Ing. Óscar Enrique Sosa Garza
Director Regional de Gestión de Talento
Manpower MeCA

Buenas noticias se anuncian para la participación de la mujer en los mercados laborales actuales. Los campos económicos de mayor dinamismo en la actualidad y los de servicios, resultan cada vez más propicios para el talento natural y las habilidades propias de este género; asimismo, las nuevas tecnologías de la información y las de gestión de personal empiezan a facilitar su participación con esquemas de mayor flexibilidad en horarios y sitios de trabajo

La mujer representa una tercera parte de la fuerza laboral en el mundo, aunque su participación como género alcanza más de la mitad de la población total. Destaca en puestos directivos de pequeñas y grandes empresas y es reconocida por su liderazgo empresarial y su participación en puestos políticos de alta relevancia. Cada vez más mujeres aparecen en las listas de directivos de empresas Forbes, así como en los premios Nobel.

El tejido familiar y social
El abordaje del género femenino en los mercados de trabajo ha sido todo menos fácil, ya que ha estado acompañado de sacrificios personales y familiares, en algunos casos con incidencia grave en el tejido familiar y social.
La participación laboral de las mujeres profesionistas hasta la fecha se ha dado en un ambiente de restricciones culturales, propias de un mundo del trabajo fincado en épocas donde el proveedor fundamental de la familia era el hombre, quien culturalmente no asume los mismos compromisos familiares que las mujeres. ¿Cuántos hombres trabajan y, a la vez, cuidan del hogar, van a hacer las compras, educan a los hijos, preparan la comida, atienden a la pareja? ¿Cuántos hombres se ven obligados a sacrificar su ascenso laboral por el nacimiento de un hijo o por encargarse del cuidado de un familiar cercano? ¿Cuántos hombres tienen doble o hasta triple jornada laboral como la gran mayoría de las mujeres trabajadoras?
Expertos de la organismos multilaterales, de gobiernos y de organismos empresariales, reconocen que una mayor y mejor utilización de la población mundial femenina en la fuerza laboral, contribuirá a incrementar el crecimiento económico y a reducir la pobreza, mejorar las condiciones sociales, y promover el desarrollo sustentable en todos los países del orbe.
Tendencias demográficas y económicas permiten pronosticar que, al cierre de la tercera década del siglo actual, el género femenino alcanzará esa mitad del mundo laboral que le corresponde. Entre las más importantes se encuentran el envejecimiento de la población calificada ocupada en países como Japón, las menores tasas de crecimiento de población en edad de trabajar en países de Europa y otros del mundo desarrollado, así como la creciente brecha entre demanda y oferta de talento creciente a nivel mundial, consecuencia de la desarticulación entre los centros de formación de capital humano y el mundo productivo.
El predominio creciente del sector servicios en las economías más dinámicas del orbe, apunta a una situación de escasez de talento que tarde o temprano habrá que afrontar incorporando de forma adecuada al género femenino, un sector de la población que cuenta con posibilidades de crecimiento y habilidades para desempeñarse en los renglones punta de este sector.
Pero, avanzar en este sentido sin traumatismos sociales será posible solo si se trabaja para superar las dificultades que frenan el desarrollo laboral de las mujeres. Dificultades que van desde la discriminación salarial, el acoso y la carencia de prestaciones hasta su relegación a actividades de bajo valor agregado y la sujeción al ya famoso techo de cristal, pasando por la rigidez laboral y su incidencia en el equilibrio de la vida personal y el trabajo. Poner foco a estos aspectos es fundamental para restablecer el deteriorado tejido familiar y social en nuestro país.

Importante romper paradigmas
Las mujeres tienen por naturaleza talentos y características que las ponderan como más competitivas en el trabajo. Según estudios realizados por Manpower en varias partes del mundo, las empresas buscan más a las mujeres que a los hombres porque son capaces de trabajar bajo presión, tienen una planeación y organización más avanzada y destacan en el análisis y solución de problemas. Asimismo, las mujeres tienen mayor sensibilidad organizacional, disposición de servicio y trabajo en equipo, así como liderazgo, comunicación oral y control gerencial. Las mujeres tienen, además, la habilidad de balancear distintas actividades y prioridades, ser flexibles y adaptarse rápidamente a las circunstancias, ventajas evidentes en los tiempos actuales de organizaciones multifuncionales.
Diversas estadísticas señalan que las economías latinoamericanas registran uno de los niveles más bajos de participación de la mujer en los mercados laborales. Involucrar a más mujeres en el mercado laboral de esta región implicará romper paradigmas en las formas tradicionales de administrar el recurso humano, flexibilizar concepciones y estructuras organizativas, y apuntalar mecanismos que valoren el trabajo más por los resultados obtenidos que por el tiempo invertido en la oficina.
Para ello, empleadores y gobiernos deberán innovar hacia diseños organizativos que sustituyan la supervisión acosadora por la tecnología innovadora, que liberen a las mujeres del yugo del tiempo y el espacio, permitiéndoles colaborar con facilidad desde su casa u otro lugar, en el tiempo que más les acomode.

Caminos propuestos

• Modificar políticas obsoletas de trabajo. Estudios de Manpower señalan que para alcanzar esta visión óptima de la participación de la mujer en los mercados de trabajo, tendrán que revisarse las políticas que apoyan estructuras obsoletas de trabajo. Por ejemplo, los reglamentos para el pago de las prestaciones, la seguridad social y el fondo para el retiro basados en el antiguo modelo de cuarenta horas a la semana; o normatividades que desalientan el retorno de las mujeres al trabajo, como la reducida duración de la licencia de maternidad, la indisponibilidad de empleos de medio tiempo, o el yugo del espacio.
• Capacitación constante. Para capitalizar las oportunidades que los tiempos actuales abren al género femenino en los mercados laborales, las mujeres deberán complementar sus talentos y habilidades naturales con el desarrollo de competencias, habilidades y actitudes de alta demanda. Capacitación permanente y educación son aspectos claves. De hecho, las mujeres han progresado mucho en ese sentido y prueba de ello es que a nivel mundial el sexo femenino es el que más se gradúa en las universidades.
• Enfocarse en competencias naturales. Según los especialistas, entre las áreas que este sector de la población puede apuntalar se cuentan las conocidas como: competencia lingüística, de pensamiento científico y tecnológico, aptitudes matemáticas y digitales. Además, las mujeres deben hacer conciencia de que actitudes como las de autonomía, iniciativa personal, competencias sociales y ciudadanas, disposición hacia la cultura y el arte, ya no son monopolio del hombre y sí muy bien vistas por los empleadores.

Sin embargo, buenas noticias se anuncian para las mujeres en los mercados laborales o, por lo menos, mejores que las que se les presentaron en las últimas décadas. Para aprovecharlas habrá que romper paradigmas en la empresa, mantenerse alertas y estar a tono con los nuevos requerimientos.