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ISSN 2594-1976
Artículos

e- commerce. Mitos y realidades

admin - 3 junio, 2013

Eugenio Perea Legorreta
Director General
PagoFacil
twitter: @eperea
eugenio@pagofacil.net

Si todo sale bien, este artículo será pieza de museo en 2020. Es más, será objeto de burla. Será como los artículos sobre las bondades del Modelo T de Ford, presumiendo su velocidad tope de 72 km/h y su transmisión de dos velocidades. Será tan útil como un artículo describiendo los usos del oxígeno en la respiración de los mamíferos o la aplicación de la ley de la gravedad para caminar. El comercio electrónico* será una realidad tan presente en la vida de la mayor parte de la especie que se volverá invisible. Será, simplemente: comercio

Hoy, sin embargo, este artículo sí tiene razón de ser. Hoy, en pleno 2013, cuando ya hay adolescentes caminando por ahí que nacieron en el siglo XXI, existe una enorme cantidad de creencias positivas y negativas sobre el comercio electrónico que no tienen nada que ver con la realidad. Este pequeño artículo hará su parte para ayudar a esclarecer esas creencias cuasi-místicas y será un peldaño más en el camino de la evolución cultural y económica de nuestro país.
Entonces, comencemos por lo primero: ¿Qué es comercio electrónico? Comercio electrónico es nada más y nada menos que la compra y venta de productos y servicios por medios electrónicos, como Internet y otras redes similares. Más claramente: comercio por Internet. Punto. Ese comercio por Internet, vilificado por algunos y glorificado por otros, goza de una fama que no se merece, y vamos a poner la lupa en cuatro de los mitos y realidades que lo han puesto ahí.
MITO:
EL COMERCIO ELECTRÓNICO ES INSEGURO
Mucha gente está convencida de que Internet, en su totalidad, es lo más parecido que tenemos hoy a un pueblo del viejo oeste, donde criminales desalmados vagan impunes por la avenida principal, robando y asesinando a gente inocente por doquier, solo deteniéndose en la taberna a beber whiskey, visitar los aposentos de las madeimoselles del segundo piso, y jugar póker, donde seguro aprovecharán para dispararle en el pecho a su contrincante, solo para no perder la costumbre.
Esas personas no tienen la más mínima intención de jamás hacer una transacción financiera en Internet ni pagar su tarjeta de crédito, comprar algo, mandar dinero, etcétera.
Están seguros de que lo único que ganarían es el robo de su dinero, el robo de su identidad para usos malévolos, el robo de los bienes adquiridos o ser víctimas de algún tipo de fraude.
La realidad, por fortuna, es otra. En una conferencia de Visa en junio de 2012 se publicaron datos interesantes al respecto: De cada 100 transacciones con tarjeta de crédito en Internet, 67% no tuvieron problema alguno. El restante 33%, que enfrentó algún tipo de problema, como rechazo de la transacción, errores en el ingreso de la información, o alguna otra cosa, menos de 2% tuvo un problema con el robo de identidad y menos de 2% tuvo problemas con robo de información de la tarjeta. Es decir, ¡solo una persona de cada cien!
No digo que eso esté bien, porque vaya que 1% es muchísimo para una base de millones de transacciones diarias, pero si lo comparamos con el porcentaje de fraudes realizados con tarjetas de crédito en comercios físicos, el monto es negligible (insignificante). El Consumer Sentinel Network, del Departamento de Justicia del gobierno de los EE.UU. reporta que 10% de la población de ese país ha sido víctima de algún tipo de fraude con su plástico y pone las pérdidas acumuladas en 5.5 billones de dólares.
El problema es más de percepción, al igual que viajar en avión vs. automóvil. Es mucho más segura, estadísticamente hablando, una transacción por Internet que una transacción tradicional.
REALIDAD:
EL COMERCIO ELECTRÓNICO ES DIFÍCIL
Mucha gente ha intentado ingresar al mundo del comercio electrónico y se ha encontrado con una barrera imposible de sortear: la dificultad. Desafortunadamente, Internet y el comercio electrónico fueron diseñados y creados por un segmento muy homogéneo de personas: hombres muy inteligentes y con una extensa educación en las ciencias, con mucho amor por la tecnología y con una gran predilección por intentar cosas nuevas.
Actividades que para ellos son muy sencillas y rutinarias resultan molestas y frustrantes para otros. Y por “otros” me refiero a un gran porcentaje de la población del planeta. Particularmente la gente adulta que ya tenía su vida bastante bien organizada antes de 1995 encuentra desesperante y desconcertante el tipo de actividades que tienen que llevar a cabo para realizar transacciones financieras por Internet. Desde cosas tan fundamentales como la gestión de claves de acceso, hasta la falta de comprobantes físicos, los modelos mentales que demanda el comercio electrónico son casi incompatibles con los que esas generaciones usaron durante décadas.
El problema no se ha resuelto con el tiempo, por un fenómeno que llamo el “Dilema Diésel”. En la Ciudad de México no hay muchos automóviles de diésel porque no hay muchas estaciones de carga de diésel, y no hay muchas estaciones de carga de diésel porque no hay muchos automóviles de diésel. De igual manera, la población que no se siente cómoda en Internet aún no hace uso del comercio electrónico porque no hay sitios que hagan la tarea fácil, y no hay sitios que hagan la tarea fácil porque hay muy pocas personas de ese perfil que hagan uso de esos servicios.
El ciclo vicioso de usabilidad en Internet favorece a la gente joven que encuentra las demandas del comercio electrónico menos engorrosas. Esa gente joven llega con cada vez mayor frecuencia a Internet, relegando a los adultos a un papel menor. Los desarrolladores ven un crecimiento constante y dedican sus recursos a su mercado más representativo.
Lo que poca gente está viendo son las tendencias de crecimiento del país. Llevamos tantos años con una población en mayor número joven que creemos que siempre va a ser así. Por el contrario, la decreciente tasa de natalidad, la creciente tasa de longevidad y el crecimiento de la clase media van a resultar que el México de las siguientes décadas tenga una población madura y con necesidad de soluciones más sencillas. Sí habrá un segmento que ya tiene el conocimiento necesario, pero la penetración de Internet es aún muy baja como para depender de ello.
Los proveedores de comercio electrónico que más pronto reduzcan la complejidad de sus transacciones serán los ganadores de un mercado masivo invaluable.
MITO:
EL COMERCIO ELECTRÓNICO ES ENORME
Como toda buena leyenda urbana, la figura del comercio electrónico parece ser una fuerza misteriosa de gran poder y tamaño que puede aplastar todo lo que se cruce en su camino. La prensa no se cansa de publicar notas llenas de emoción y gráficas con crecimiento exponencial. Directores generales de incontables empresas se sienten asediados por la imperante necesidad de subirse de inmediato a esta gran corriente. Si no estás haciendo comercio electrónico, les dicen sus asesores, ya te quedaste en el pasado.
Y cómo no se va a alarmar la gente, si fuentes tan confiables como la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI) publican que el valor total del comercio electrónico en México en 2012 fue de 80 mil millones de pesos, y que el crecimiento anual promedio de los últimos seis años es de dos dígitos. Solo para tomar los datos más impactantes, para 2011 el crecimiento anual fue de 66 y 46% para 2012, ¡y eso que el planeta estaba en plena crisis!
Afortunadamente, la realidad es aún más interesante: el comercio electrónico es pequeño. No, más bien, es MUY PEQUEÑO. En los países más avanzados y con mayor penetración de conectividad, las transacciones por Internet rondan 7% del Producto Interno Bruto (PIB). Forrester Research publica, por ejemplo, que Estados Unidos sostiene un crecimiento compuesto de 10% desde 2009 y llegará en 2014 a ventas de 250 billones de dólares, lo que representará 8% del PIB del país.
India, por poner otro ejemplo interesante, tuvo un crecimiento meteórico de 50% durante 2012, y ya casi alcanza 1% del PIB. ¿México?: 0.52%.
En conclusión, el comercio electrónico está en pañales. Tenemos mucho camino muy bueno que recorrer.
REALIDAD:
EL COMERCIO ELECTRÓNICO TIENE UN POTENCIAL IMPRESIONANTE
Así como ha ocurrido con todas las revoluciones por las que ha pasado nuestra especie, un aspecto de nuestras vidas va a cambiar todo lo demás.
El hombre es un animal que no puede separar sus universos: sus relaciones sociales están involucradas con su situación económica, que está relacionada con su salud, que está relacionada con su capacidad de tomar riesgos, que está relacionada con su propensión darwiniana de reproducirse.
La Revolución Industrial cambió los patrones de consumo, la movilidad social y la capacidad de creación artística del ser humano. La revolución social de fines del siglo XX cambió los roles de los géneros dentro de la sociedad y el balance de fuerzas geopolítico, y ahora la revolución cultural que los científicos de DARPA nos regalaron en la década de 1990 en la forma de Internet está cambiando tantas cosas que aún no tenemos idea de lo que nos está pasando. El resultado será objeto de muchos estudios dentro de 50 años, pero hoy es demasiado fresco y demasiado vertiginoso como para hacer un dictamen. Lo que sí sabemos es que es emocionante y no lo podemos detener.
El comercio electrónico se ha topado con barreras que no teníamos, o que no sabíamos que nos definían tanto. Ha derribado algunas, por ejemplo, la gestión instantánea de tipos de cambio y ha fracasado contra otras, como los husos horarios; sin embargo, las más interesantes son las que está obligando a evolucionar, como la permeabilidad física y electrónica de las fronteras, o la participación de jugadores privados en los ámbitos antes reservados a los gobiernos como los viajes espaciales de Virgin Galactic y SpaceX.
Como en todo, la competencia, la ambición y la creatividad del ser humano están haciendo cosas que hubieran parecido magia o ciencia-ficción hace un par de décadas. Los límites del comercio electrónico fueron establecidos hace unos años por los expertos en el tema y rápido fueron destruidos por idealistas que encontraron nuevas maneras de resolver problemas. Ese ciclo se repite una y otra vez; los límites se siguen expandiendo y su expansión parece acelerarse. Pasamos de libros a discos, a ropa, a coches, a cosméticos, a metales preciosos, a armas, a tierra, a ideas.
Hoy tenemos 99% del PIB hacia donde crecer. De la mano con avances en la ciencia de la logística, liderada por empresas como Deutsche Post y de avances en tecnologías como la impresión 3D, el comercio electrónico tiene el potencial de cambiar el mundo una vez más. Es nuestra responsabilidad que esta vez sea para bien.

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