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ISSN 2594-1976
Revista Digital

Enfoque sistemático del Gobierno Corporativo

Editor IMCP - 1 abril, 2020

¿Tema, disciplina o sistema?

Síntesis

El Gobierno Corporativo es la combinación de un enfoque sistémico, un tema y una disciplina, por lo que debe existir una enseñanza para quienes lo integran. Lo anterior, debe darse por medio del aprendizaje de la ética en los negocios familiares que incluye gestionar con reglas, disciplina y sistemas; es decir, basarse en estrategias para hacerlas competitivas y transformarse de una empresa familiar a una empresa grande que genere los empleos que necesita el país

Planteamiento

El artículo 2.4 de la Norma de Desarrollo Profesional Continuo (NDPC) considera dentro de los temas relacionados y afines a la profesión a que se refiere la Tabla de Puntuación, además de las disciplinas a que se refiere el artículo 1.5 de esta norma (contabilidad, contabilidad gubernamental, auditoría, contabilidad y auditoría gubernamentales, costos, finanzas y fiscal), al derecho, la administración, la economía y al Gobierno Corporativo.
A su vez, el capítulo VI de la Tabla de Puntuación de la NDPC considera al Gobierno Corporativo como uno de los temas o disciplinas para recibir o impartir instrucción, reconocidas como puntuables para efectos de esta norma.
Asimismo, el Gobierno Corporativo es uno de los temas que se recomiendan dentro del capítulo VIII de la Tabla de Puntuación, de los cuales deben cursarse para cumplir los cinco puntos obligatorios en materia de ética y responsabilidades profesionales. Este capítulo recomienda que se imparta y reciba instrucción sobre Ética y Gobierno Corporativo, así como sobre los comités de Ética en el Gobierno Corporativo.
No obstante, la Guía para la revisión del cumplimiento de las Federadas de la NDPC del Instituto Mexicano de Contadores Públicos, reconoce al Gobierno Corporativo como un sistema, asignándole la función que, en términos de la NDPC, se le encomienda al auditor propietario o, en su caso, al auditor de gestión de la Federada. Esta guía llega al extremo de solicitar que el encargado del sistema de Gobierno Corporativo de la Federada, firme los documentos relativos, anotando su cargo.

Este planteamiento lleva a preguntarse ¿qué es en realidad el Gobierno Corporativo? ¿Un tema, una disciplina o un sistema?

Tema

Un tema es un asunto sobre el que se trata en una conversación, un discurso, un escrito, una obra artística o cualquier producción semejante, como un taller, curso o conferencia. Un tema puede ser materia de investigación si alguien manifiesta un interés definido de manera suficientemente restringida, al grado que el investigador puede convertirse en un experto sobre dicho tema (González, 2007). Por ello hay que indicar que el Gobierno Corporativo puede ser considerado un tema válido, porque existe todo un marco conceptual que permite abrevar en su historia, principios, características, modelos y teorías.

En consecuencia, es certero que la NDPC considere al Gobierno Corporativo como un tema de capacitación puntuable, pues es susceptible de ser investigado por estudiosos, quienes pueden especializarse en su conocimiento. Este conjunto de erudiciones permite también generar más conocimiento. No en vano existen incipientes aproximaciones epistemológicas sobre el tema, como lo han pretendido Carballo y Vinocur. (2017)
Disciplina Una de las acepciones de disciplina la refiere como el conjunto de reglas o normas, cuyo cumplimiento de manera constante conduce a ciertos resultados. Las disciplinas son formas de organización del conocimiento que pueden justificarse bien sea por criterios temáticos u ontológicos; por criterios históricos; por criterios socio institucionales, o por una combinación de los tres anteriores. De estas cuatro justificaciones, es el aspecto temático el principal, ya que aquello de lo que se ocupa cada ciencia –o de lo que dice ocuparse– es lo que contribuye a darle una identidad más fuerte. (Gianella, 2006)

De este modo, una disciplina, para ser considerada como tal, debe ser susceptible de desglosarse en temas o haber nacido al transcurrir una fuerte tradición histórica. También puede generarse porque la sociedad o sus instituciones la van aceptando como un receptáculo de conocimientos, generalmente especializados. Por ello, también se ha considerado que la aplicación del método científico sirve para delimitar si varios conocimientos dispersos pueden conjuntarse en una disciplina.

Toda concepción de disciplina –a veces confundida con el término profesión– puede ser analizada desde el punto de vista de sus objetivos; esto es, una disciplina puede ser considerada como tal si responde argumentativamente a la pregunta ¿para qué cultivar esa disciplina? Al respecto, Ospina (2004), considera dos posibilidades de respuesta, enfrentando dos posiciones filosóficas: la clásica y la decimonónica. La primera se refiere al pensamiento de Aristóteles “para quien el saber se orienta a realizar la perfección y alcanzar la felicidad humana tanto en el individuo como en la sociedad, en tanto que la otra, postulada por Augusto Comte, considera que el conocimiento progresa hacia formas cada vez más racionales y se pone al servicio del progreso y del orden, tanto social como natural, pues el conocimiento racional ayuda a perfeccionar el orden natural y el moral de la sociedad”. (Ídem, p.3)

Históricamente, es mediante la doctrina aristotélica cuando se forja el concepto de disciplina, pues en la Edad Media las órdenes monásticas, arcanos del conocimiento clásico, “asocian tanto el saber específico como la disposición de los religiosos hacia el estudio, a la formación de la persona y a un estilo disciplinado de vida, en la que resultaba de gran importancia la llamada práctica del silencio” (Ibídem, p. 8). Así, es en los monasterios donde el duro régimen de obediencia generó una disciplina férrea que “este silencio contribuyó a desarrollar el sentido de la vida íntima, con un propósito evidentemente místico y que le creó un rasgo particular como invención de la escuela monástica medieval” (Jaramillo, 1990, p.69). En otras palabras, la disciplina de los claustros dio lugar a denominar disciplina al conjunto de conocimientos adquiridos mediante esos meticulosos hábitos de estudio y contemplación.

Más adelante, con el surgimiento del pensamiento científico, Comte manifiesta una idea eminentemente positivista, que excluye lo mágico, lo irreflexivo, los prejuicios y los dogmas, postura que a su vez crea una contradicción: la ciencia se convierte en la nueva religión y todo lo que se opone a ella también deberá ser excluida. Así, la ciencia comienza a menospreciar a todo conocimiento que no se ajusta al método científico, es decir, todo aquello que no es una disciplina.

Transcurridos veintiún siglos entre ambas posturas – la aristotélica y la positivista– el conocimiento deja de ser utilizado para la búsqueda de la perfección, para convertirse en el instrumento de dominación y de enseñoramiento del ser humano sobre el mundo. Así la voluntad de saber del hombre se transforma en obsesión por el poder, que lo impulsa a pretender apoderarse por anticipado de las cosas, respaldado ahora por dos instrumentos poderosos para el cumplimiento de esa voluntad: el saber científico y el diseño técnico que transforman la realidad, incluso con antelación a su modificación material (Ospina, 2004).

Es a partir del siglo XIX cuando las universidades tienden a generar el conocimiento disciplinar, es decir, el conocimiento específico. Para la investigación científica y el mundo académico, una disciplina comienza a convertirse en un cuerpo de conocimientos, que define sus propios objetivos de trabajo, opera sus propios métodos –normalmente distintos de los de las otras disciplinas– y dentro del cual se utiliza un lenguaje específico. Ejemplos de estas disciplinas son la física, la sociología, la economía, la paleontología y la psicología.

Ese conjunto de disciplinas se reúne en una estructura curricular diseñada por las instituciones de educación superior para crear profesiones, como un vínculo entre el conocimiento generado por las universidades y la sociedad que necesita la aplicación de dichos saberes. La Contaduría llegará a ser reconocida como una disciplina a mediados de ese siglo y se consolidará como profesión hasta los albores del siglo XX.
De esta manera el Gobierno Corporativo cumple con los requisitos para ser considerado como una disciplina, porque puede ser sujeto de la aplicación del método científico, así como por poseer su propio objetivo de trabajo, sus propios principios –consolidados por las recomendaciones de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) –, un lenguaje técnico inherente y una metodología inserta dentro de los códigos internacionales de mejores prácticas corporativas. Sin embargo, este cúmulo de características aún no ha sido suficiente para consolidar al Gobierno Corporativo como una profesión.

Sistema

El Código de principios y mejores prácticas de gobierno corporativo considera a este último como “el sistema por el cual las sociedades son dirigidas y controladas” (Consejo Coordinador Empresarial, 2018, p.11). Tal definición en su afán de ser sintéticamente ejemplar presenta deficiencias: ¿a qué sociedades se refiere? ¿Por qué solamente se abarcan dos de las seis funciones del proceso administrativo? La planeación estratégica –elemento sine qua non de toda organización– ¿queda comprendida dentro del concepto?

En esa tesitura, es de coincidirse con Pérez (2017), quien opina que “definitivamente, no existe una definición 100% puntual del Gobierno Corporativo”; no obstante, se atreve a definirlo como “el sistema de pesos y contrapesos establecido en una empresa, buscando la estandarización y transparencia de la información, así como la democratización y el apuntalamiento de los medios establecidos para la toma de decisiones” (Ídem, p.1). Es relevante que en ambas definiciones prevalezca la palabra sistema.

Siguiendo el pensamiento de Abbott y Vanness (1991), sistema es un conjunto de elementos con relaciones de interacción e interdependencia que le confieren entidad propia al formar un todo unificado. Un sistema puede ser cualquier objeto, cualquier cantidad de materia, cualquier región del espacio, cualquier creación humana, que puede ser seleccionado para su estudio o aislamiento mental de todo lo demás, a lo que se le denomina entorno o ambiente. Es decir, el sistema y su entorno forman el universo.
Al austriaco Ludwig von Bertalanffy (1901-1972) se le atribuye la creación de una Teoría General de Sistemas (TGS) que pretende ser aplicable, tanto a las ciencias sociales como a las naturales. El objetivo de la TGS, a decir del propio Bertanlanffy (1989, p.38) es “elaborar principios unificadores que corren verticalmente por el universo de las ciencias, para acercarnos a la meta de una unidad científica”.

En concordancia, aplicando la síntesis de la TGS elaborada por Arnold y Osorio (1998), puede clasificarse para el Gobierno Corporativo, dentro del género de los modelos –también llamados sistemas abstraídos–, toda vez que corresponde a una abstracción de la realidad, en donde se combina su marco conceptual con las características de los objetos. Además, no puede decirse que el sistema de Gobierno Corporativo sea real, es decir, que tenga una existencia independiente del observador, porque es una creación neta del ser humano. Tampoco entra dentro de las construcciones simbólicas, como en la lógica o las matemáticas, por lo que no puede ser un sistema conceptual. Asimismo, no es un sistema natural, porque nace de la voluntad humana, no de la naturaleza; sin embargo, sí cumple ampliamente las tres premisas básicas de la TGS:

Primera. El Gobierno Corporativo existe dentro de otro sistema y, a su vez, acoge subsistemas. El ambiente dentro del cual se desarrolla el sistema de Gobierno Corporativo es la empresa, la entidad, la organización, por lo que “nunca un sistema puede igualarse con el ambiente y seguir conservando su identidad como sistema” (Ídem, p. 43). A su vez, el Gobierno Corporativo acoge otros sistemas menores, como el Consejo de Administración o sus comités, que funcionan simultáneamente con el sistema mayor.

Segunda. El Gobierno Corporativo será siempre un sistema abierto y jamás, per se, uno cerrado. Se considera abierto porque tiene un fuerte grado de intercambio con su entorno. Al respecto, la única posible relación entre un sistema y su entorno implica que el primero absorbe selectivamente aspectos del ambiente; pero sin llegar al límite de especializar tal selectividad, porque al hacerlo, disminuye su capacidad de reacción frente a los cambios externos. Dicho de otra forma, si el sistema de Gobierno Corporativo se nutre irracionalmente de los elementos de la entidad donde opera, entonces esta viciará al sistema y generará un nuevo sistema distinto, que impedirá alcanzar los objetivos del primero. En cambio, si mantiene su selectividad en la absorción de los elementos de la empresa, podrá ajustarse con mayor flexibilidad ante influencias externas, amén de sostener la independencia, grial majestuoso de todo Gobierno Corporativo. Cabe decir que cuando el intercambio cesa, el sistema se desintegra al perder su fuente de energía. Si muere la empresa muere el Gobierno Corporativo.

Tercera. Las funciones del sistema de Gobierno Corporativo dependen de su estructura, bien sea definida por la ley, por los códigos de mejores prácticas corporativas o por la autorregulación. Un mal diseño influirá en un mal desempeño. Una estructura grande lo ralentizará. Una estructura pequeña quizá no logre los objetivos planteados. Un diseño obligatorio puede generar aceptación forzada, sin convicción y solo como requisito de funcionamiento. Ahí pues la necesidad de generar estructuras hechas a la medida, gran oportunidad para los especialistas de la contaduría, el derecho, la administración, la auditoría y, por supuesto, los sistemas.

Conclusión

El Gobierno Corporativo tiene todas las características para ser considerado un tema, una disciplina o un sistema, según el enfoque y profundidad del conocimiento en que el sujeto pretenda inmergiese. De ahí la gran oportunidad para que los Contadores Públicos sigan incrementando su estudio, el que será totalmente válido para los efectos de la Norma de Desarrollo Profesional Continuo.

Dr. y C.P.C. Miguel Ángel Cervantes Penagos |Asociado del Colegio de Contadores Públicos del Estado de Puebla |Presidente de la Comisión de Desarrollo Profesional Continuo del IMCP, Catedrático |vp.legislacion.2019-2020@imcp.org.mx

Tags | disciplina, discipline, ethics, ética, Sistémico, subject, Systemic, tema
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