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ISSN 2594-1976
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Globalización, ¿y México? Implicaciones para las empresas

admin - 1 octubre, 2015

M. en C. Gabriela Uberetagoyena Pimentel

Profesora-investigadora de tiempo completo Instituto ESCA Unidad Santo Tomás, IPN

Especialista en Estudios Internacionales

guberetagoyena@ipn.mx

La globalización ha impulsado a las empresas hacia la búsqueda de oportunidades para internacionalizar su actividad económica, convirtiéndose en un reto, debido a múltiples factores tanto internos como externos, principalmente, para las empresas micro, pequeñas y medianas; mientras que, para las grandes multinacionales es un proceso por demás intenso y sin barreras por la naturaleza misma de sus actividades y fortaleza productiva y competitiva

El objetivo de este trabajo es exponer un panorama conceptual y práctico del fenómeno llamado globalización. Para ello, se comienza por definir el término y sus dimensiones, con base en el KOF Índice de Globalización, que ubica a los países más globalizados y el papel que hoy desempeña México al respecto, para concluir con algunas reflexiones sobre las implicaciones que esto tiene en las empresas.

Globalización se volvió la palabra de moda desde hace décadas. La globalización de la cultura, de la seguridad, de la ideología, de las comunicaciones, de la información, de los mercados, de la economía… todo está globalizado. Hay autores que la refieren como un fenómeno existente desde el surgimiento de los grandes imperios que pretendían unificar enormes territorios y mejorar el movimiento de bienes y personas a través de continentes. Para confirmarlo basta imaginar a los hábiles comerciantes persas alrededor de los siglos VI al IV a. de C. (Huwart and Verdier, 2013).

No obstante el profundo análisis que su raíz histórica pueda generar, en su concepción actual, su origen está asociado a la crisis de crecimiento lento de la economía mundial a fines de los sesenta y a su acentuación entre 1974 y 1975.

Un sin fin de autores la han definido desde su propia perspectiva, por ejemplo, Marshall McLuhan (1968), quien acuñó el término “aldea global”, sugiere que se formó una comunidad mundial, de tal manera comunicada que asemeja la existencia de una aldea concretada por las posibilidades de comunicación e información.

En el campo de los estudios estratégicos, fue Zbigniew Brzezinski (1969) quien señaló el nacimiento de una sociedad global –la estadounidense– capaz de hacer universal su modo de vida, gracias a su primacía económica y al dominio de las nuevas tecnologías.

En las décadas de los años setenta y ochenta, el uso del término se incorpora al lenguaje de la mercadotecnia, la gestión empresarial y la administración para hacer referencia a las estrategias operativas de las grandes empresas transnacionales. Así, Theodore Levitt (1983) lo empleó para ilustrar lo que llamó la nueva realidad comercial, esto es, la constitución de mercados globales para series completas de productos de consumo y en una escala de magnitudes hasta entonces desconocidas, en los que se vende lo mismo, en todas partes. Asimismo, Michael Porter (1986) empleó el término industria global para dar cuenta de los cambios ocurridos en algunos de los sectores de producción en los que las corporaciones y empresas participantes desarrollan ventajas competitivas al integrar sus actividades sobre una base de alcance mundial.

Ya en la década de los años noventa, Kenichi Ohmae (1990) comenzó a utilizar el concepto para describir un proceso que llevaría, irremediablemente, a una forma de gestión integrada a escala mundial de la gran empresa multinacional, capaz de decidir, en beneficio propio, la instauración de reglas del juego anteriormente creadas por el Estado. Llamó integración global a las prácticas de las grandes corporaciones para asegurar una gestión mundial de sus funciones empresariales básicas, desde investigación y desarrollo tecnológico hasta financiamiento de las inversiones y selección del personal técnico y directivo, pasando, desde luego, por la división internacional del proceso productivo.

Incluso se comenzó a utilizar en el ámbito de las políticas públicas, hablándose del diseño y puesta en operación de estrategias globales de los gobiernos para apuntalar la capacidad competitiva de determinadas actividades económicas o de grupos de empresas en el mercado mundial.

Es importante señalar que después de la caída del Muro de Berlín en 1989 y de la desintegración de la URSS en 1991, que implicó el fin del bloque socialista en Europa, es cuando el mundo se percata del inicio de una nueva etapa en la economía mundial y las empresas empiezan a dar una respuesta a esta tendencia. A partir de entonces, la integración de los mercados, aunada a la revolución de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), han convertido al mundo en un mercado global.

Lo anterior no quiere decir que no haya obstáculos al comercio, los hay y muchos; sin embargo, la búsqueda de oportunidades de negocios más allá de los mercados nacionales es una realidad que prevalece para muchas empresas.

dimensiones de la globalización

En términos más concretos, ¿cómo medir si un país se ha globalizado? ¿Cuáles son los países más globalizados? ¿Cómo está México en este tema?

Para abordarlo, es necesario mencionar que la globalización es un fenómeno que ha sido medido desde 2002. Su fundamento teórico y metodológico fue publicado en Dreher (2006) y Dreher, Gaston y Martens (2008), a través del KOF Swiss Economic Institute, con su KOF Index of Globalization, que año tras año presenta sus resultados.

Este índice define a la globalización como el “proceso de creación de redes de conexión entre actores a distancias multi-continentales, medida a través de una variedad de flujos que incluyen personas, información, ideas, capitales y mercancías”. La conceptualiza como un proceso que “erosiona las fronteras nacionales, integra economías, culturas, tecnologías y gobiernos, generando relaciones complejas de interdependencia mutua” (KOF, ETH Zürich, 2015, párr. 1).

Las tres dimensiones de la globalización de este índice son:

  • Económica. Caracterizada por los flujos de larga distancia de bienes, capitales y servicios, así como la información y las percepciones que acompañan a estos intercambios. En esta dimensión se miden:
    • Los flujos reales de comercio, la Inversión Extranjera Directa (IED), inversiones de portafolio y rentas mensuales a extranjeros.
    • Restricciones al comercio por medio de obstáculos técnicos (ocultos) a la importación, tasas arancelarias, impuestos al comercio exterior (como proporción de los ingresos) y restricciones a la cuenta de capital, con base también en el Índice de Libertad Económica, elaborado por el Fraser Institute de Canadá.
  • Social. Dividida a su vez en tres subdimensiones:
    • Contactos personales, lo que permite medir la interacción directa entre personas de diferentes países. Esto incluye: tráfico telefónico (en minutos por persona), turismo internacional (salidas y llegadas de turistas internacionales), población extranjera (como porcentaje de la población total) y correspondencia internacional (número de cartas enviadas y recibidas per cápita).
    • Flujos de información, que miden el flujo potencial de ideas e imágenes, lo cual incluye usuarios de Internet (por cada 1,000 personas), hogares con televisión y el comercio de periódicos (exportación e importación).
    • Proximidad cultural, como una de las variables más difíciles de medir. Se refiere al dominio cultural de productos de otros países, especialmente de Estados Unidos. Esto se mide por medio del número de restaurantes McDonald’s establecidos en el país (per cápita); número de Ikea, la empresa de origen sueco de muebles (per cápita) y el comercio de libros (exportaciones e importaciones como porcentaje del PIB).
  • Política. Esta dimensión es medida por el número de embajadas establecidas en el país, número de membrecías a organismos internacionales, participación en las misiones del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), tratados internacionales en vigor (a partir de 1945 y depositados en la Secretaría General de la ONU).

Cabe señalar que los datos para elaborar este índice provienen de organismos internacionales como: Banco Mundial, UNCTAD, FMI, entre otros.

Una vez clarificados los elementos que, de acuerdo con este índice, hacen a un país globalizado o no, analicemos quién es quién en el mundo a este respecto y cómo se encuentra México.

En el siguiente cuadro se resumen 25 países seleccionados de los 207 que se analizan, de tal manera que se puede observar que los primeros 10 lugares pertenecen en su gran mayoría a Europa, a excepción de Singapur que ocupa un lugar sobresaliente en el índice general y en sus dimensiones económica y social, mientras que en lo político cae totalmente su nivel de globalización. Por lo que corresponde a países como Estados Unidos y Alemania, es de resaltarse que ocupan lugares muy cercanos ambos en todas las dimensiones, a excepción de la económica, donde el primero se clasifica en el lugar 90, mientras que el segundo en el 63.

Cabe resaltar también el caso de Japón, que mientras en su dimensión política está muy globalizado, en la económica se ubica hasta el lugar 126. De la misma forma, China se muestra globalizado políticamente, mientras que en lo económico también ocupa un lugar muy bajo, 120.

En lo que respecta a los países de América Latina, es de resaltarse el papel que desempeña Chile, que en el índice general aparece como el país más globalizado de la región, muy por encima de los demás. La dimensión menos globalizada de este país es la social.

En relación con México, se ubica en el lugar 71 del índice general, muy por debajo de Chile, que ocupa el 39, atrás también de Uruguay, Perú, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador y Guatemala, pero por encima de Brasil, Colombia, entre otros. Mientras que su dimensión más globalizada es la económica, y la menos es la social, lo que habla del establecimiento de estructuras de apertura hacia el mercado internacional, pero un avance poco significativo de la gente hacia esta tendencia global.

Implicaciones para las empresas

La globalización es un fenómeno ligado al proceso de internacionalización de la economía que, como se mencionó, a partir de los años setenta ha generado un incremento notable de los flujos comerciales, el establecimiento de acuerdos multilaterales y regionales, la suscripción de todo tipo de tratados, así como el diseño de programas gubernamentales que fomenten una mayor actividad exportadora de las empresas manufactureras de países en desarrollo, para equilibrar en parte la expansión de las empresas transnacionales.

Por internacionalización se debe entender entrar en un mercado diferente al nacional y es el resultado de la adopción de una serie de estrategias en las que se consideran tanto los recursos y capacidades de la empresa como las oportunidades y amenazas del entorno (Araya, 2009).

Tradicionalmente, los análisis que se han realizado sobre la internacionalización de las empresas se centran en el comportamiento de las transnacionales o grandes corporativos que, por naturaleza, operan a nivel global, pero han menospreciado el papel que hoy en día tienen las pequeñas y medianas empresas, sobre todo manufactureras, que siguen representando más de 90% de las unidades económicas en el mundo y 50% del empleo (World Bank, 2012).

Estas empresas de menor tamaño asumen una importante participación en los mercados a partir de una variedad de estrategias de internacionalización como la exportación directa o indirecta, las coinversiones, la inversión directa, etc. Si bien su participación sigue siendo relativa y algunas pueden no tener interés de interactuar más allá de las fronteras, no es menos cierto que todas deben vislumbrar su crecimiento en un mercado que no cesa de internacionalizarse.

Por supuesto, este proceso se ve rodeado de factores internos y externos que impulsan u obstaculizan la internacionalización. Como externos y fuera de control, por parte de la empresa se encuentran las condiciones del mercado al que se pretende entrar como son: su potencial, su estabilidad económica y política, entre otros.

Sin embargo, los más importantes son los internos, pues en ellos se debe enfocar y trabajar arduamente para alcanzar la meta: disponer de un producto de calidad para ofrecerlo a otros mercados, la decisión sobre el mercado destino, la capacidad del personal de la empresa para llevar a cabo el proceso (desde la parte administrativa y de trámites, la capacidad para dar servicio al cliente, así como la coordinación entre los diferentes departamentos involucrados), los recursos financieros disponibles, entre otros.

Ciertamente, los riesgos aumentan en la medida en que participan en proyectos globales, pero antes deben identificar plenamente sus ventajas competitivas o, para ser más realistas, conocer sus fuerzas distintivas y tratar de estar a la altura de sus competidores, sobre todo si se ubican en otros países. Esto no quita la posibilidad de aprovechar algunas ventajas que tienen frente a las grandes empresas, como su flexibilidad y la rapidez para adaptarse a la cambiante realidad internacional.

A menudo, las empresas cometen algunos errores cuando deciden internacionalizarse, uno de ellos es preocuparse solo de los requisitos para ingresar a los mercados, pues deben tener un enfoque integral que contemple: los términos comerciales, las barreras técnicas, los requisitos del mercado, los modos de ingreso al mercado, las cadenas de suministro local y global, la responsabilidad social, la productividad, competitividad, innovación y aprendizaje, e incluso los aspectos culturales. Y, en caso necesario, el establecimiento de alianzas estratégicas que es la tendencia de las empresas de menor tamaño, que se percibe a nivel mundial (Callender, 2010).

Otro error consiste en sacrificar su rentabilidad al exportar y subvencionar el precio de las exportaciones con los excedentes obtenidos del mercado interno, como política para ingresar en mercados externos. Esto es una decisión equivocada, como también lo es no tener un diseño de productos para exportar, que se adapten a las necesidades de los mercados.

Por otra parte, las empresas se pueden beneficiar de algunos cambios que se registran en el mundo, como la reducción de tamaño, proceso que están llevando a cabo muchas compañías grandes, sobre todo de países desarrollados, debido a los altos costos de la mano de obra. Este fenómeno, mejor conocido como downsizing, obedece a la conveniencia de dichas empresas, para concentrarse en aquellas actividades con mayor valor agregado. Esta es la razón por la que buscan proveedores en países con bajos costos, por lo tanto contribuyen a la expansión de la cadena de valor internacional.

La internacionalización está estrechamente ligada a esta perspectiva de cadena de valor: maximizar los ingresos y minimizar los costos en compras, producción y ventas. De ahí que China haya atraído el mayor porcentaje de la inversión internacional directa en plantas de manufactura y ha convertido a ese país en el “taller del mundo”. Esta es una nueva oportunidad para recoger los posibles beneficios de la globalización, integrarse a las distintas etapas de valor de las cadenas internacionales de producción, mediante el establecimiento de vínculos con empresas grandes y filiales extranjeras. Pero los gobiernos deben hacer su parte, ya que está comprobada la importancia y el nivel creciente de intervención política en el establecimiento de vínculos entre empresas de diferentes tamaños (UNCTAD, 2006).

Este vínculo puede ser una de las formas más rápidas y eficaces de modernizar las empresas de un país, facilitar la transferencia de tecnología, conocimientos y aptitudes, mejorar las prácticas empresariales y de gestión y facilitar el acceso a los recursos financieros y a los mercados.

Otros factores que pueden traducirse en beneficios para las pequeñas empresas manufactureras son: la expansión de los servicios financieros internacionales, sobre todo si sus gerentes han tenido la oportunidad de vivir en el extranjero, lo que les permite jugar un papel muy importante en la iniciación de las actividades internacionales de sus compañías, pues se vuelven más receptivos y abiertos a nuevas ideas. Cuando estos gerentes regresan a sus países de origen, pueden explotar sus habilidades y contactos que hicieron (Rodríguez, 2005). Tal es el caso de los ingenieros de software de la India, que después de un periodo de trabajo en Estados Unidos, regresan a su país y abren sus propias compañías. También las empresas manufactureras de menor tamaño pueden aprovechar las tecnologías de comunicación e información, sacarle partido a sus conocimientos de otros idiomas y, sobre todo, a las políticas gubernamentales que inducen a las PyMES a internacionalizarse.

Lo anterior no se produce automáticamente, como consecuencia de la presencia de las empresas transnacionales, sino que requiere de la participación de todos los interesados: los gobiernos, mediante políticas favorables y las empresas transnacionales y PyMES, mediante su visión y compromiso.

La realidad es que en los países en desarrollo hay un número limitado de PyMES bien preparadas para enfrentarse a las nuevas condiciones y al aumento de la competencia en los mercados mundiales y que, por tanto, pueden beneficiarse de la globalización mediante inversiones directas en el extranjero.

El ejemplo más destacado se da en la Unión Europea, donde se han definido no solo políticas de apoyo a las PyMES, sino también las buenas prácticas de dichas políticas y los caminos de la internacionalización. De hecho, con escasas excepciones, a nivel internacional no existen países en los que las PyMES no sean objeto de apoyo mediante diversos programas e instrumentos. En los EE.UU., existe la Small Business Administration (SBA), para atender dichos programas.

En el caso de México, también existen múltiples mecanismos orientados al financiamiento, información, consultoría y asistencia técnica, así como la capacitación genérica y especializada. Las empresas pueden acudir a Proméxico, a la Secretaría de Economía, por medio del Fondo PyME, o a la banca de desarrollo como Nacional Financiera para orientación.

El panorama de la internacionalización de las empresas mexicanas no es muy alentador. Solo se necesita revisar las cifras para darse cuenta del enorme reto al que se enfrentan las empresas y la política pública encargada de impulsar su desarrollo. Según el INEGI (2013), de las 4.5 millones de empresas existentes, poco más de 800 mil son manufactureras y de estas apenas 0.8% tiene actividad internacional. Esto no obstante de ser un país con 10 tratados de libre comercio, que abren la puerta a 45 mercados alrededor del mundo de manera preferencial.

A manera de conclusión, se puede afirmar que son los empresarios quienes deben impulsar esta actividad y buscar más allá de las fronteras nacionales nuevas oportunidades. Se entiende que la situación económica mundial y nacional atraviesa por momentos complejos, pero la determinación y los conocimientos para llegar a nuevos mercados, sin duda alguna darán siempre buenos resultados.

La globalización ha traído enormes retos a muchos países, particularmente a aquellos cuyo desarrollo no es muy elevado, de ahí la oposición de grupos a la apertura y desigualdad que conlleva. Sin embargo, vista como oportunidad, las empresas deben asumir esta realidad y arriesgarse al incursionar en nuevos mercados que complementen la actividad en sus mercados locales y abrir una nueva visión de negocios más allá de sus fronteras nacionales.

Bibliografía

Araya, L. A. (2009). El proceso de internacionalización de empresas. Tec. Empresarial, Vol. 3, Ed. 3, 18-25 p.

Brzezinski, Z. (1969). Between two ages. America’s role in the technotronic era, Nueva York, Viking Press.

Callender, L. (2010). “Estrategias de internacionalización para las PyMES en el Caribe”, en SELA, PyMES, Como Factor de Integración (p. 205-213). Venezuela: Editorial Horizonte C. A.

Dreher, A., Gaston, N. (2008). Measuring globalisation gauging its consequences, New York, Springer.

Dreher, Axel (2006), Does Globalization Affect Growth? Evidence from a new Index of Globalization, Applied Economics 38, 10, 1091–1110.

Huwart, J.Y. and L. Verdier (2013), Economic Globalisation: Origins and Consequences, OECD Insights, OECD Publishing, Disponible en: http://dx.doi.org/10.1787/9789264111899-en

INEGI (2013). Perfil de las Empresas Manufactureras de Exportación. Boletín de prensa núm. 206/13, 21 de mayo de 2013. Consultado el 25 de mayo de 2015.

KOF, ETH Zürich (2015). KOF Index of Globalization, consultado el 22 de julio de 2015, en http://globalization.kof.ethz.ch/media/filer_public/2015/03/04/method_2015.pdf

Levitt, T. (1983). “The globalization of markets”, Harvard Business Review, Recuperado el 19 de febrero de 2013, disponible en: hbr.org/1983/05/the-globalization-of-markets/ar/1

McLuhan, M. y Fiore, Q. (1968). Guerra y paz en la aldea global, México, Martínez Roca.

Ohmae, K. (1990). The borderless world: Power and strategy in the interlinked economy, Nueva York, Harper Perennial.

Porter, M. (1986). Competition in global industries. Boston, Harvard Business School Press.

Rodríguez M., J. (2005). Entendiendo el proceso de internacionalización: la actividad de las PyMES, Anuario 2005 de Administración, México, Universidad Autónoma Metropolitana.

UNCTAD (2006). “Promoción de los vínculos entre las ETN y las PyMES para favorecer la capacidad productiva de las empresas de los países en desarrollo: Perspectiva de Política”, Nota de la Secretaría de la UNCTAD, Ginebra, UNCTAD.

World Bank (2012). IFC and Small and Medium Enterprises. Consultado el 21 de julio de 2015, disponible en: http://www.ifc.org/wps/wcm/connect/277d1680486a831abec2fff995bd23db/AM11IFC+IssueBrief_SME.pdf?MOD=AJPERES

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