Enfrentamos una pandemia con un potencial destructivo nunca visto en nuestro planeta, al parecer el virus ha resultado incontrolable y aún no se vislumbra la luz al final del túnel. El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés) declaró a COVID-19 una pandemia, causando un gran impacto en todos los ámbitos de la vida de las personas, las familias y las comunidades. El virus ha tenido consecuencias trágicas en todo el mundo, y su impacto total en todos los ámbitos aún no se conoce y en cualquier caso será difícil…
La cuenta regresiva que marca el punto sin retorno respecto al medio ambiente y el impacto que este sufre derivado de las actividades humanas, ha comenzado. Las grandes compañías están mostrando su liderazgo al adoptar medidas que les permiten demostrar que son responsables y están comprometidas con la protección al medio ambiente y el Desarrollo Sostenible. Un paso definitivo y contundente para la consecución de las metas de la agenda 2030 sería alinear las Normas de Información Financiera (NIF) con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ya que son disposiciones de observancia obligatoria para las empresas.
Los tiempos de fragilidad económica son el momento ideal para ajustar estrategias y sortear la crisis. El primer trimestre del año 2020 ha sido, por decir lo menos, complicado para la economía mexicana.
Dicen que “lo que no te mata te hace más fuerte”; esta frase del filósofo alemán Friedrich Nietzsche me parece la mejor manera de empezar este artículo, en estos tiempos tan complicados para las empresas, las personas y las economías, con una pandemia como la del COVID-19, mejor conocida como Coronavirus, y después de la cual el mundo no será el mismo al regresar de nuestra cuarentena, para algunos obligatoria, para otros simplemente cuarentena responsable y también para los que tristemente no les importó y no la hicieron; el hecho es que este evento nos obliga a cuestionarnos dos cosas…
Hoy más que nunca queda claro que las organizaciones requieren para sobrevivir un modelo de administración integral de riesgos, que no solo considere la rentabilidad y el uso eficiente de los recursos utilizados, sino también el rumbo estratégico, así como las implicaciones que tienen los riesgos del entorno en la trayectoria de la organización y, por lo tanto, en la posibilidad de llegar a donde se desea.
Hoy en día todos los que convivimos en el mundo laboral hemos escuchado y seguro ya tenemos en nuestro vocabulario el concepto Home office; la contingencia sanitaria que estamos viviendo (marzo-mayo 2020), nos ha hecho retomar o utilizar términos que ya de por sí se vienen utilizando; pero ¿sabemos si estamos utilizando el concepto de Home Office correctamente?
En la actualidad, la reducción en el pago de impuestos es un tema de gran importancia y preocupación para los empresarios. Lamentablemente, este se ha politizado y cuando así sucede, tiende a ser, cierto, más mediático, pero dependiendo de su tratamiento puede o no ser útil en cuanto proporcionar una posible solución que ayude.
El reto es crear políticas de mercado y un andamiaje legal que mitiguen los riesgos a que son sujetos los consumidores al utilizar sitios de Internet para realizar sus operaciones de compra y pago de diversos bienes y servicios. El hecho de contar, incluso, con un comprobante de la transacción o un comprobante fiscal brinda cierta tranquilidad al consumidor.
A la par de las generaciones en el mundo, la tecnología va avanzando y desplazando a la anterior, buscando siempre mejorar y potencializar su funcionamiento y optimizar resultados para ser mejores. Hoy nos encontramos ante un escenario donde las redes de telecomunicación se encuentran en auge y con cambios graduales notorios, desde la infraestructura base y los servicios, hasta la adaptación del usuario.
Con la Ley para Regular las Instituciones de Tecnología Financiera (Ley Fintech) las Instituciones de Tecnología Financiera (ITF) tienen capacidad de operar con activos virtuales, entendidos como las representaciones de un valor digital verificable, que no se encuentran emitidos ni respaldados por ningún banco central o entidad financiera, es decir, que no tienen curso legal y, a pesar de eso, generan unidades para su intercambio debido a su aceptación por el público.