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ISSN 2594-1976
Artículos

La ética social de los profesionales de la Contaduría y la Administración

Editor IMCP - 1 septiembre, 2019

C.P.C. Enrique Zamorano García
ezamorany@prodigy.net.mx

C.P.C. Jorge Resa Monroy
jresa@resa.com.mx

Dra. Ana Lilia Contreras Villagómez
acontreras@fca.unam.mx

Integrantes de la Comisión Mixta de Educación del IMCP y de la ANFECA

Algunos problemas a los que no debemos permanecer insensibles son los de educación, desempleo, pobreza y migración. Estos cuatro fenómenos, íntimamente ligados, están teniendo consecuencias gravísimas en muchas regiones del mundo, cuya solución aún no se vislumbra. Los niveles de vida son tan bajos que afectan de manera negativa la salud, el vigor y la actitud hacia el trabajo. Este fenómeno de creciente desempleo favorece grandemente las migraciones; quienes ya no tienen esperanzas de mejorar su calidad de vida, son candidatos ideales para “intentar suerte en otra parte”. Y arriesgan todo para pasar la frontera… hasta su propia vida.

Otro de los fenómenos es el deterioro del medio ambiente en todos los niveles, que ha adquirido características cada vez más graves y la reversibilidad de este fenómeno no será tarea sencilla. Se está produciendo una situación que solo puede conducir al desastre.

La profesión contable de algunos países está consciente de su responsabilidad frente al medio ambiente y de la necesidad de incluir en la información financiera de las empresas, datos referentes a las inversiones y gastos relacionados con el control de la situación y de las contingencias derivadas de las violaciones a las regulaciones del medio ambiente.
Sería una actitud encomiable de nuestra profesión promover la emisión y difusión de la normatividad sobre este tema.
Fenómenos como la globalización, la velocidad de comunicación e intercambio, y la maximización de beneficios se han manifestado y generalizado en el entorno actual y particularmente en las universidades se requiere hacer conciencia, investigar y participar de manera intensa en el encuentro de una solución a sus repercusiones sociales, económicas
y culturales.

En este contexto, debemos perseverar por incluir la materia de ética profesional y ética social en los planes de estudio actuales. Por el prestigio de nuestras instituciones educativas, porque los profesionistas que egresan de las mismas desempeñarán un papel clave en beneficio del interés público y del desarrollo económico, y por la enconada competencia nacional e internacional, necesitamos incluir esta materia cuanto antes. Pero no solo eso, debemos promover y desarrollar una cultura y un ambiente formal de la ética en la institución y la adopción de un código que considere asuntos tan importantes como la visión, misión, los principios y valores que identifican a la universidad y a las personas que la integran.

Ética en las empresas
Las compañías de mayor éxito existen, entre otras cosas, por lo siguiente: maximizar utilidades no ha sido su fuerza impulsora dominante ni el objetivo primario en su historia; persiguen un grupo de objetivos, de los cuales hacer dinero es solo uno, y no necesariamente el principal; buscan utilidades, sí, pero las guían igualmente una ideología básica, los valores básicos, el sentido del propósito más allá de solo ganar dinero. Sin embargo, paradójicamente, ganan más que las compañías motivadas solo por el ánimo de lucro.

El ambiente formal de la ética en una empresa es importante, no solo porque motiva a los empleados a comportarse éticamente, sino porque estos pueden apoyarse en una buena política de la compañía cuando desean hacer respetar sus propios valores. Se produce el fenómeno de los “valores compartidos”; las personas desean identificarse con su organización, necesitan confiar y creer en la corporación para la cual trabajan, puesto que contribuyen con su esfuerzo al éxito de esta. Ese vínculo de valores compartidos es fundamental para todo lo demás, se
pone énfasis en la empresa como la entidad en la que trabajan, con la que se identifican y que merece la admiración de sus colaboradores, así como de la sociedad.

Las empresas que adoptan una cultura de ética en todas sus operaciones y de veracidad y transparencia en su información financiera tienen una ventaja competitiva muy importante: credibilidad y confianza pública, y la fidelidad de todos sus colaboradores.

La operación basada en la ética es el mejor modo de tener una empresa sólida y perdurable; resulta benéfico a la larga e indispensable para construir una institución sana y duradera. En suma, la ética produce beneficios.
Esto último es importante. Virtudes sociales como la honestidad, responsabilidad, lealtad, respeto, calidad y eficiencia en el desempeño de sus deberes, no solo tienen mérito como valores éticos, también poseen un valor económico tangible y ayudan a la empresa al logro de objetivos compartidos: productividad, calidad, crecimiento, confianza, credibilidad y prestigio en la comunidad. Las organizaciones que crecen y perduran están
unidas por valores, normas y experiencias compartidas por sus integrantes. Cuanto más profundos sean y más firmemente se los sustente, más intenso será el concepto de identidad y mayor será la confianza que la sociedad otorgue a la empresa y sus productos.

La ética es necesaria para crear, incrementar y preservar el valor de una empresa. Los inversionistas buscan invertir en organizaciones que son confiables, donde sus dirigentes y colaboradores son íntegros, que proyectan ante la sociedad una cultura de ética en todo lo que hacen. El ambiente de confianza que se genera puede producir beneficios a la empresa: mayor demanda de sus productos, acceso a mercados de capital, oportunidades de fusión, crecimiento, mejores utilidades y mayor precio para sus acciones y, en general, riqueza, no solo para sus accionistas, sino también para sus trabajadores. De ese modo las empresas logran sus objetivos económicos y sociales.

Ética en las firmas de Contadores
Es evidente que los colaboradores de una firma tienen que aprender las técnicas y procedimientos indispensables para realizar su trabajo con eficiencia para descubrir y avalar la verdad de la información financiera. Por esto, las firmas de Contadores destinan grandes sumas de recursos para preparar a su personal en materias propias del trabajo profesional que van a desempeñar. Sin embargo, algunas de estas firmas, aun siendo verdaderas escuelas de auditoría e impuestos, descuidan o prescinden de infundir entre su personal conocimientos sobre la responsabilidad del Contador Público ante la sociedad y la trascendencia de su papel profesional, de acuerdo con los principios éticos que norman nuestra disciplina.

En gran medida, los actos de corrupción corresponden a trasfondos e intereses económicos y, de alguna manera, caen en el campo de nuestra profesión. En algunas recomendaciones de la Federación Internacional de Contadores Públicos (IFAC, por sus siglas en inglés), en su documento denominado “La Profesión contable y la Lucha contra la Corrupción”, se afirma que el Contador por su posición estratégica en la empresa, junto
con su integridad, objetividad y vocación de proteger el interés público, se convierte en el actor principal de los esfuerzos de la sociedad para reducir la corrupción. Las entidades y personas corruptas deben percatarse de que los Contadores constituyen una barrera contra la corrupción. Sobre todo, cada Contador, en lo personal, debe asegurarse de que su propia conducta refleje un inquebrantable compromiso hacia la verdad y honestidad en la información financiera.

Por lo anterior, es primordial que la ética de la responsabilidad esté presente en la labor cotidiana de las firmas, además de los ideales, principios y valores que estas posean; solo de esta manera su trabajo tendrá credibilidad y la confianza de las personas o empresas a las cuales estén brindando sus servicios profesionales.

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Contaduría Pública es una publicación mensual editada por el Instituto Mexicano de Contadores Públicos, A.C. (IMCP), Bosques de Tabachines 44 Fracc. Bosques de las Lomas 11700. Ciudad de México +5255 5267 6400 / ISSN 2594-1976 www.imcp.org.mx

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