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ISSN 2594-1976
Artículos

México vulnerable. Qué hacer por nuestro país

admin - 3 septiembre, 2012

Fís. José Luis Ortiz Aguilar
Director General de GeoSci (Geofísica de Exploración, Hidrología,
Corrosión y Energías Renovables)
jlo@geosci.com.mx

Con el fin de difundirlo en el ámbito empresarial, deseo hacer una revisión del estudio sobre el impacto del cambio climático en las regiones más vulnerables de nuestro país, realizado por especialistas en el “Proyecto Estudio de País: México”,1 el cual abarcó tres líneas principales de investigación: i) el inventario de emisiones de gases de efecto invernadero; ii) los escenarios del cambio climático, y iii) la vulnerabilidad, línea a la cual me voy a enfocar por señalar acciones concretas a las que debemos poner especial atención

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En la sección de vulnerabilidad se incluyeron siete temas, considerándose en esta revisión los seis primeros, para lo cual se abarcó el periodo de 1951 a 1980. Los estudios incluyeron, además de la sensibilidad del sistema a un posible cambio climático, su capacidad de respuesta o de adaptación al cambio.1 Los temas son: i) desertificación y sequía; ii) hidrología; iii) áreas costeras; iv) agricultura; v) energía e industria; vi) asentamientos humanos, y vii) vegetación.
Desertificación y sequía. Por su localización geográfica, en mayor o menor grado, México es muy vulnerable a la acción desastrosa de las sequías; los especialistas prevén un aumento en la “severidad” de la sequía meteorológica en todo el país y que las áreas que resultarán más afectadas se localizan en el centro y norte del país, siendo severa en la península de Baja California y el noroeste del estado de Sonora, así como el de Quintana Roo. Otros casos interesantes son Jalisco y Michoacán, que tienen una alta vulnerabilidad a la desertificación.
Esta vulnerabilidad del país a la desertificación establece el carácter urgente con el que se deberán de tomar las acciones recomendadas y establecidas por el Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC),6 tales como el uso adecuado del suelo para proteger la cobertura vegetal original; ampliar la superficie de producción primaria; avanzar hacia la tasa cero de deforestación y las medidas que en lo particular cada región requiera.2 Para facilitar la acción sobre estos proyectos, el Banco Nacional de Comercio Exterior estableció el Fideicomiso denominado Fondo Mexicano de Carbono7 (FOMECAR), a fin de apoyar a organizaciones para que aprovechen los ingresos adicionales que ofrecen los mercados de carbono en el mundo, para desarrollar proyectos en el marco del Mecanismo para un Desarrollo Limpio (MDL) y el uso de energías renovables.2,7,8,9 Estas acciones sobre el cambio climático pueden crear oportunidades significativas de negocio y de nuevos mercados para las Tecnologías de Bajo Carbón.10
Hidrología. Se analizaron tres cuencas hidrológicas, importantes por su extensión y el número de habitantes que en ellas se asientan: la cuenca del sistema fluvial Lerma-Chapala-Santiago, la del río Balsas y la del río Pánuco. Los resultados indican que con un cambio climático habría una disminución del agua aprovechable en las tres cuencas hidrológicas consideradas. Sobresale la vulnerabilidad de la cuenca del sistema fluvial Lerma-Chapala-Santiago, que abarca los estados de México, Querétaro, Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Zacatecas, Durango, Nayarit y la totalidad de Aguascalientes. La cuenca del río Balsas comprende importantes áreas de los estados de Oaxaca, Puebla, México, Morelos, Michoacán y Guerrero; la topografía de esta cuenca facilita los aprovechamientos hidroeléctricos como la presa de El Infiernillo, cuyo vaso es uno de los más grandes de México. La Cuenca del río Pánuco comprende el Distrito Federal, Hidalgo, México, Querétaro, San Luis Potosí, Veracruz y Tamaulipas, y su importancia radica en que se asientan en ella más de 15’000,000 de habitantes, con lo que se convierte en la cuenca hidrológica más poblada del país.
Con base en la evaluación de usos y de volúmenes de agua disponibles se concluyó que es necesario tecnificar el riego agrícola y eliminar el riego de inundación; priorizar el tratamiento de las aguas residuales y favorecer su reúso; se deberán de instalar en la costa plantas desalinizadoras de agua que aseguren el suministro de agua potable. Las regiones que ya experimentan problemas de escasez de agua tendrán que replantear el modelo de desarrollo económico, lo cual implica que un mayor número de infraestructura y de población deberá de reubicarse en las regiones costeras y en el sureste.
En relación con los organismos operadores de agua potable, alcantarillado y saneamiento, se sugiere su privatización y autonomía, desligados de intereses políticos y, sobre todo, manejarse con criterios de sustentabilidad, eficiencia, efectividad y equidad en sus procesos de diseño, de construcción y operación de sistemas de agua.
Áreas costeras. Se identificaron cinco zonas vulnerables o susceptibles a las variaciones del nivel medio del mar: en el Golfo de México y Mar Caribe. Nuestro país posee 23 grandes sistemas lagunares-estuarinos; Tamaulipas cuenta con 41%, Veracruz 19%; Tabasco 3%, y Campeche 37%. En el Caribe, las bahías de Sian Ka’an-Chetumal comprenden 528,000 ha, de las cuales 120,000 son marinas.
Una de las consecuencias esperadas por el aumento del nivel del mar es la pérdida de humedales, incrementándose el nivel de la inundación en algunas áreas y decreciendo en otras. Se considera que para el año 2025, en el Golfo de México habrá un aumento en la temperatura de 1.5°C y un incremento en el nivel del mar de 20 cm;4 sin embargo, el cambio climático no es el único factor para ello y no implica una elevación homogénea del nivel del mar. Los impactos se notan ya en algunos ecosistemas, como en las lagunas de manglar y los arrecifes coralinos, los factores más significativos que los afectan son la temperatura del agua, el nivel medio de las mareas, el flujo y la disponibilidad de agua dulce en estuarios y humedales costeros, así como la frecuencia creciente de tormentas y eventos extremos.5 De manera combinada, el ascenso del nivel del mar, la frecuencia de anomalías oceanográficas cálidas como “El Niño” y la presión humana sobre las costas de todo el país, mediante los desarrollos inmobiliarios, de asentamientos humanos y de granjas acuícolas, ponen en peligro creciente la integridad de las costas y la producción sustentable de decenas de especies de pesquerías costeras y arrecifales como jaibas, lisas, bagres, mojarras, pargos, robalos y sábalos.5 El incremento en las concentraciones atmosféricas de CO2 y, por ende, el aumento en la acidez de los océanos, afecta de manera directa la supervivencia de una infinidad de especies del plancton, lo que modifica de manera irreversible la cadena nutritiva del océano.
En conclusión, no es posible ser optimista sobre el futuro de los mares y de las costas de México en la perspectiva del cambio climático global; en muchos casos, el daño ya está ocurriendo, por lo que necesitamos desarrollar una agenda urgente de conservación para nuestros mares, con particular énfasis en los ecosistemas más frágiles: arrecifes coralinos, lagunas costeras y manglares, montes submarinos y zonas de agregaciones reproductivas. Necesitamos desarrollar un programa de mitigación de impactos para las comunidades costeras que ya están sufriendo el impacto complejo del deterioro de sus pesquerías.5,6
Agricultura. Los efectos de un cambio climático en los rendimientos de maíz de temporal son negativos, con acortamientos en la estación de crecimiento. Sin embargo, los científicos observaron que en los predios localizados a una altura mayor de los 2,000 msnm y en el centro de México, los incrementos de temperatura propuestos resultan benéficos, aún en los casos de decremento en la magnitud de la lluvia. Se encontró que en los sitios ubicados al este del país habrá un adelanto de un mes en la sequía intraestival bajo condiciones de cambio climático, por lo que se sugieren medidas de adaptación: como el cambio en la fecha de la siembra, el incremento en la aplicación del fertilizante, el cambio en la variedad de la semilla, la aplicación de irrigación y las combinaciones de estas. Se hizo un análisis de los costos de las medidas de adaptación en función de un incremento en los rendimientos y se concluyó que en algunos casos implicarían pérdidas económicas para el productor.
Energía e industria. Las diversas ramas industriales y los sistemas energéticos tienen entre sí diferencias notables en su grado de sensibilidad climática. En 1990, los sectores industrial y energético participaban con 30.7% del PIB, aunado a que ambos sectores están concentrados desde el punto de vista territorial; solo el Distrito Federal y el Estado de México reúnen 38% del PIB en dichos rubros, seguidos de Nuevo León, Jalisco y Veracruz.
Para el caso de la industria, la determinación de la vulnerabilidad hacia el cambio climático es un asunto complejo, tanto por la enorme gama de modalidades que hay en este sector, como por la multiplicidad de factores que inciden en su vulnerabilidad. Por lo tanto se deberán aplicar medidas que lleven a hacer un uso final más eficiente de los equipos eléctricos; a favorecer la recuperación de calor y de energía; a fomentar el reciclado y la sustitución de materiales; a reducir las emisiones de combustibles fósiles con el uso de tecnologías más limpias y de menores consumos, como la solar y la eólica; a obligar el control de las emisiones de gases distintos del CO2 y la implementación, por parte de los industriales en colaboración con los consultores ambientales, de tecnologías y procesos que logren la eficiencia energética avanzada, la captación y el almacenamiento de dióxido de carbono en la fabricación de cementos, amoniaco y hierro; el empleo de electrodos inertes para la fabricación de aluminio, entre otros.6
Asentamientos humanos. Existe una estrecha relación entre la distribución de la población, la incidencia de las enfermedades infecciosas, las transmitidas por organismos portadores y el consumo de agua; para 2025 se advierten algunas perspectivas de vulnerabilidad que podrían encontrarse en los estados que cuentan con un rápido crecimiento poblacional, con un elevado consumo de agua y en los que se registran altos niveles de incidencia de enfermedades infecciosas, como Tamaulipas, Chihuahua, Jalisco, México y Tabasco, por lo que será necesario prever la construcción de infraestructura en obras para nuevos abastecimientos de agua. Por otro lado, la migración contribuye a incrementar la concentración y la densidad de población en ciertos espacios, así como a la transmisión de enfermedades, por lo que se deberán buscar estrategias económicas para avanzar hacia una distribución más adecuada de la población. Asimismo, es importante vigilar el comportamiento epidemiológico de las diversas enfermedades relacionadas con el clima.

Referencias
1. Gay García, Carlos (Compilador) (2000), México: una visión hacia el siglo XXI. El cambio climático en México, Instituto Nacional de Ecología, Universidad Nacional Autónoma de México, US Country Studies Program, México, 220 p. ISBN 968-36-7562-X.
2. Ejecutivo Federal. 2009. Programa Especial de Cambio Climático 2008-2012 (IPCC), Estrategia Nacional de Cambio Climático, SEMARNAT, enero de 2008.
3. Sánchez Torres Esqueda, Gerardo, Recursos hídricos y cambio climático, UAT.
4. Task team on the Impact of Expected Climate Change on Mangroves.
5. Ezcurra, Exequiel, Director del Instituto para México y Estados Unidos de la Universidad de California (UC MEXUS).
6. Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) 4º Informe de evaluación, 2007.
7. FOMECAR, Fondo Mexicano de Carbono.
8. Ley para el Aprovechamiento de Energías Renovables y el Financiamiento de la Transición Energética y su Reglamento.
9. Ley para el Aprovechamiento Sustentable de la Energía.
10. Stern Review Report on The Economics of Climate Change, Cambridge University Press.

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