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La Información. Herramienta de competitividad y productividad

admin - 1 noviembre, 2015

Por M. A. y C.P. Martha Silva Domínguez/Profesora y asesora de empresas ITESM Campus Estado de México/marthas@itesm.mx

Dr. Pablo Pérez Akaki/Profesor-Investigador/UNAM, FES Acatlán/ppakaki@gmail.com

Quizá dos de los términos que más escuchamos recientemente por radio, televisión, o leemos en revistas, periódicos y en cuanto medio nos aparezca, acerca del ambiente de los negocios son: productividad y competitividad. Sin duda, dos de los conceptos clave que definen el rumbo de las empresas en nuestros tiempos, a la vez que representan conceptos tan utilizados que muchas veces terminan siendo confusos para la gran mayoría. Por ello, a lo largo de estas líneas nos proponemos discutir sobre estos conceptos y la importancia que la información, tanto de tipo cuantitativo como cualitativo, pueden aportar a los mismos

Comenzaremos por definir estos conceptos según diversas fuentes, destacando diversos aspectos en sus definiciones, en particular, que la información de muy variados tipos puede contribuir a las mejoras asociadas a esos conceptos. Al mismo tiempo, utilizaremos diversos ejemplos de empresas para ilustrar cómo el orden en la administración de la información ha aportado puntos de coyuntura a su favor en momentos clave de su evolución.

Productividad y competitividad:
Los paradigmas del siglo XXI

En estos tiempos no hay empresa alguna que no esté preocupada por el uso eficiente de los recursos de los cuales dispone, para la producción de los bienes o servicios que ha elegido para sobrevivir en los mercados. Todas ellas tienen interés, de alguna forma, por incrementar los resultados de los esfuerzos que ahora realizan, ya sean medidos por hora de trabajo o por insumo empleado. En el paradigma de la eficiencia de los recursos no está permitido el desperdicio, ni de tiempo ni de insumos, mucho menos de personas.

En la teoría económica, la productividad es uno de los principales elementos para explicar el crecimiento de los países, las regiones y las empresas. En la medida que se pueda producir de manera más eficiente, innovando hacia nuevas formas, modelos de organización, tecnologías e incluso talento humano, las empresas podrán desarrollar sus actividades de mejor manera, más rápido y a menor costo. En una economía donde las empresas impulsen su productividad se desarrollarán fórmulas innovadoras para producir, lo cual se traduciría en un estilo de producción de mejoramiento continuo, dando así una ventaja frente a otras regiones y otras empresas.

Es así como el concepto de productividad está estrechamente ligado al concepto de competitividad. Una manera de organización orientada a la búsqueda de nuevas formas de producir se traducirá en un elemento de ventaja y de competitividad frente a empresas similares. Una región en la búsqueda de productividad permanente, tendrá un nivel competitivo ante otras regiones que produzcan los mismos bienes u ofrezcan similares servicios. Entonces, acorde con la teoría económica, se entiende la productividad como fuente de competitividad de las empresas en los países, y si esta logra sostenerse en el tiempo, se puede tener un crecimiento económico.

La productividad y competitividad en México

De acuerdo con el estudio del Centro de Investigación para el Desarrollo, A.C. (CIDAC) titulado “Hacerlo mejor. Índice de Productividad México”, publicado en 2011, se identificó que la productividad de nuestro país desde 1992 ha crecido a un ritmo de 0.12% al año, mientras que en el mismo plazo Corea del Sur creció 5%. En una cifra acumulada, la productividad de México de 1991 a 2009 creció 2.1%, mientras que la de Corea del sur, 82.8% y la de Irlanda, 64.2%.

Para los estados, el estudio de CIDAC reveló enormes diferencias entre las entidades mexicanas, en las cuales solo tres entidades lograron tasas de crecimiento consideradas muy altas: Nuevo León, Estado de México y Coahuila. En el otro extremo, con muy baja productividad se ubicaron Chiapas, Oaxaca y Guerrero. El estudio encontró también que la productividad guarda relación inversa con la informalidad de las economías y con las empresas, positivamente con la remuneración y con el tamaño de las empresas. El estudio mencionado concluye, de manera contundente, que México tiene una pobre evolución de la productividad en los últimos años.

Un estudio desarrollado por el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) en 2012, titulado “Propuestas para incrementar la productividad laboral en México”, propone diversas formas de incrementar la productividad en el país, comenzando por el nivel educativo (“la educación paga”); se invierte incorrectamente (no necesariamente poco en cantidad), y se utiliza una estrategia de política pública inadecuada, que resta en lugar de impulsar la productividad.

Por otro lado, en aspectos de competitividad, en 2014 se reconoció que México había perdido posiciones en la medición que realiza el Foro Económico Mundial en su edición 2014-2015, colocándose en el lugar 61 (en una medición anterior, en el lugar 55). Las causas del retroceso se identificaron con aspectos relacionados con un deterioro en el funcionamiento de las instituciones, la baja calidad del sistema educativo y un pobre desempeño en los avances referentes a las tecnologías de información. Estos problemas se presentan además a nivel regional, pues otros países de mayor competitividad como Chile, Panamá, Costa Rica y Brasil, han mostrado deterioros similares.

En 2014, también el IMCO desarrolló una medición estatal referente a la competitividad, que la definía como la capacidad de atraer y retener talento e inversiones, formado por 89 indicadores agrupados en 10 subíndices. En esta medición, el D.F., resultó ser la entidad de mayor competitividad con calificación de 63 (en una escala de 100), mientras que Guerrero fue la peor ubicada con calificación 30 (el promedio fue 45).

Un análisis de los subíndices revela los aspectos de mayor preocupación para las entidades de México, encontrándose los mayores conflictos en el subíndice titulado “Aprovechamiento de las relaciones internacionales”, cuya calificación más alta la obtuvo Chihuahua con 47; le sigue el subíndice “Manejo sustentable del medio ambiente” con calificación máxima de 57 por Campeche. En el otro extremo se ubican “Sectores precursores” (sectores financiero, de telecomunicaciones y de transporte), donde el D.F., obtuvo 89 y “Sistema de derecho confiable y objetivo”, que Yucatán lideró con puntaje de 79. Una evidencia fundamental en estas cifras es la gran heterogeneidad que existe entre las entidades del país, la cual complica los esfuerzos que puedan darse para llevar a otro nivel las condiciones de las entidades mexicanas.

La medición como punto de partida hacia la productividad y competitividad de las empresas mexicanas

Es claro que en aspectos de productividad y competitividad nuestro país no sobresale, lo cual significa que el entorno en el que se desarrollan las empresas no necesariamente propicia estos elementos y, por lo tanto, para ellas se vuelve más difícil insertarse en dinámicas positivas de mejora de la forma en la que producen y de un mejor posicionamiento frente a la competencia. Pero hay acciones que es posible seguir para comenzar con este tipo de esfuerzos y tener un impacto importante en el mediano y largo plazo. El punto de partida es siempre la medición.

Se acepta, de manera generalizada, que aquello que no se puede medir no se puede mejorar. Entonces, el punto de arranque es saber en dónde estamos parados en aspectos productivos y competitivos; para ello, usemos algunas referencias conocidas.

Cuando queremos saber cómo producimos, podemos identificar numerosos factores para mejorar esos resultados. Insertarse en una dinámica de medición de la productividad nos llevará a reflexionar sobre cómo podemos hacer más con lo mismo y a identificar las vías para lograrlo. Si esta dinámica la extendemos al conjunto de divisiones, direcciones, gerencias y demás esquemas de organización al interior de la empresa, mayor puede ser el efecto en los resultados.

Desde hace algunos años se ha propuesto para medir esta productividad de una manera amplia, integral y multidimensional el tablero de mando (balanced scorecard), popularizado por Robert Kaplan y David Norton. Esta herramienta utiliza cuatro dimensiones para evaluar los resultados de los colaboradores de una organización:

  • Aprendizaje y crecimiento.
  • Proceso de negocios.
  • Satisfacción de los clientes.
  • Financiera.

Como podemos imaginar, en este tablero de mando se combinan indicadores predominantemente de corte cuantitativo (negocios y financieros) con indicadores predominantemente de corte cualitativo (aprendizaje y crecimiento y satisfacción de los clientes). Destacamos que ambos tipos de indicadores son de gran relevancia para entender la importancia de las actividades que desarrolla cada uno de los colaboradores en las organizaciones; además, permiten establecer una alineación importante con los planes estratégicos definidos por la organización y sus diferentes áreas internas.

Así, un tablero de mando, además de que permite medir la productividad, se convierte en una importante herramienta para garantizar el cumplimiento de los objetivos buscados en cada una de las áreas de las organizaciones. Con la productividad podemos identificar las necesidades más importantes de los colaboradores y definir estrategias para mejorarlas, lo cual tendrá impactos muy importantes para la sobrevivencia de la organización, volviéndola más competitiva en el futuro.

También considere que muchas empresas, las más grandes en cada sector y las que más invierten en las herramientas que les garanticen mejorar en sus resultados han adoptado casi seguramente este tipo de estrategia para guiar sus decisiones estratégicas en áreas operativas. Por lo tanto, no contar con un timón como el que representa un tablero de control es mantenerse uno o varios pasos atrás. Esto puede tener serias consecuencias en un futuro, pues se estaría en desventaja y sería poco competitiva su organización (alrededor de tener a la mano la información estratégica del desempeño logrado).

Por lo anterior, lo invitamos a profundizar más en estas herramientas que le ofrecerán, en el peor de los casos, un conocimiento más amplio de su organización, de sus colaboradores, de sus áreas y, en un mejor escenario, una brújula para sobrevivir a los vaivenes tan drásticos que se observan de manera creciente en los entornos de negocios de México y el mundo.

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