consumidores. Es un eslabón relevante y a nosotros nos permite tener una fuente adicional de ingresos en un entorno cada vez más competitivo.

A grandes rasgos, esta es la nueva estrategia y creemos que hemos sido capaces no solo de adaptar la estructura de la empresa a estos nuevos requerimientos en un tiempo récord, sino que al mismo tiempo nos hemos ocupado en mejorar la capacitación de nuestros trabajadores, mujeres y hombres, que son de gran talento, de gran compromiso y vocación de servicio, pero que ciertamente operaban en un entorno de monopolio, que era menos demandante en algunos aspectos de nuestra operación. Estoy absolutamente convencido de que la grandeza de la CFE se puede constatar a partir de muchos elementos, y que radica en su gente experimentada y comprometida, lo cual hemos visto recientemente en la atención a desastres naturales.

El otro gran eslabón hacia adelante es, por un lado completar el fortalecimiento financiero de la CFE; por otro lado, continuar mejorando nuestros indicadores operativos y el tercer elemento central es nuestro plan de inversiones que nos permita darle contenido a esta agenda de transformación.

Platico brevemente la transformación financiera y el fortalecimiento del balance de la empresa. La CFE venía registrando pérdidas financieras cada vez más significativas, en los últimos años. La reforma energética le impuso incentivos muy fuertes a la CFE y a nuestros competidores para tener una mejor estructura de costos y para ello uno de los cambios fundamentales fue poder renegociar el contrato colectivo de trabajo y en esa medida reducir el impacto y el costo del pasivo laboral, el plan de pensiones que no está fondeado y que representaba el pasivo más importante de la CFE.

La reforma estableció un incentivo muy potente, se decía que si éramos capaces de transformar este contrato colectivo con la participación del sindicato y de los trabajadores y eso generaba un ahorro en el pago fututo de la pensiones por cada peso de ahorro que se generara en la empresa, el Gobierno Federal aportaría un peso adicional. Con eso en mente pudimos hacer una negociación, ciertamente compleja y difícil, por momentos con enorme tensión, pero que terminó siendo muy exitosa, y que nos permitió disminuir cerca de 50% el pasivo laboral de la empresa.

No hay una empresa pública o privada en el mundo que pueda dar cuenta de una transformación de esta dimensión. La reducción fue de cerca de 320 mil millones de pesos. Era un elemento importante, pero no el único. La empresa venía también endeudándose a un paso acelerado. Lo que hemos hecho en los últimos tres años es disminuir cada año nuestro nivel de endeudamiento.

Otro elemento es que en el año 2002, 100% de esta deuda estaba en deuda extranjera, principalmente en dólares. En 2017 cerramos en un umbral de entre 20 o 30% de exposición cambiaria que es significativamente más saludable, pero sobre todo es una herramienta muy valiosa en esta época de relativa volatilidad como la que hemos vivido en estos meses recientes.

Otro elemento importante de este fortalecimiento financiero es que hemos reducido nuestros gastos operativos, detenido el crecimiento de la nómina y, para resumirlo en un solo indicador, la estimación que teníamos hace dos años y medio o tres años era que a más tardar en 2018 el patrimonio de la CFE se habría erosionado, o bien hubiera entrado en un terreno negativo; en cambio, cerramos 2016 con un patrimonio superior a los 500 mil millones de pesos, lo cual es una diferencia muy significativa.

Todos estos indicadores nos permitieron cerrar 2016 con número negros por primera vez en varios años, debido en buena medida a la negociación del contrato colectivo y nos ponen en una trayectoria de seguir capturando eficiencias y ahorros, y fortalecer las finanzas de la empresa. Son resultados alentadores, pero no son suficientes, así es que debemos perseverar con gran determinación en estas medidas de disciplina financiera y de reducción de costos, y nuestro plan de negocios fija como objetivo llegar a 2021 con un equilibrio sostenible para la empresa que le permita seguir creciendo. Para alcanzar este objetivo debemos continuar con esta transformación, seguir reduciendo costos y llegar a una meta de cerca de 22 mil millones de pesos en los próximos cinco años. En 2017 rebasamos ligeramente esa reducción de costos.

¿cómo nos comparamos en el costo de energía, hoy en día, con los líderes de generación de energía en el mundo?

Te doy algunos datos muy rápido, si comparamos las tarifas eléctricas que tenemos hoy para todos nuestros clientes con las que teníamos en noviembre de 2012, que fue el mes previo a la entrada de esta administración, hoy, en términos reales, son más bajas para todos nuestros clientes, pues ha habido periodos en que las tarifas bajan, otros años suben y en buena media las tarifas están determinadas por los precios de los combustibles; para ello, pongo un ejemplo muy sencillo, pero que me ayuda a ilustra cómo funciona esto, si uno se dedica a hacer jugo de naranja y sube el precio de la naranja, seguramente subirá el precio del jugo; si baja el precio de la naranja, pueden pasar dos cosas: si uno es un empresario del mundo privado pues a lo mejor no baja el precio del jugo ahí te guardas un pequeño margen; si tú eres la CFE, para nosotros ese insumo central son los combustibles y si bajan los combustibles, bajan inmediatamente las tarifas; por eso tuvimos cerca de 18 meses consecutivos, hace 2 años, de bajas mes tras mes de las tarifas eléctricas; después tuvimos un periodo de alrededor de 8 meses en que subieron, luego volvieron a abajar un poco y reaccionan como se mueven los combustibles en los mercados internacionales.

Las tarifas eléctricas se establecen con base en una fórmula que estableció hace algunos años la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que refleja la mezcla de los combustibles que utilizamos y la variación de esos precios en los mercados internacionales. Si uno compara las tarifas industriales que tenemos hoy en México con las de Estados Unidos, la brecha en su punto más amplio reflejaba una disparidad superior a 82%, eran más caras en México que en Estados Unidos; conforme hemos venido avanzando en esta transformación de combustibles más baratos y menos contaminantes, la brecha se ha ido cerrando, ha tenido puntos donde incluso hemos mantenido zonas o tarifas específicas más bajas que algunos estados de la Unión Americana, por ejemplo, California; y hay otros donde va a ser muy difícil alcanzar a cerrar esta brecha, por ejemplo, Texas, donde las condiciones naturales y de acceso a combustibles hacen que los precios logísticos sean verdaderamente competitivos.

En el caso de las tarifas domésticas de bajo consumo ahí se ubica cerca de 99% de los hogares en el país; prácticamente, la totalidad de los hogares está en ese segmento y este lleva 35 meses, a este noviembre, sin incrementos en las tarifas eléctricas; esa tarifas, antes de la reforma entre 2006 y 2014 venían creciendo 4% al año; en 2015, bajaron 2%; en 2016, volvieron a bajar 2%, pero después ya se han mantenido sin cambios. Es una circunstancia muy perceptible para la población, ¿qué se puede esperar hacia adelante?, que sigamos teniendo tarifas competitivas y que esta transformación y apertura de competencia permita que los clientes industriales puedan elegir aquellas opciones que sean más competitivas y que los clientes domésticos de bajo consumo puedan seguir recibiendo subsidios que otorga el Gobierno Federal a las tarifas eléctricas, pues no es la CFE, es el Gobierno Federal. Otros cambios importantes en la parte financiera es que antes la CFE absorbía contra su patrimonio, parte de esos subsidios que no se decidían aquí; ahora, la reforma genera un mecanismo mucho más transparente, y a partir de este momento la CFE recibe una compensación por esos subsidios que da el Gobierno Federal al usuario final. No son subsidios a la CFE, son subsidios al cliente final y eso ha permitido amortiguar de alguna manera estos cambios en los precios y las condiciones de competencia que ahora tenemos para permitir a todos nosotros estar seguros en todo momento de que tenemos los precios más competitivos disponibles en el mercado.

Como comentaba, otro elemento central de nuestros objetivos de transformación es cómo mejoramos nuestros indicadores de desempeño, y una radiografía quizá objetiva de cómo vamos en ese punto son las quejas de nuestros clientes frente a la Profeco. Tan solo en 2015 y 2016 esas quejas disminuyeron 25%.

Para alcanzar ese objetivo, han sucedido varias transformaciones; una muy relevante es que logramos establecer una mesa de atención en los módulos de Profeco, de manera que cuando nuestros clientes se acercan con una duda de su recibo o del correcto funcionamiento de la red eléctrica podemos reaccionar ágilmente y en muchos casos evitamos que se convierta en una queja, pero el elemento que es más cercano a nosotros es la disminución dramática el tiempo de interrupción del servicio eléctrico promedio en un año. Antes, en época de lluvias se iba la luz durante toda una tarde y llegaba hasta el otro día. Ahora, entre 2010 y 2016, este tiempo de interrupción por usuario bajó en cerca de 80%, de 127 a menos de 30 minutos promedio al año, cuando no es por un fenómeno natural catastrófico, lo cual es un indicador muy cercano a nosotros.

Cuando lo comento en las reuniones la gente lo recuerda y dice que ahora el suministro eléctrico es más estable en todas las regiones del país. Quizá la agenda pendiente de esta transformación operativa es asegurarnos que la medición continúa mejorando cada año y que logramos ser creativos y ofrecer nuevos servicios a nuestros clientes.

En el plan de infraestructura nuestro plan de negocios estableció unas inversiones estimadas para los siguientes cinco años de cerca de 250 millones de pesos más las inversiones que podamos detonar con alianzas con el sector privado. De esos 250 mil millones de pesos cerca de 170 mil millones son en proyectos de generación, cerca de 50 mil millones en proyectos de transmisión y 40 mil millones en proyectos de distribución.

Pero, ¿qué estamos haciendo en la generación? Por un lado, cambiando el uso de combustibles al gas natural a las energías renovables, explotando las herramientas que nos ha dado la reforma para detonar el crecimiento de energías limpias en México, y con la reducción de precios de las tecnologías de las energías limpias hemos alcanzado un punto de equilibrio atractivo para nuevos proyectos. A partir de la reforma, la Secretaría de Energía ha organizado dos nuevas subastas de energía de largo plazo. En las dos subastas la CFE fue la única compradora con diferentes vendedores y diferentes tecnologías, principalmente, proyectos eólicos y fotovoltaicos. La tercera subasta ya está en marcha y en unas cuantas semanas se emitirá el fallo. En esta subasta habrá otros compradores y vamos en camino de robustecer el mercado.

En la primera subasta participaron empresas de varios países, ganando empresas muy diversas con diferentes proyectos, y se alcanzaron precios muy competitivos de esa energía, y como suele suceder hubo muchas dudas respecto a la sustentabilidad, y al cambio tan dramático de los precios. Poco tiempo después hubo otra subastas similares en otros países que lograron superar lo que habíamos alcanzado en México, lo cual quiere decir que hay un cambio global en los precios de la tecnología, que es muy benéfico para todos los consumidores en el mundo. El potencial de estos proyectos en México es enorme con lo cual podríamos duplicar la generación de energía que tenemos hoy a partir de fuentes eólicas, fotovoltaicas o renovables. Hace poco la Agencia Internacional de Energía publicó que estiman que en los próximos cinco años cada hora se van a instalar en el mundo 70 mil paneles fotovoltaicos y 2.5 aerogeneradores, y México tiene que ser parte de esa transformación. Asimismo, la CFE quiere contribuir a esos cambios a partir de nuestra participación activa en estas subastas, con el fin de reducir las fuentes contaminantes.

Muchas personas están instalando paneles solares en sus casas por ofrecimientos de empresas privadas para generar esta energía de modo más económico. ¿Cuál es tu opinión de que cada quien sea libre de escoger el tipo de energía que quiere?

Hay dos grandes segmentos: el mayorista que son estos proyectos que acabo de describir y otro segmento que se llama distribuida donde cada quien en su casa se convierte en generador de su propia energía. Creo que ese es el futuro de la energía y la CFE no participa activamente en la proveeduría de paneles solares, pero sí tenemos un rol para interconectar a cualquier hogar que haya colocado paneles solares o en cualquier comercio, para eso hay un plazo establecido por la Comisión Reguladora de Energía.

En 2017 tuvimos 15 mil solicitudes de las cuales cubrimos más de 90%. Va a ser un cambio muy grande, además del almacenamiento de la energía, van muy adelantados lo cual es muy importante porque hasta hoy se consideran energías intermitentes, pues si deja de soplar el viento o deja de salir el sol, la energía producida debe almacenarse.

Respecto a la energía eólica, el Istmo de Tehuantepec tiene un potencial de generación eólica de 15 mil mega watts y apenas estamos explotando 2 mil mw. En consecuencia, el margen de crecimiento es muy significativo.

Recientemente, hemos tenido pláticas formales con la Comisión Reguladora de Energía, ya que existen algunas precisiones en la manera en que se va a cobrar la energía que se puede intercambiar con el sistema. Es una cuestión técnica que de ninguna manera impide que nosotros podamos interconectar a nuestros clientes, pero sí nos permite tener una cierta certidumbre financiera hacia el futuro.

En el tema de los mayoristas a partir de las subastas se detonaron 52 proyectos, pues uno de cada dos estados tendrá una nueva central de energía limpia con inversiones superiores a los 6 mil 600 millones de dólares, ya en firme, pues se están empezando a construir, donde el sector financiero ha estado participando cada vez más de manera activa para hacer financiables estos proyectos.

Si pudiéramos llamar la atención sobre algún elemento visible de esta nueva realidad estas subastas son uno de los grandes elementos; además, la reforma establece un mecanismo para que se cree –de hecho ya está operando– un fondo de electrificación universal, con la idea de que todos los participantes en el mercado aporten a este fondo para lograr 100% de electrificación del país, en el corto plazo.

Es decir, en generación venimos apostándole fuerte a las energía limpias; detonamos junto con el sector privado la construcción de 25 nuevos gasoductos en el país, pues es un sector en donde no se había construido en muchos años con inversiones superiores a 13 mil millones de dólares, la inversión más importante en mucho tiempo; de esos 25 gasoductos 12 ya se encuentran operando, otros 12 están en construcción y uno más es un pequeño ramal que está por licitarse en los siguientes meses. Cuando todo esto esté concluido y operando en un par de años, el sistema habrá crecido cerca de 75%. Esta es una buena noticia desde el punto de vista de la estructura de precios de la electricidad en México. Pero también es una buena noticia para las zonas del país que no tenían acceso al gas natural y que ahora podrán detonar la apertura de parques industriales, así que esto lo vemos con mucho optimismo porque tenemos muchos avances en esa dirección.

Estamos por anunciar la licitación de la primera línea de corriente directa de transmisión de alto voltaje en México; es una tecnología que no se había utilizado antes, y que otros países ya llevan 20 años utilizando, la cual permite perder menos energía, transportarla a grandes distancias; esta, en particular, irá de Oaxaca y del Istmo de Tehuantepec hacia la zona centro del país, que es una zonas de mayor crecimiento en la demanda de electricidad, y será un proyecto emblemático porque va a permitir utilizar estas herramientas que nos da la reforma a favor de un sistema eléctrico más robusto y confiable. Ahí también se van a ver mejoras significativas en los indicadores operáticos de la CFE.

Ahora bien, tratando de hacer un balance de dónde nos encontramos, logramos la separación de la empresa en trece empresas en un tiempo ligeramente mayor a dos años, cuando a una empresa global que se divide en dos o la fusión de dos en una, le lleva entre siete y diez años con un proceso complejo y costoso, así como enfrentar a la competencia al mismo tiempo. Nosotros, durante todo este proceso no tuvimos una sola diferencia notable en el suministro de energía eléctrica. En este proceso, hemos tenido que enfrentar con esta nueva estructura una temporada de huracanes muy retadora; por ejemplo, en el mes de septiembre empezamos con un huracán en Los Cabos, Baja California; el 7 fue el sismo de 8 grados que afectó, mayormente, a Oaxaca y Chiapas; el 8 entró un huracán a la península de Yucatán, cruzó el Golfo de México y el 10 entró a las costas de Veracruz; el 14, un nuevo huracán entró a Guerrero; el 19 el sismo de Puebla que afectó a Morelos, Tlaxcala, Estado de México y a la Ciudad de México; el 23 hubo una réplica del sismo del 7, el cual afectó el suministro de electricidad de 400 mil personas en Oaxaca.

Ahora bien, voy a dar algunos datos respecto al sismo del 19 de septiembre; un sismo no hay manera de anticiparlo, pero con un huracán, la tecnología nos permite anticipar el desplazamiento de equipo y material para, de alguna manera, estar preparados, y pues como el país está muy expuesto a esos fenómenos naturales hemos desarrollado habilidades para enfrentar los huracanes. Un sismo, en cambio, no permite esa flexibilidad.

El sismo del 19 afectó el suministro de 4.8 millones de hogares y comercios, simultáneamente, en varios estados. Tan solo en la Ciudad de México fueron cerca de 1.8 millones de hogares afectados; para restaurar el servicio eléctrico, desplazamos un equipo de más de 4 mil trabajadores, quienes estuvieron restableciendo el servicio en lugar de estar son sus familias. Las tareas se organizaron en tres grandes ejes: el primer bloque, el más numeroso, recorrió las calles de la ciudad para levantar postes y transformadores derribados y, algo importante, las afectaciones fueron a este nivel y no a la estructura de generación de electricidad, lo cual es bastante bueno porque no generó una inestabilidad estructural del sistema, lo cual nos permitió reaccionar con mayor agilidad. Un segundo equipo llevó torres de movilización, haciendo rescates, se desenergizaron los perímetros donde se estaban llevando a cabo estas tareas, y un tercer equipo se aseguró de que los hospitales de la ciudad, aquellos que contaban con plantas de emergencia tuvieran combustible suficiente para su operación durante la noche, y los que no tenían plantas de emergencia les suministramos plantas de manera temporal para no interrumpir la atención médica si era necesario; afortunadamente, no hubo una sobredemanda, la verdad es que el sistema hospitalario reaccionó muy bien.

Hubo varios elementos que nos permitieron actuar con esa agilidad, y uno muy importante fue que en los minutos posteriores al sismo el presidente de la República le instruyó a todo el gabinete trabajar de manera muy coordinada con las entidades federativas afectadas, con los gobernadores, con sus equipos, con los presidentes municipales; en fin, ese fue un tema central, la coordinación que nos permitió actuar rápidamente.

Otro elemento importante fue el apoyo y la paciencia de la población afectada. Tuvimos en el centro de atención telefónica más de 200 mil llamadas en las horas siguientes al sismo, cuando en un día normal no recibimos más de 6 mil; al segundo día, fueron otras 200 mil llamadas y lo que ocurre usualmente es que algunos elementos de la red eléctrica no se afectan en el primer momento pero se afectan poco tiempo después. Para cualquier Call Center de una institución bancaria, por ejemplo, recibir este volumen de llamadas puede reventar a cualquier sistema y ningún sistema está preparado para enfrentar algo así, pero cuidamos que la atención a nuestros clientes, en la medida de lo posible, fuera muy asertiva desde el punto de vista, de que si nosotros sabíamos que no iba a regresar la luz en esa noche, yo tomé la decisión de que era preferible comunicarlo, decirlo y que la gente tomara previsiones en vez de decir “ya van para allá”.

Fue un efecto de comunicación muy importante porque ahora, en tiempo real, había reportes por toda la ciudad en los que había problemas; en fin, yo creo que un experiencia como esta nos deja también muchas lecciones y, por ejemplo, una para nosotros relevante es la necesidad de despejar las vialidades, las calles, pues había lugares donde con rescates en curso y nuestras lámparas no podían llegar porque la gente seguía en sus vehículos tratando de llegar a su casa, tratando de moverse.

Me imagino que también es un reto para las ambulancias y la policía. Entonces, frente a un sismo de esa dimensión creo que es relevante que la población también comprenda que debemos despejar las calles para que todos los servicios puedan regresar lo antes posible. La CFE hizo un gran trabajo, ya que siempre es un reto nuevo, y no hay un libro al que uno pueda recurrir a un protocolo; cada situación es diferente y nuestros trabajadores, técnicos, ingenieros y toda la gente que operativamente tuvo una tarea hizo un gran trabajo; yo se los he reconocido y para mí es un gran orgullo ser parte de este gran equipo de trabajo y constatar que nuestro país tiene instituciones como la CFE que no se construyen de un día para otro, que ha tomado mucho años fortalecer, robustecer, preparar para enfrentar fenómenos como este, y que dada una prueba de esta magnitud hemos podido hacer una tarea en beneficio de la población, lo cual hace una gran diferencia, porque ahora se vio, que hubiera sido muy distinto, quizá como en el sismo del 85 cuando la energía eléctrica regresó semanas después al igual que las comunicaciones, pues ahora todo pasa por la energía eléctrica; en fin, yo creo que se hizo un trabajo serio.

para cerrar, ¿Cuál sería tu opinión con respecto a las negociaciones del tratado de libre comercio?

En este periodo yo he querido ser muy cuidadoso, dado que es una negociación en curso, de no meterme en detalles específicos, pero yo diría lo siguiente: a mi modo de ver, el sector energético revela ventajas para los países que participamos en este Tratado; de manera muy evidente, Estados Unidos puede colocar gas, para el que no hay demanda suficiente en su mercado interno, y vendérselo a México, en donde nosotros podemos generar energía eléctrica a precios competitivos, que nos permite generar mercancías también a precios competitivos que, eventualmente, comercializamos con ellos, entonces es un círculo virtuoso y por eso estoy relativamente optimista de que esta relación comercial ha sido benéfica para todos y desde el punto de vista de los intercambios de energía eléctrica son realmente muy limitados, tenemos diferentes puntos de interconexión, diferentes acuerdos para que estos intercambios se puedan llevar a cabo, sobre todo en el verano que es el punto de mayor demanda en ambos lados de la frontera; pero, comercialmente, tienen un impacto muy limitado, pues realmente contribuyen a generar condiciones de estabilidad en los sistemas eléctricos y yo creo que eso será previsible que se mantenga porque lejos de generar algún tipo de prejuicio, al contrario, nos da una gran fortaleza en ambos sistemas eléctricos.

Muchas gracias por compartir con nosotros esta interesante información, felicidades por tu liderazgo y por los grandes avances que tienen a la fecha, ya que el sector eléctrico es prioritario para nuestro país.

Por Pra. Sylvia Meljem Enríquez de Rivera
Fotografía Sheri Paola Ochoa C.

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