
Me llamo Francisco Javier Calvillo Valdez, soy escultor de arena desde hace 10 años. Soy originario de Guadalajara, egresado de la Universidad de Guadalajara de la licenciatura en artes visuales. Al término de la carrera
decidí mudarme a Puerto Vallarta. Lo que tengo como egresado es lo que tengo de residente en Vallarta. El motivo de estar en ese destino turístico es la arena. Un año antes de terminar mi carrera conocí este mundo y literalmente me atrapó. En desacuerdo con mi familia y amigos, dije “no me importa nada, solo quiero ser escultor de arena, nada más, así”. Mi primer contacto con estas esculturas fue visual, como turista. Pasar por el Malecón y ver obras de tres metros de arena me dejó fascinado, ver esa primera pieza y conocer al creador: José Luis González, un venezolano. A partir de ahí compartimos experiencias y le comenté que estaba estudiando la carrera de artes visuales. Fue una charla muy amena, hubo química y se
forjó una gran amistad de muchos años. Todo lo que él sabía, me lo compartió. Yo empecé de manera informal en 2008, jugando con la arena. Hice un bebé de ochenta centímetros acostado, con un cordón umbilical conectado a medio mundo y unos espermas alrededor que, a su vez, formaban el óvulo. Lo titulé Eres un bebé como para quererte comer el mundo. Lo hice porque ahí veía la multitud de jóvenes en un fin de semana de fiesta, queriendo comerse el mundo. Esa masa de juventud fue lo que proyecté en mi primera pieza. La realicé en una noche. Fue una catarsis total. Jamás había hecho algo en la arena ajeno a los castillitos, cuando iba de niño con mi familia a la playa. Mi carrera es de pintura y, por lo regular, los trabajos escolares los hacía de noche. Pero la arena me dio lo que no me dio la pintura, me atrapó totalmente, me fui, perdí la noción del tiempo. Mi primera exposición aquí en el Malecón fue un derroche total de tiempo. Hay varios factores que me han mantenido trabajando con la arena. El ego es uno de ellos, que creo que está en todos los seres humanos, pero de una manera particular en el artista, se alimenta del aplauso del público. Si me analizo en esa etapa, hace 10 años cuando yo tenía 23, me movía mucho el aplauso de la gente todo el tiempo: felicidades, qué bonito trabajo. Te alimenta el ego, pero también el alma. Hablar del ego en un buen sentido. Yo creo que esa parte fue la que me mantuvo, el aplauso de tanta gente. Estar trabajando en vivo, frente al espectador, no en un estudio. Recibir esos elogios a mi trabajo me hace sentir bien. Lo podemos ver desde niños, si uno hace un dibujo y le dicen que es bonito, lo motivan a seguir dibujando, pero si te dicen que es feo, te aseguro que, aunque tengas el don, no vuelves a tocar un papel y un lápiz. Te la crees. Es importante esa motivación. A mí me la dio el turista, aquí, en el Malecón de Vallarta.
El tiempo para realizar una pieza varía, puede ser desde seis horas, hasta un mes. Y aunque pueden durar expuestas varios meses metiéndoles algún tipo de fijador, o dándoles mantenimiento constante, yo las dejo solo de dos a tres meses y las cambio. La permanencia de la obra depende mucho del clima y de los accidentes ocasionados por terceros. Cuando una escultura se encuentra en mal estado la destruyo para remplazarla por una nueva, no conviene tenerla deteriorada pues no genera igual la donación,
porque aquí vivimos de donaciones. Así es como me mantengo renovando mis exposiciones de manera constante casi todo el año. Lo que pueden ver
en el malecón se sostiene completamente con el bote y con el pozo de los deseos. Desde que empecé a trabajar planteé esa idea para mantener la escultura de arena. Nada más.
Mi sustento de vida proviene también de la hotelería, pues hago logotipos en la arena para eventos privados, por ejemplo, en bodas hago las figuras de los novios; en cenas de gala en la playa, desarrollo escenografías; y desde hace tres años trabajo para el festival Ondalinda x Careyes, que es un festival musical que lleva tres ediciones hasta 2018. Ahí colaboró con la escenografía del festival. Hacemos esculturas monumentales de diversos materiales como paja, madera, tejidos de hilos, entre otros. En mi obra he manejado temas prehispánicos, figura humana, arte abstracto, temas marinos, arte sacro, logotipos empresariales, entre otros. Lo prehispánico lo
trabajo mucho aquí en el Malecón de Puerto Vallarta porque es una ventana de México para el mundo. Me gusta tratar ese tema por identidad nacional. También busco las temáticas de acuerdo con las temporadas, trato de prepararme para Navidad; por ejemplo, para el 15 de diciembre ya debo tener mis esculturas listas para recibir a los turistas. Ahora, con el paso de los años, lo que quiero hacer con mi tiempo es tener mi taller, un espacio cerrado y disfrutar mis piezas, sin que sea obra por encargo, sin que sea efímera, pues muchas veces aún no termino una pieza cuando pasa un accidente y ahí se acaba. De repente es muy triste. Hace años decía, lo efímero es lo bello. En el budismo ese es el valor de la vida, pero ahora también busco la permanencia, y más allá de esta, la paz y tranquilidad
a la hora de desarrollar la obra. En 2018 realicé una pieza, Espíritu Mujer Venado, con trozos de madera proveniente del mar. Esta pieza me movió
muchísimo. Pero al ser una obra para un evento, no me fue posible dedicarle el tiempo que yo hubiera querido para lograr una expresión más sutil en su rostro y manos. Ahora que la tengo en mi taller la trabajaré hasta
lograr la expresión que busco. Sería mi primera obra no efímera en exhibición en una galería. Mi obra plástica, fuera de lo comercial y cultural, puedo identificarla en dos líneas muy marcadas: una es la figura humana, en donde busco el estudio anatómico y la estética que encuentro en el desnudo, la expresión corporal y el comportamiento social del ser humano. Atrapar y proyectar al espectador, esa belleza y sentimiento en mi obra. La segunda línea es el arte abstracto como representación del universo, en la búsqueda de la comprensión y contemplación de la conciencia humana en
conexión con el todo. Quiero experimentar con nuevos materiales los cuales me permitan plasmar mis ideas. En mi cabeza y en mi mente hay color, geometría sagrada, sección áurea, fractales, mándalas. Quiero apostarle a eso. En mi cosmogonía, en esta etapa de mi vida, ser más espiritual. Trabajar con la composición del universo y la conciencia humana. Aprovecho para invitar a las autoridades a brindar apoyo a los nuevos artistas que se dediquen a esta actividad de la escultura con arena, a darles financiamiento, valor y respeto a su trabajo, el cual también ayuda a promover sitios turísticos como en este caso.
Recomendaciones para los lectores
Me gustan mucho Sergio Garval y Marín. Los dos tienen una fuerza en la figura humana. Sergio trabaja con carboncillo y Marín con bronce. Y hablando de fuerza: me encanta el trazo de Gabriel Flores. Gran artista para mí. Sigue tus sueños, dedícate a lo que realmente te gusta. Busca tu pasión. Plantea ese objetivo el horizonte y de ahí no te muevas.
