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T-MEC Implicaciones y consecuencias de una renegociación forzada

Editor IMCP - 5 febrero, 2019

Uno de los temas que marcaron profundamente el año 2018 fue el proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o T-MEC, que es como se le conocerá de ahora en adelante en México (Tratado entre México, Estados Unidos, Canadá), mientras que en Estados Unidos será el United States, Mexico, Canada Agreement (USMCA).

Las principales presiones para que se gestara este cambio fueron propiciadas por el actual gobierno del presidente
estadounidense Donald Trump, obedeciendo en gran medida a las promesas realizadas durante su campaña presidencial de 2016: cerrar déficits comerciales, incrementar la venta de productos americanos,
revivir ciertas industrias y crear empleos. El pasado 27 de agosto, después de un año de arduo trabajo, se logró cerrar la renegociación de los 32 capítulos que componen el nuevo tratado. Sin duda, el T-MEC se constituye como uno de los mayores acuerdos comerciales a nivel mundial, alcanzando más de un billón de dólares en operaciones comerciales entre los tres países y con un mercado potencial de más de 450 millones de consumidores.

Amplia relevancia

¿Por qué era importante la renegociación del tratado para México? En un primer plano, la renegociación disipa la incertidumbre que se había creado desde la llegada de Trump al poder. Sus amenazas eran muy directas en contra de nuestro país y en contra del tratado (lo llegó a llamar el peor tratado en la historia de Estados Unidos), y se manejó mucho la posibilidad de abandonarlo unilateralmente. Las grandes inversiones requieren de estabilidad en el mediano y largo plazo para poder realizarse, por lo que la posibilidad de un cambio de reglas es un factor que, sin duda, las inhibe.
En un segundo plano, la renegociación del acuerdo permitió actualizarlo con cláusulas y temas que simplemente eran inexistentes hace 25 años, tales como e-commerce o propiedad intelectual digital. El resultado es un acuerdo de última generación que puede darle competitividad y fortaleza a la región de Norteamérica, aunque, como veremos más adelante, también se trata de un tratado proteccionista en muchos sentidos.

Principales acuerdos alcanzados
Los principales aspectos acordados en la renegociación del tratado incluyen los siguientes:
Resolución de disputas internacionales.
Conocido como capítulo 19 en el TLCAN y abogado ampliamente por los gobiernos de Canadá y México, finalmente quedó intacto en el nuevo tratado, garantizando a los países miembros la posibilidad de acudir ante un órgano independiente para la resolución de disputas y controversias de carácter comercial.
Industria láctea.

Estados Unidos tendrá la posibilidad de acceder a 3.5% del mercado doméstico canadiense de productos lácteos, el cual está valorado en USD$16,000 millones anuales.
Industria automotriz.

Se acordó para Canadá y México un cupo de exportación equivalente a 2.6 millones de vehículos hacia Estados Unidos. Adicionalmente, se incrementó de 62.5 a 75% el contenido de los vehículos producidos en la zona del tratado como requisito para la exención de aranceles; asimismo, se estipula que entre 40 y 45% de los vehículos deben ser producidos en zonas donde los trabajadores perciban un salario mínimo de USD $16 por hora.
Revisión periódica.

El tratado tendrá una duración inicial de 16 años con posibilidad de renovación por otro periodo igual, pero con
revisiones periódicas cada seis años. A pesar de esto, no se contempla la expiración automática del tratado.
Acero y aluminio.

Se mantienen los impuestos, tanto para Canadá como para México. El tratado renegociado no contempla su eliminación, la cual pudiera darse por otros mecanismos.
Sector energético.

Con base en la reforma energética aprobada por la administración saliente de Enrique Peña Nieto se establece la
factibilidad de que las compañías extranjeras puedan extraer petróleo en territorio mexicano, pero se reserva la propiedad directa, inalienable e imprescriptible de todos los hidrocarburos para México.
Propiedad intelectual.

Los tres países se comprometen a proteger el desarrollo de tecnologías (incluyendo software) de la misma manera en que se protege la música, las películas o los libros. Adicionalmente, se acordó que los derechos de autor permanecerán por un periodo de 70 años después de la muerte del autor.
Intercambio digital.

Existirá una limitante para los gobiernos con respecto a la indagación de software y algoritmos con el objeto de proteger la competitividad; asimismo, productos digitales como e-books, videos, música, software y videojuegos
estarán exentos de impuestos. En cuanto al e-commerce, se acordó eliminar los impuestos en compras en línea menores de $150 dólares canadienses entre México y Canadá, y de $100 dólares entre México y Estados Unidos.
Adicionalmente, los gobiernos de los tres países acordaron adoptar normas y prácticas laborales conforme a lo establecido por la Organización Internacional del Trabajo, incluyendo un nuevo apartado sobre derechos laborales en el tratado. Asimismo, acordaron también mantener los tipos cambiarios determinados por el mercado, evitando así cualquier intento de manipulación cambiaria. Finalmente, Estados Unidos, México y Canadá acordaron continuar con esfuerzos para combatir la corrupción y terminar con el trabajo infantil; México, además de esto, se comprometió a garantizar la libertad sindical mediante la adopción de un marco legal para este propósito, evitando la existencia de contratos de protección para los patrones. Asimismo, se acordaron condiciones para que nuestro
país mejore los salarios de los trabajadores pertenecientes a la industria automotriz.

Siguientes pasos
El Tratado todavía deberá ser ratificado por los legisladores de cada país; para el caso de México, una vez firmado por el presidente en funciones Enrique Peña Nieto, deberá ser revisado y aprobado por la Cámara de Senadores, de acuerdo con el Art. 76 de la Constitución, el cual faculta al Senado para la “aprobación de tratados internacionales y convenciones diplomáticas que el Ejecutivo Federal suscriba”. Posteriormente, deberá ser publicado en el Diario Oficial de la Federación. En el caso de Estados Unidos y Canadá, el tratado también debe ser ratificado por sus órganos legislativos. Será muy interesante observar el proceso de aprobación legislativa en 2019, el cual podría traernos algunas sorpresas. México y Estados Unidos, en particular, han pasado por procesos electorales en 2018 que cambiaron de manera importante los balances de poder. Los Congresos que tendrán la responsabilidad de discutir y aprobar este tratado no tienen la misma composición partidista o ideológica que los gobiernos que hicieron la renegociación.

No descartaríamos que se pudiera dar una sorpresa en ese proceso de aprobación. En cualquier caso, el proceso de ratificación en los tres países es largo y complejo y debe tomar, por lo menos, la primera
mitad del año 2019.
Posibles repercusiones para México
La realidad del T-MEC es que convierte a Norteamérica en una zona más proteccionista, dando prioridad al contenido de la región por encima de productos o servicios que se podrían importar de Asia.
Es en realidad un acuerdo que está muy preocupado por limitar el acceso de China en el mercado americano vía manufacturas mexicanas. En ese sentido, el T-MEC tiene el potencial de cambiar drásticamente los flujos comerciales que han dominado la región en los últimos 10 o 15 años. Es difícil saber si el T-MEC será bueno o malo para México. Son demasiados factores para analizar y muchos son imposibles de prever en estos momentos.
Pero, lo que sí podemos decir es que cambiará nuestra dinámica comercial, de alguna manera limitando
el modelo que habíamos seguido hasta ahora de total apertura comercial, para convertirnos en
una plataforma manufacturera internacional. En muchos aspectos, el T-MEC va en contra de ese modelo,
dando preferencia específica a la manufactura en Norteamérica, y mandando un fuerte mensaje de
rechazo a China. También es difícil anticipar el efecto que el T-MEC podría tener en la competitividad de la región de
Norteamérica. El hecho de limitar, por ejemplo, cierto volumen de producción automotriz a países donde el sueldo sea de por lo menos 16 dólares la hora, puede ser un arma de doble filo. Por un lado, no hay ninguna certeza de que esta medida ayude a incrementar los salarios en México, incremento que, por definición, tendría que estar respaldado por incrementos en productividad, para que no fuera inflacionario. Por otro lado, el gran perdedor podría ser el consumidor, quien tendría que estar subsidiando, por medio de precios más altos, una base de salarios poco eficiente. Y existen fuerzas más importantes que el propio tratado y que, seguramente, tendrán impacto en la situación laboral en Norteamérica en los próximos años: automatización de procesos, inteligencia artificial, Machine Learning y Big Data. No me sorprendería ver a las grandes armadoras automotrices haciendo grandes inversiones en robótica en los próximos años con el objeto de salir del debate sobre los 16 dólares por hora. Un aspecto positivo del T-MEC, y el cual, quizá, explica la urgencia del Presidente Peña Nieto por cerrar esta renegociación antes de dejar el poder, es tratar de establecer ciertos candados supranacionales que limiten en cierta medida algunas ideas radicales del nuevo grupo en el poder. Esto se expresa de forma específica en el capítulo de energía, donde se reconoce la posibilidad de participación extranjera en concordancia con la reforma energética. De igual forma, también es muy positivo que se incluyan compromisos específicos para mantener la libre flotación de las monedas, asegurando que sea el mercado el que determine el tipo de cambio, así como el reconocimiento de compromisos específicos en la lucha contra la corrupción.

Conclusión
La renegociación del tratado es un factor positivo para la región al eliminar la incertidumbre relacionada con este tema. Sin embargo, hay que reconocer que, tal vez, este no es el mejor tratado que se podría haber negociado, especialmente si la negociación hubiera empezado por una iniciativa amigable y de buena fe por parte de los tres socios por actualizar el tratado, y no como consecuencia de una agresiva promesa de campaña que un presidente
tenía que cumplir. Sin embargo, el panorama económico para nuestro país puede complicarse rápidamente en 2019, especialmente si la nueva administración comienza a tomar decisiones políticas sin considerar su impacto
económico. Un ejemplo ya fue la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM).
Decisiones que generan pérdida de confianza y de certidumbre desembocan eventualmente en mayor riesgo-país, mayores costos financieros y, por ende, en menos proyectos de inversión, crecimiento y empleo.
Es muy importante que todos los Contadores Públicos, desde nuestra trinchera como asesores de negocios, pero también como ciudadanos, seamos vigilantes de la disciplina económica que nuestro país requiere, y que no debemos perder. Una de nuestras fortalezas, ya durante un par de décadas, había sido una fuerte disciplina macroeconómica. Esto lo aprendimos amargamente después de las grandes crisis económicas de los años setenta
y ochenta. No podemos regresar al pasado ni olvidar sus lecciones tan fácilmente.

C.P.C. Y C.P.A. ARMANDO NURICUMBO
RAMÍREZ MIEMBRO DE LA COMISIÓN DE REVISTA DEL IMCP
DIRECTOR DE NURICUMBO + PARTNERS, FIRMA DE
CONSULTORÍA EMPRESARIAL
ARMANDO@NURICUMBO.COM

Tags | NAFTA renegotiation, renegociación del TLC, T-MEC, Tratado de Libre Comercio, USMCA
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